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TEMPERAMENTVM ISSN 169-6011 2017 vol. 13 e2509

 

 

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M� Luz Calzada

 

El valor de la amistad

Mª Luz Calzada
Consejería de Salud, Junta de Andalucía, España

Temperamentvm 2017; vol. 13

 

 

 

Cómo citar este documento

Calzada, Mª Luz. El valor de la amistad. Temperamentvm 2017, vol. 13. Disponible en <https://www.index-f.com/temperamentum/v13/e2509.php> Consultado el

 

 

 

    Manuel Amezcua nos ha contado la faceta profesional de Cristina y yo me voy a centrar en la faceta humana.

Las cualidades profesionales de cualquier profesional suelen estar determinadas por las cualidades personales de quien la sustenta; así es el caso de Cristina, una trayectoria profesional tan brillante necesariamente tiene que estar sustentada por una persona con grandes cualidades.

Cristina es una persona inteligente, muy trabajadora, responsable, y con coraje, capaz de afrontar cualquier contratiempo de la vida, pero además es generosa y flexible; tolerante y amiga incondicional.

La conozco muy bien, desde hace más de cuarenta años, en la década de los 70 del siglo pasado. Nos conocimos en el trabajo, entramos las dos al mismo tiempo en la Escuela de Enfermería de entonces, en Sevilla. Aquello nos unió especialmente, éramos novatas en una actividad por la que se nos consideraba privilegiadas. Pero nosotras estábamos muy asustadas, nos parecía una gran responsabilidad, nadie nos había preparado para ello, así que tuvimos que prepararnos por nuestra cuenta. Teníamos que hacer frente a aquel reto.

Y, empezamos a estudiar. Y así, además de la relación de trabajo, surgió una relación de amistad, de gran amistad. Hemos celebrado eventos familiares importantes, bodas, nacimiento de nuestros hijos, fiestas familiares clásicas, y hemos viajado en familia y disfrutado juntas de la vida. Y también nos hemos enfadado en ocasiones. Dicen que una buena amistad puede tener muchas comas, pero nunca un punto final. Y así es mi amistad con Cristina.

La amistad empezó poco a poco y se fue reforzando con los años, con confidencias personales, con complicidades mutuas, con estar ahí, a tu lado en momentos problemáticos y prestando ayuda sin que se le haya pedido, siendo tu paño de lágrimas, y compartiendo tus alegrías. Escuchando con infinita paciencia las repetidas peroratas de tus vivencias tristes o alegres, entendiéndote.

Se podría decir que somos como dos hermanas, yo la hermana mayor, más austera, pacata y tradicional. Y Cristina, la hermana pequeña, alegre, con don de gentes, que despunta y sorprende por su capacidad de despegarse del inmovilismo y adaptarse a las corrientes innovadoras que nos empujan. Cristina no solo es vanguardista en su faceta profesional, lo es también en su faceta personal y por eso la admiro.

Y además es valiente, muy valiente. Decide irse dos años a Canadá, ¡nada menos que dos años!, y no a la vuelta de la esquina, pero eso sí, con todo el apoyo de los suyos. Sobre todo con el apoyo incondicional de su marido José Antonio. Pero lo hizo muy bien, ¡muy bien! El primer año se llevó a su hija adolescente con ella, y el segundo año se llevó a su hijo, también adolescente; ambos estudiaron allí un curso del bachillerato, una eficaz e inteligente estrategia. Así es Cristina, y mucho más.

Me considero muy afortunada por ser amiga de Cristina. Aunque para mi Cristina no es simplemente una amiga, ¡es mi amiga!

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