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CARTAS AL DIRECTOR

Las emociones y los jóvenes

Carmen Chamizo Vega
Enfermera. Asturias, España

Index de Enfermería [Index Enferm] 2002; 36-37:52-53

Cómo citar este documento

Sr. Director: Desde la ventana de mi casa admiro el Cantábrico, el mar que provoca una multitud de sentimientos en mi interior y sin querer me acuerdo del Mediterráneo, el mar que me trae cálidos recuerdos de personas que admiro y quiero y sentimientos y juventud se agolpan en mi mente adulta, y cojo papel y escribo... Creo importante destacar el papel tan importante que juegan en todas las personas los sentimientos, pero en mayor medida entre los Jóvenes y con el presente artículo quiero aportar mi visión al respecto, tras las vivencias con muchos de ellos y con la convivencia intensa de dos, que son mi hijo e hija.

La definición de emoción, según el diccionario, es el estado afectivo que transforma de un modo momentáneo, pero brusco, el equilibrio de la estructura psicofísica del individuo. Otro dato: la escritora mexicana Laura Esquivel -autora de Como agua para chocolate (1989)-, dice que "mucha gente piensa que lo único que vale es la Ciencia, pero ¿y las emociones?". Más datos:  una emoción puede cambiar la forma de percibir el mundo, nos damos cuenta que un día alegre nos hace sentir bien y un día triste nos enturbia el alma. A veces consideramos equivocadamente que el pensamiento y la emoción pueden separarse o que late igual un corazón feliz que uno infeliz o temeroso.

Podemos decir que las emociones son las que les animan a actuar y a ver el mundo de otra forma, pues sus emociones son intensas (una emoción es energía en tránsito), a la vez que influyen en el entorno En el fondo sólo tienen dos opciones: sentirse bien o mal, alegre o deprimido, vivir o morir, ese es el dilema juvenil. Y para encontrar la respuesta tiene que enfrentarse al mundo y dominar su medio, distinguir lo que quiere y no quiere y así tomar conciencia de su propio ser.

Los adultos, los padres, viejos de la tribus o jefes pensamos que para sobrevivir es necesario luchar o un fuerte respaldo económico y eso significa trabajar mucho, tener éxito (¿escolar?) y tener poco tiempo para escucharles, para consolarles, para amarnos. En fin, queremos para ellos un mundo donde a pesar de los adelantos tecnológicos y científicos se sientan cada vez más inseguros, más confundidos, más solos, porque se ha perdido el sentido de Vivir.

De ahí que necesiten tanta TV, películas de acción o programas de convivencia como Gran Hermano, que les den las emociones o modelos a seguir que no encuentran en nuestra vida diaria y poder olvidarse así de su angustia. El estrés, en algunos de ellos, no es más que una respuesta a una situación que no desean y a la que optan por enfrentarse o huir. Ello les aboca a la ira o a la soledad. Y cuando te sientes aislado y la soledad hace eco, sientes urgencia de buscar un sonido, una palabra, un ritmo que te conecte nuevamente a la vida, quizás eso es la música para ellos, quizás sea más grande su vacío que el nuestro, ya que nuestra soledad la llenaba los latidos de la Naturaleza.

Qué ocurre cuando la palabra no expresa la realidad: la cambian; están hartos de que la palabra Libertad sea utilizada como sinónimo de esclavitud, o la de democracia por autoritarismo propio de una Dictadura. La palabra pierde su fuerza y su sentido y los más enérgicos y rebeldes las cambian y surge la imitación de las tribus. Los más débiles se callan, se hacen sumisos y hablan sin hablar o dicen sin decir. Unos no quieren ser productivos y tener éxito, sólo quieren ser amados per se, sin más, o por el contrario otros no soportan el rechazo y desarrollan una serie de máscaras de hiperesponsabilidad y superbrillantez, ansiedad o por qué no crear enfermedades nuevas como la anorexia, con las que disfrazan un enorme deseo de afecto.

Llegado a este punto, podemos decir que todos queremos sentirnos valiosos y dignos de ser amados y queremos que nuestros jóvenes lo sean, pero hago aquí una pequeña reflexión ante la diferencia de entre ser amado y sentirse amado -lo mismo que es diferente ser joven y sentirse joven-. Esta diferencia reside en la comunicación de los sentimientos y su apreciación. Es crucial en este sentido la calidad de las relaciones que han existido o existen entre esos niños-adolescentes-jóvenes y aquellos que desempeñan papeles importantes en su vida (familia-educadores-profesionales...).

A los jóvenes les surgen las emociones espontáneamente y no permiten que los sentimientos se inclinen ante las órdenes y conciben que el respeto por los sentimientos forma parte del respeto de su integridad. Es por ello que nos piden que respetemos sus diferencias, incluso que apoyemos su separación como muestra de nuestro interés hacia su "unicidad". Es por ello que en mi incursión como adulta en el mundo de los sentimientos juveniles me enseñó muchas cosas hizo y fruto de ello es este Credo:

-Creo que la fuerza con que cada uno de nosotros presiona sobre ellos para que desarrollen sentimientos similares a los nuestros es un índice inverso de nuestra capacidad para verlos como individuos separados y tolerar las diferencias.

-Creo que nuestra actitud de adultos debe  insistir en que la manera de ver y de sentir de cada uno, no es la única y que es lo mismo que decirles "tus sentimientos son enteramente tuyos, me importan y hay muchos más", esto redundará en una mayor autoestima y mejor comunicación.

-Creo que cuando compartimos un sentimiento no queremos que se nos desapruebe o que nos den consejos y razones, sólo queremos que nos comprendan desde nuestro punto de vista. A ellos también les pasa.

-Creo que para ellos las actitudes y los sentimientos son más importantes que los hechos.

-Creo que sólo demostraremos verdadera comprensión, si logramos descifrar el significado total de su mensaje. Ej: con cara de "grima", el joven pregunta ¿me dejas hacerme un pierzing? = ¿me dejas libertad para decidir y escoger ?.

-Creo que para realizar todo lo anterior es requisito importante la empatía y ella no es posible sin la actitud y la capacidad para penetrar en la comprensión del mundo del joven.

-Creo que se necesita paz y silencio, o al menos tener un poco controlados nuestros conflictos internos, ya que si no, el ruido de mis reacciones internas, cada vez que me hablan distorsionan el mensaje que recibo y emito. Nosotros los adultos hemos sido jóvenes, pero ellos nunca han sido adultos.

-Creo en la sensibilidad que debemos tener hacia los lenguajes corporales.

-Creo que el crecimiento se realiza mediante un movimiento de expansión y contracción, no sólo  en progresión, sino en retracción, algo parecido a las mareas del Cantábrico. Según Maslow toleramos dos atracciones opuestas: una, la seguridad de lo conocido, y la otra lo atractivo de lo nuevo; es decir, cada paso del crecimiento exige que dejemos atrás lo que es familiar, renunciar a lo viejo. Pero también es cierto que de las dos presiones, seguridad y crecimiento, tiene prioridad la primera y por ello para crecer, los jóvenes (y cualquiera) es importante que se sientan queridos con sus fallos, sus errores y diferencias, sus gustos y sus emociones, pues sin ella abandonarán la búsqueda de su propia personalidad y de su propio crecimiento hacia adultos.

Quien haya estado en el Cantábrico conocerá cómo se comporta el mar: unas veces con bravura y otras en calma, rompiendo las rocas o acariciando la arena, cubriendo las aceras en pleamar o asemejando un desierto en bajamar. Cómo es más bello el mar, no sabría escoger... Todo son sentimientos bellos, diferentes, contradictorios e imprevistos, que están unidos al fin y al cabo con un Atlántico y con el cálido Mediterráneo de nuestras vidas. 

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