ENTRAR            

 


 

Revista Tesela ISSN 1887-2255

 

 

EDITORIAL

Documentos relacionados

 Ir a Sumario

 

Documento siguiente

Enviar correo al autor 

 

 

Proteger la confianza de los ciudadanos

Mariona Creus Virgili
Presidenta Colegio Oficial de Enfermería de Barcelona, España

Correspondencia: C/ Alcoi 21, 08022 Barcelona, España

Tesela [Rev Tesela] 2010; 7

 

 

 

Cómo citar este documento

Creus Virgili, Mariona. Proteger la confianza de los ciudadanos. Tesela [Rev Tesela] 2010; 7. Disponible en <https://www.index-f.com/tesela/ts7/ts0107.php> Consultado el

 

 

 

    Hace unos meses, el pasado verano, una triste noticia produjo un gran impacto en nuestro país especialmente en los ambientes sanitarios y golpeó la conciencia de todos los ciudadanos. Me refiero al accidente que causó la muerte de un niño en el hospital Gregorio Marañón de Madrid por el supuesto error de una enfermera.

Este hecho causó, y causa todavía, una gran preocupación entre las enfermeras, puesto que podría suponer una pérdida de confianza entre las enfermeras y los ciudadanos, confianza que hemos de cuidar y preservar ya que es imprescindible para nuestra actuación profesional.

Este accidente puso en evidencia, una vez más, las condiciones laborales y profesionales en que desarrollamos nuestro trabajo y que desde los colegios, los sindicatos y las organizaciones profesionales, hemos denunciado reiteradamente.

La sobrecarga de trabajo, el abuso de los contratos temporales, las rotaciones excesivas en distintos servicios hospitalarios -en un mismo día una misma enfermera puede cubrir ausencias de varias enfermeras en diferentes unidades- son temas sobradamente conocidos.

Ahora transcurrido el tiempo, elemento imprescindible para poder analizar, con mayor tranquilidad y objetividad las posibles causas de este suceso, es el momento de hacer un análisis de las causas que pudieron contribuir a esta terrible desgracia.

El país sufre una escasez estructural de enfermeras que tiene como consecuencia que los recursos humanos sean permanentemente escasos en todas las organizaciones sanitarias.

El presupuesto es insuficiente en proporción a las necesidades de los ciudadanos y también en relación al discurso de los políticos, un discurso que se mueve entre el paternalismo, el triunfalismo y la demagogia.

Tenemos -dicen- uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo. Es cierto, pero no exento de algunos problemas importantes.

Las cifras que manejan son excelentes. La oferta de servicios cubre las necesidades sanitarias de todos los ciudadanos y existe un buen nivel de salud, con buenos índices de morbilidad y mortalidad y con un nivel de esperanza de vida de los más altos del mundo.

Pero hay problemas que causan un gran malestar en la población: las listas de espera, las nuevas necesidades -no siempre cubiertas- derivadas del aumento de la esperanza de vida que como enfermeras vemos y sufrimos cada día. La realidad de nuestros mayores es, muchas veces, una triste realidad.

Las listas de espera existen porque son un imprescindible regulador del gasto sanitario, aunque supongan en muchos casos un trastorno, no sólo para la salud de las personas sino por los efectos económicos o dificultades importantes que producen en el entorno del paciente y que contribuyen al incremento del absentismo laboral.

El aumento de los años de vida produce una demanda y un gasto sanitario que se va haciendo cada vez más insostenible, sin conseguir a menudo que estas personas tengan un nivel de vida aceptable.

Éste es un debate ético que no sé si nuestro país será capaz algún día de afrontar; es, en definitiva, un debate sobre prioridades. ¿Qué es prioritario: operar primero a una persona que se recuperará pronto y volverá a su vida productiva y socialmente adecuada o a un anciano que tiene una calidad de vida bajo mínimos y con poco futuro?

Como este debate no es previsible que se produzca, hoy por hoy, en nuestra sociedad, es en este contexto donde los gestores sanitarios y los propios profesionales deben decidir y en consecuencia convivir con situaciones muy tensas cuya resolución no les correspondería a ellos, sino a la propia sociedad.

Por ello, la gestión del día a día en nuestras organizaciones es demasiado compleja y plantea continuamente dilemas que deben resolverse sobre la marcha, una mala manera de decidir en cuestiones tan complicadas.

Algunas de las decisiones que debemos tomar escapan de nuestro ámbito de responsabilidad directa. Pero otras decisiones sí que forman parte de ella y ahí debemos decidir en conciencia lo que podemos y lo que no podemos hacer.

Es nuestra responsabilidad resolver a donde mandamos una enfermera que, aunque tiene la capacidad legal para atender a cualquier enfermo, quizá no tenga la experiencia y la cualificación adecuadas a la necesidad de un enfermo concreto.

No podemos admitir gestionar una institución absolutamente deficiente en el número de enfermeras que no asegura una calidad adecuada de cuidados, más allá del límite aceptable.

No podemos olvidar nunca que nuestra responsabilidad radica en ofrecer cuidados adecuados de manera eficaz y eficiente.

No podemos ni debemos aceptar que las enfermeras sirvan para todo, que pueden actuar en cualquier cometido, sin tener la formación o la experiencia para asumir la responsabilidad de un puesto de trabajo determinado. Este tema requiere mucha más atención y una revisión de las actuaciones de los gestores. Se ha abusado en exceso de la polivalencia de los profesionales enfermeros.

Soy consciente de que decir esto es obvio, pero es que no debemos bajar la guardia, puesto que nuestras decisiones pueden tener graves consecuencias, como se vio en el caso al que hacíamos referencia al principio.

En estas situaciones hay organizaciones que nos pueden ayudar y nos ayudan, como la A.N.D.E. y los colegios profesionales, a las que debemos exigir que actúen cuando sea necesario ya que están comprometidas en la profesionalización de directivos.

Como enfermeras y como gestoras debemos conseguir la complicidad de los ciudadanos. En el caso del accidente del Gregorio Marañón, los ciudadanos en general apoyaron al colectivo de enfermeras y dirigieron más su mirada hacia las organizaciones buscando responsabilidades.

Es por este motivo, para preservar la confianza de los ciudadanos en las enfermeras y enfermeros, que no podemos convertirnos en cómplices por omisión o en meros espectadores de una situación laboral y profesional que nos afecta y me refiero, entre otras cosas, a los contratos precarios y abusivos y a la rotación excesiva.

No propongo que seamos héroes, pero si profesionales de la gestión y que cuando estemos en una situación límite digamos: ¡basta ya!, hasta aquí hemos llegado, sean cuales sean las consecuencias.

Los ciudadanos deben saber en todo momento que estamos con ellos, que trabajamos lo mejor posible y que si se produce un error, somos las primeras en poner los medios para que no vuelva a repetirse y que es en la gestión donde se tienen los instrumentos necesarios para mejorar las cosas.

Ahora es tiempo de comprometerse y de actuar. Es tiempo de tomar medidas para dar un vuelco a la situación y si bien es cierto que el déficit de profesionales en las organizaciones sigue siendo el principal problema, los gestores enfermeros debemos ser capaces de aportar nuestros conocimientos, tal como ya hacemos cada día en todas las organizaciones del país, para no desviarnos de nuestro objetivo: ofrecer cuidados de calidad a los ciudadanos de nuestro país en respuesta a la confianza que nos brindan.

Principio de p�gina 

error on connection