ENTRAR            

 


 

Revista INDEX DE ENFERMERIA (Edici�n digital) ISSN: 1699-5988

 

 

 

CARTAS AL DIRECTOR

 

Documentos relacionados 

 Ir a Sumario

Documento anterior

Documento siguiente

Enviar correo al autor 

 

 

 

 

El lenguaje del dolor

Dulce María Romero Ayuso
Profesora Colaboradora. Departamento de Psicología. Universidad de Castilla-La Mancha, Talavera de la Reina, Toledo, España

Correspondencia: Centro de Estudios Universitarios de Talavera de la Reina. Avda. Real Fábrica de Sedas s/n, 45600 Talavera de la Reina, Toledo, España

Index de Enfermería [Index Enferm] 2009; 18(2):139

 

 

 

 

 

 

 

Cómo citar este documento

 

 

Romero Ayuso, Dulce María. El lenguaje del dolor. Index de Enfermería [Index Enferm] (edición digital) 2009; 18(2). Disponible en <https://www.index-f.com/index-enfermeria/v18n2/139139.php> Consultado el

 

 

 

Sr. Director: Las consultas de atención primaria cada vez atienden a más personas, generalmente mujeres, que expresan dificultades para realizar actividades. Desde las actividades más básicas como vestirse, caminar a una determinada hora o levantarse de la cama hasta actividades sociales, instrumentales, como coger un autobús o conducir, y complejas como las actividades laborales. Por otro lado, el escepticismo con el que a veces se oye el relato de dolor, angustia y dificultad por ocuparse día a día, hizo que me interesara por las mujeres que recibían el diagnóstico de fibromialgia. Quizás era curiosidad por conocer cuál era repercusión real que este cuadro provocaba en las actividades de la vida diaria, o quizás el aumento de casos de mujeres con ese diagnóstico. ¿Por qué las mujeres?, ¿por qué en unas edades determinadas?, ¿por qué no responden al tratamiento del dolor?, ¿por qué responden mejor a ciertos psicofármacos?
    Junto con mis compañeras, desarrollamos un protocolo de evaluación de terapia ocupacional, para conocer precisamente eso, cuál era el impacto de la fibromialgia en la vida cotidiana. De forma inocente, pensé que con simples cuestionarios sobre calidad de vida, pruebas cognitivas y sobre el grado de independencia personal podría entenderlo. Todavía me pregunto y, a la vez agradezco, el haber introducido dos entrevistas semiestructuradas, la Medida Canadiense del Rendimiento ocupacional (COPM) y la prueba de screening del modelo de la ocupación humana (MOHOST). El COPM pone énfasis en las necesidades de cada persona, las prioridades que cada persona considera, con el fin de abordar los problemas que presenta en la vida diaria. El paciente debe indicar los cinco problemas más importantes en su vida diaria y ordenarlos según la prioridad que tengan para él. Una vez hecho esto, debe indicar a través de una escala visual de uno a diez cómo es su rendimiento y satisfacción en cada actividad, de las marcadas como problemáticas. Por otro lado, el MOHOST permite a través de una entrevista semiestructurada conocer cuál es la motivación que tiene para las diferentes actividades de la vida diaria, para sus ocupaciones y, lo más importante cuál es su conducta intencional, o volición. Es decir, qué le interesa hacer, la conciencia que tiene de su interés, competencia y habilidades, y cómo planifica, ejecuta y supervisa su acción para lograr los resultados deseados. Además, permite conocer cuál es la identidad ocupacional, qué responsabilidades tiene, cuáles son los hábitos, rutinas, las destrezas, y sobre todo, la relación de todos estos elementos con el entorno social, valores culturales, familiares, y entorno físico. Si el entorno facilita, limita, impide o promueve la realización de actividades, según las necesidades, gustos y responsabilidades de la persona. A medida que mis tres compañeras y yo comenzamos el estudio y las entrevistas, nos sorprendían dos hechos: el aumento de tiempo que nos llevaba realizar una entrevista en el grupo experimental versus el cuasicontrol y ver la coincidencia de datos que obteníamos a través de las entrevistas. Especialmente, nos llamaba la atención la cantidad de acontecimientos negativos, "vitales estresantes" que habían vivido las personas que teníamos enfrente. Desde la más temprana infancia, los relatos estaban plagados de fallecimientos de seres queridos, generalmente progenitores, educación muy autoritaria, incorporación al mercado laboral muy pronto, problemas en la dinámica familiar, problemas en las relaciones padres-hijos, problemas de pareja, problemas económicos, etc.
    Inmediatamente, como un resorte, nos asaltaba la pregunta, pero ¿cómo no iban a tener fibromialgia? Era lo menos que les podía pasar. Las historias estaban llenas de dramatismos, frustraciones y violencias invisibles hacia ellas mismas, que necesariamente tenían que ver la luz de algún modo. Era algo constante. Se repetía una y otra vez en cada entrevista, en cada historia. Por otro lado, en algunos casos, me planteaba ¿por qué alguien sin ese patrón biográfico presentaba la sintomatología o recibía el diagnostico de fibromialgia?, ¿acaso nos estaba ocultando datos?, ¿se los ocultaba a sí mismo?, ¿no es consciente de las heridas?, o ¿está fingiendo?
    Estaba claro que de nada servía "medir" la memoria a corto plazo, la atención sostenida, selectiva, y otros procesos cognitivos básicos. Era preciso darle otro enfoque. Pero, ¿cómo? Teníamos que viajar hasta las raíces del problema. Todavía hoy seguimos viajando, intentando deconstruir el camino y entender el dolor manifestado, para poder reconstruir el yo en nuestra relación de ayuda.

 

 

Principio de p�gina 

 

 

error on connection