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Cuidar en la diferencia

Nuria Herranz Rubia
Enfermera, Las Palmas de Gran Canaria, España

Index de Enfermería [Index Enferm] 1999; 26: 48

 

 

 

 

 

 

 

Cómo citar este documento

 

 

Herranz Rubia N. Cuidar en la diferencia. Index de Enfermería [Index Enferm] (edición digital) 1999; 26. Disponible en <https://www.index-f.com/index-enfermeria/26revista/26_articulo_48.php> Consultado el

 

 

 

Sr. Director: Siempre hubo niños "conflictivos emocionalmente" para el personal sanitario. En los últimos años, los avances terapéuticos han hecho posible el tratamiento y la recuperación de muchos de estos niños que en un pasado no podrían haber gozado de esta situación. Así de forma cotidiana, nos enfrentamos a la asistencia de un recién nacido con una enfermedad crónica y su entorno familiar directo. Si hay un caso más especial que ninguno, es el de los recién nacidos con una malformación congénita (incidencia de un 2%). Estos bebés en su ignorancia, ya desde el nacimiento tienen que enfrentarse a ser protagonistas del "sueño roto de sus padres" y también de alguna manera del equipo sanitario que les atiende. El nacimiento de un "bebé", es todo un acontecimiento para la familia y amigos. Entorno al mismo se desarrolla todo un mecanismo de gratificaciones que contribuyen a asegurar el vínculo entre los padres y el niño. Lo cual en definitiva no es más que la aceptación del nuevo miembro familiar y el establecimiento de nuevos roles en el seno de la familia. En su defecto, el nacimiento de un niño con algún problema físico, concentra la atención de la familia en el aspecto deforme que el pequeño puede mostrar, provocando en ellos un fuerte desconcierto emocional, que les impide desarrollar ningún mecanismo adaptador.
     Aunque nuestra sociedad actual, está con más frecuencia preparada para atender y aceptar a los individuos con algún tipo de malformación, los tabúes siguen siendo importantes y aún se plantean problemas de rechazo. El trato diario con estos niños y especialmente con sus familiares más directos (padres), nos sitúa en el epicentro del conflicto. No es infrecuente encontrarnos ante una situación que nos supera y nos coloca al borde del "shock" emocional. Este hecho puede traducirse en una ignorancia del problema, en una "huida", que nos impide completar nuestra labor asistencial, dejando al descubierto áreas del cuidado integral. Casi siempre nuestros propios miedos son el resultado de un pobre conocimiento acerca de las respuestas emocionales del ser humano ante una pérdida, un "sueño roto", etc. Nuestras respuestas no son cualitativamente diferentes de las sufridas por los padres, pues también lo somos o quizás pensamos serlo algún día. En definitiva, el logro de nuestros objetivos asistenciales, depende necesariamente de un conocimiento acerca de las etapas predecibles por las que pasan los progenitores durante el duelo y de sus distintas expresiones emocionales en función de sus características socioculturales, sin descuidar nuestras propias reacciones. Sólo desde esta condición, podremos optimizar nuestra privilegiada posición de observadores, desde la cual podemos establecer el plan de acción individual e integral que distingue y diferencia al cuidar enfermero.
     Ante esto, quizá debiéramos reflexionar acerca de la existencia de instrumentos o estrategias que podríamos aprender, entrenar y poner en práctica a la hora de cuidar a nuestros pequeños y sus familias. Si somos capaces de reconocer y aceptar las distintas etapas psicológicas y las respuestas emocionales por las que pasan los padres en el proceso de relación con sus hijos, podremos diseñar un plan de actuación desde el mismo nacimiento, en un primer momento, dirigido a fortalecer el vínculo afectivo padres-hijo y a facilitar el reconocimiento de su realidad. Y en un segundo, destinado a enseñar e involucrar a los padres en el cuidado de su pequeño, en un intento de favorecer la adaptación a su nueva situación familiar y la planificación de su futuro. En conclusión, lograr la aceptación de su hijo y en definitiva de ellos mismos.
     Solo desde el respeto a la diferencia, podremos las enfermeras hacer eso que tanto nos gusta, cuidar como sólo nosotras podemos.
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