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TEMPERAMENTVM ISSN 169-6011

 

 

EDITORIAL

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Humanidades, historia y enfermería

Taka Oguisso,1 Paulo Fernando de Souza Campos2
1Licenciada en Enfermería y Derecho. Profesora Titular de la Escuela de Enfermería de la Universidad de São Paulo, Brasil. 2Licenciado en Historia, Doctor en Historia. Becario de posdoctorado de la Fundación de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo, Brasil

Correspondencia: Rua João Moura, 192 apto. 81 - 05412-001 São Paulo, SP, Brasil

Temperamentvm 2008; 8

 

 

 

Cómo citar este documento

Oguisso, Taka; Campos, Paulo Fernando de Souza. Humanidades, historia y enfermería. Temperamentvm 2008, 8. Disponible en <https://www.index-f.com/temperamentum/tn8/t1408.php> Consultado el

 

 

 

    La investigación sobre el pasado de la enfermería y de las perspectivas de la humanización del cuidado no son temas nuevos, ni surgieron en el conjunto de las últimas transformaciones sociales motivadas por la globalización, revisión de la noción de frontera y de geopolítica mundial. La perspectiva humanista del cuidado ha fundado la enfermería moderna, pues cuidar es esencialmente un acto humanitario que incluye supervivencia, promoción de la salud y bienestar para individuos y colectivos.

El mundo moderno ha valorado y ha profesionalizado la acción del cuidado. En ese proceso ha sobrevalorado aspectos biológicos inherentes al ejercicio de las funciones de enfermería, incluso, como mecanismo para alcanzar la cientificidad que los cánones académicos reconocían como formadores de la cultura científica. En el siglo XIX tanto la biología como otras ciencias naturales, luego mensurables, fundadas en leyes genéricas, eran la base sobre la que se establecían los territorios de la institucionalización del saber científico. No obstante, en detrimento de los valores humanitarios que delinean la mística de la enfermería, la acción de cuidar, a lo largo de la historia, ha relegado el conocimiento del pasado como posibilidad de repensar el presente y proyectar el futuro. La investigación cualitativa y la objetividad de los números conferían estatus y pertenencia a la investigación en enfermería, insertándola en el selecto universo de la ciencia.

En 1938, la enfermera americana, Lavinia Dock, ya escribía en su libro A Short History of Nursing sobre el valor de las ciencias humanas, en especial, los contenidos de la historia, para la formación e identidad profesional. Los orígenes de muchas actividades, trayectorias de fundadoras y pioneras, así como la sacralización y la profesionalización de la enfermería, son desvelados por los estudios del pasado, y ella los describe como esenciales para tomar conciencia y comprender lo que es ser enfermero. Si las aventuras y horrores de la modernidad permitieron de modo singular el establecimiento de la enfermería como campo de conocimiento imprescindible a la vida moderna, el pragmatismo de los análisis basados únicamente en lo estadístico y biológico, aunque pertinentes y de fundamental importancia para el desarrollo de la enfermería, han alejado la mirada del enfermero de los aspectos humanitarios originales y seculares. Publicado a finales de los años treinta (siglo XX), las constataciones que emergen de los relatos y argumentos presentes en el texto de Lavínia Dock reiteran el necesario debate entre enfermería y ciencias humanas.

España se ha destacado como uno de los grandes ejemplos de las conexiones establecidas entre enfermería y muchas áreas del conocimiento correlacionadas como historia, antropología, filosofía, sociología, psicología y otras. Tal característica pone de relieve a la enfermería española en el escenario de las políticas de salud mundial y en el conjunto de países que mantienen instituciones formadoras de la profesión, especialmente en el entorno europeo. Aunque los aspectos técnicos del arte y ciencia del cuidado tengan primacía en la formación de enfermería, el diálogo entre saberes originarios de las ciencias humanas permite considerar que la formación humanística redimensiona el ejercicio profesional, pues legitima la acción de cuidar como función social históricamente reconocida.

Bajo el punto de vista de la historia social, la acción de enfermería implica reflexionar sobre las dimensiones de lo humano (valores, tradiciones, manifestaciones culturales, prácticas, visiones del mundo, religiosidad, relaciones interpersonales, sociales, ambientales y de género) que interfieren en la práctica profesional, en la administración y la sistematización de la atención de enfermería, en diferentes espacios sociales del trabajo, públicos y privados. Las directrices de la enfermería incluyen seguramente la reflexión alrededor de las cuestiones que implican reconocer a la persona humana como única, por lo tanto, que tiene necesidades también únicas, como preconiza la humanización de los servicios de salud en todo el mundo.

La transversalidad exigida por la (nueva) enfermería amplía el debate hacia el campo de las subjetividades, de las historias de vida, de la cultura de los cuidados y de los modelos de formación profesional. El contacto con la nueva producción científica que, valora el pasado y las fuentes que de él emanan (como posibilidad de verificación y transformación de la enfermería), permite observar que el camino actual prevé una formación vinculada a los fundamentos y metodologías de saberes correlacionados con los de las áreas de las humanidades. La supremacía de los números, de los análisis estadísticos, de los instrumentos de cuantificación de los fenómenos humanos, ha controlado durante mucho tiempo la producción del conocimiento en enfermería, y han impedido el contacto con nuevos objetos, nuevos abordajes y nuevos problemas de investigación. Felizmente, tales factores fueron recuperados por interpretaciones también renovadas de lo que es y de lo que no es enfermería, de lo que hace y lo que no hace el enfermero.

La dimensión filosófica del proceso salud/enfermedad puede ser considerada una de las transformaciones resultantes de los análisis emprendidos por la producción académica más reciente. Los resultados cuestionan el sentido atribuido al mantenimiento de la salud y a su contrario, el enfermar, pues la noción de salud y enfermedad ha sido sensiblemente alterada exigiendo nuevas actitudes ante el individuo que enferma. De igual modo, la comunicación en enfermería ha sido significativamente modificada en la medida en que elementos no verbales, pertenecientes al universo de lo simbólico, de lo cultural, también pasaron a ser asumidos como señales que el enfermero debe observar al producir salud a través del cuidar profesional.

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