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TEMPERAMENTVM ISSN 169-6011

 

 

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De la mano de Ricoeur y de Arendt: historia e identidad. A propósito de la Memoria Histórica

Lucília Nunes
Doutorada em Filosofia, Mestre em História Cultural e Política e Mestre em Ciências de Enfermagem, Enfermeira Especialista em Saúde Mental e Psiquiátrica. Professora Coordenadora, Escola Superior de Saúde, Instituto Politécnico de Setúbal (Portugal)

Correspondencia: Escola Superior de Saúde, Campus do Instituto Politécnico de Setúbal. Estefanilha - 2914-503 Setúbal (Portugal)

Manuscrito aceptado el 26.10.2007

Temperamentvm 2007; 6

 

 

 

Cómo citar este documento

Nunes, Lucília. De la mano de Ricoeur y de Arendt: historia e identidad. A propósito de la Memoria Histórica. Temperamentvm 2007, 6. Disponible en <https://www.index-f.com/temperamentum/tn6/t3807.php> Consultado el

 

 

 

El viaje por la memoria, realizado por Paul Ricoeur en La mémoire, l'histoire et l'oubli, une la fenomenología de la memoria, el discurso epistemológico y la hermenéutica de la condición histórica; están unidas simultáneamente, la problemática de la representación del pasado, que se descubre expuesta al olvido, y confiada a su cuidado con el enigma de una imagen o "eikon que se da como presencia de una cosa ausente marcada por el sello de lo anterior".1 Encontramos así, el riesgo de prevalencia del "imperio del olvido" dividido entre la amenaza de la extinción definitiva y el seguro de los recursos de la anamnesis.

Pero lo más importante es que, la memoria diseña la capacidad de recordar, ya que se relaciona con los poderes de base del sujeto, como el de hablar, de actuar, de narrar, de reconocerse como autor de sus actos y nos reenvía hacia una antropología del sujeto. Así "no haberse olvidado, es el poder de recitar sin tener que reaprender",2 esbozándose una conexión a la pedagogía de la memoria, a nivel ético-político donde asume un deber doble: de futuro y de imperativo, de ansia de verdad y de uso práctico.

El olvido (del cual deviene la futilidad), fue abordado por Ricoeur, de una forma particular, como "un atentado a la fiabilidad de la memoria (...), una falla, una laguna".3 Al abordar el nivel ético-político de la memoria, Ricoeur, considera el deber de recordar como imperativo de la justicia; es decir, su discurso sobre la memoria traza "dos líneas paralelas":4 la de la ambición de verdad (de la fidelidad epistémica de la memoria) y la de la utilización práctica (visible en la técnica de memorización).

En cuanto imperativo de justicia, el deber de memoria va más allá de la problemática moral; en la perspectiva de uso y de la reflexión sobre lo olvidado, destaca una relación eventual con el derecho (y, eventualmente, con la necesidad) de olvidar. Estamos "confrontados con la delicada articulación entre el discurso de la memoria y del olvido y el de la culpa y el perdón".5

Para Hannah Arendt, la "memoria es nuestro órgano del espíritu del pasado".6 Con el concepto de que un acto mirado desde el presente hacia el pasado, pierde "su aire de contingencia bajo el impacto de ser un hecho realizado, de haberse convertido en parte integrante de la realidad en que vivimos".7 Esto es claro en el mundo de la acción y también en lo concerniente a los objetos de fabricación humana (tanto objetos de arte como de uso).

La expresión "historia de vida" se fue tornando familiar, en la investigación,8 en la formación,9 en la literatura testimonial,10 así como en la historiografía de la segunda mitad del siglo XX. En el sentido que Hannah Arendt utiliza, de la historia de una vida (bios-graphein), como una especie de reencuentro entre los acontecimientos iniciados por el hombre, en cuanto agente de la acción, y las circunstancias de relaciones humanas. El resultado es una historia,11 donde cada uno es el héroe o el protagonista. No podremos comprender por qué y cómo la historia contada y escrita pueden ser "hechos" para el narrador y para el historiador, sin que ellos, se limiten a ser meros mensajeros o historiadores sin incluir la función principal de la actividad política, que es precisamente afrontar el desafío de la fragilidad de los asuntos humanos.

Cada vida individual, comprendida en el periodo entre el nacimiento y la muerte, puede ser contada como una historia, con principio y fin. Cada sujeto es agente pero no autor ni productor de (su) historia. Incluso porque se puede identificar y aislar quien inició un determinado movimiento "pero nunca podemos señalarlo como autor del resultado final".12 De aquí surge la extrañeza y perplejidad, pues se puede, en la mejor de las hipótesis, identificar y aislar al agente que imprimió movimiento al proceso; y aunque él sea muchas veces el sujeto, el "héroe" de la historia, aun así, no podemos atribuirle singularmente la autoría del resultado.

Nótese que el héroe que la historia revela, no carece de cualidades o hechos heroicos, es decir el valor está presente "en la mera disposición de actuar y hablar, de integrarse en el mundo y comenzar una historia propia".13 Cada uno puede escoger integrarse en el mundo o quedarse fuera de él, permanecer escondido o abandonar el escondrijo; es esta elección, de salir y mostrarse en su individualidad, la que ya "denota valor e incluso audacia".14

El esfuerzo de revelar su individualidad, enmarca el valor de realización cotidiana, que nos remite a la ya clarificada diferencia entre estar vivo y estar completamente vivo. Pero, "el contar historias, revela el ser, sin cometer el error de definirlo, suscitando la reconciliación del ser, con las cosas tal y como son en la realidad".15 El carácter de la revelación es específico de la acción y del discurso, siendo representado y reforzado por la repetición.

Para ser confirmado en su identidad, cada yo depende de los otros y esa unión o amistad restaura y confirma el yo, como insustituible.16 El nacimiento nos hace irrumpir en el mundo, la aparición (reconocimiento) nos coloca en el mundo en relación con el Otro y en su asunción de un Yo-Tú, se torna en "nosotros".

En la sociedad, cada uno debe saber responder a la pregunta sobre aquello que es (cuál es su papel y su función, en qué no podrá responder "yo soy único"), y que es distinta de la pregunta de saber quién es. Es tentador retomar la idea de la persona, de la máscara a través de la cual cada uno se hace oír, adaptada a los papeles y momentos públicos, distinguiendo cada situación de "máscara colocada", sabiendo que, lo que ella configura y muestra, es (también y fundamentalmente) lo que no se es.17

La persona se manifiesta en la acción que es fugaz y si dicha acción quiere permanecer en el recuerdo, ha de tener testigos para recordar lo que, sin ellos, desaparecería para siempre. Los seres humanos apenas pueden mantener la palabra, las acciones y las actividades más fútiles, en la memoria, en el recuerdo y en la memoria mantenida. Es por la narrativa histórica, cuando logra la permanencia en el mundo, a través del poeta o del historiador.

La memoria es importante, pues el olvido es uno de los "crímenes más graves de las relaciones humanas"18 y, en lo que respecta a las actividades del espíritu, es la memoria la que suministra al pensamiento (por la rememoración), la imagen u objeto-del-recuerdo en ausencia del objeto sensible. La Memoria "es la madre de las Musas, y la rememoración, la más frecuente y la más elemental experiencia de pensar".19 Para pensar, evocamos cosas ausentes, que no percibimos con los sentidos. Lo ausente, al ser evocado por la memoria, no aparece igual como lo apreciamos con los sentidos, sino que el recuerdo aparece como una especie de hechizo, mediante la imaginación, que transforma lo sensible en no-sensible. Sin la memoria, "las acciones, palabras y pensamientos, perderían su realidad a cada pausa y desaparecerían como si nunca hubiesen existido".20

Todo lo anterior nos hace reflexionar sobre uno de los riesgos de la época moderna, que es que estamos "amenazados de olvido". El olvidar la historia, pone en riesgo la dimensión de profundidad de la existencia humana, pues "la profundidad no puede ser alcanzada por el hombre a no ser a través de la memoria".21

Recordemos que, para Arendt, la trayectoria de una vida se narra cuando ha terminado, o sea, el sentido de un "acto realizado, sólo se conoce cuando la acción en sí llegó a su fin, convirtiéndose en una historia susceptible de ser narrada".22 La apología de la narrativa se acompaña, de la unión de la acción y la palabra, revelación de una individualidad única dentro una humanidad plural de seres únicos.

Si el olvido, es quedar privado de memoria y perder recuerdos, nos enfrentamos a varias perturbaciones de la memoria: la de la relación con los otros a través del lenguaje o de la comunicación (en la afasia), la de la relación con el cuerpo y con el mundo de las cosas (en la apraxia), o con la pérdida de toda la existencia (en la amnesia). La pérdida, en algunas situaciones (de la que es ejemplo la enfermedad de Alzheimer) puede cambiar el sentido de sí, en lo que su identidad más profunda.

La memoria confiere sentido al pasado, diferenciando el presente y el futuro, luchando épicamente por la supervivencia, en la figura del narrador. Evocaciones de la memoria configuran el pasado reteniéndolo, protegiendo la identidad e, igualmente, confiriendo la inmortalidad de los muertos. Lo que es memorable, no muere. Es decir, la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.

Se puede así considerar que, el historiador del presente, desempeña, en su trabajo de rescatador de la memoria, la función de mediador entre los relatos y la veracidad histórica; entre lo que permaneció y lo que es posible reconstruir. Desarrolla su trabajo en su propia temporalidad, aprehendiendo la relación del presente de la memoria (de un evento) y del pasado histórico (de ese mismo evento), en función de la concepción de un futuro de ese pasado (que es, exactamente, el presente). Por eso, el trabajo de la historia tiene la doble tarea que consiste en la memoria y en el olvido.

Siendo cierto que "todo el pensamiento comienza con el recuerdo",23 éste debe ser condensado y clarificado en una estructura conceptual en la que pueda desarrollarse y mantenerse, porque las experiencias y las historias de los eventos se pierden fácilmente. Lo contrario del olvido no es la memoria, sino la verdad y es preciso prevenir, porque las acciones y los discursos corren el riesgo de sumergirse en su inherente futilidad, a no ser que sean comentados, esto es, nutridos y mantenidos: lo que nos coloca ante la verdad de la memoria en la memoria de la verdad.

Notas bibliográficas

1. Ricoeur P. L'histoire, la mémoire, l'oubli. Paris: Seuil, 2000; 3.
2. Ricoeur P. Op. cit.: 28. «Ne pas l'avoir oubliée, c'est pouvoir la réciter sans avoir à la réapprendre».
3. Ricoeur P. La mémoire, l'histoire, l'oubli. Paris: Seuil, 2000; 537.
4. Ricoeur P. Op. cit.: 107.
5. Ricoeur P. Op. cit.: 111 ("Nous serons alors confrontés à la délicate articulation entre le discours de la mémoire et de l'oubli et celui de la culpabilité et du pardon").
6. Arendt H. A vida do Espírito II - Querer (The Life of the Mind - Thinking, 1971). Trad. João C. S. Duarte. Lisboa: Instituto Piaget, 1999; 20.
7. Arendt H. Op. cit.: 37.
8. La metodología denominada "historias de vida" otorga una particular atención al sujeto, capaz de proporcionar determinadas informaciones acerca de su trayectoria de vida y de la articulación de los relatos particulares con otras dimensiones más amplias para la interpretación de los fenómenos. Se trata de una narrativa en lo singular que reporta a uno vivido en el colectivo (Cf. Denzin, N.K. Interpretative biography. Newbury Park: Sage, 1989).
9. Josso MC. Cheminer vers soi. Lausanne: Editions l'age d'Homme,1991; Kristeva J. Hannah Arendt: Life is a narrative. (Hannah Arendt: Life is a narrative. The Alexander Lectures, 1941). Trad. Frank Collins. Toronto: University of Toronto Press, 2001.
10. Puede ser designada literatura testimonial la que en gran parte fue escrita por supervivientes de catástrofes, como por ejemplo, de los campos de concentración nazis. A título de ejemplo, algunos autores son Primo Levi, Jorge Semprun, Paul Celan e Albert Camus.
11. Las historias "résultats de l'action et de la parole, révèlent un agent, mais cet agent n'est pas l'auteur, n'est pas producteur. Quelqu'un a commencé l'histoire et en est le sujet au double sens du mot ; l'acteur et le patient, mais personne n'en est l'auteur ». Arendt H. A condição humana (The Human Condition, 1958). Trad. Roberto Raposo. 1ª ed. Lisboa: Relógio d'Água Editores, 2001;207-8.
12. Arendt H. Op. cit.: 234.
13. Arendt H. Op. cit.: 236.
14. Arendt H. Op. cit.: 236.
15. Arendt H. Homens em tempos sombrios (Men in Dark Times, 1969). Trad. Ana Luísa Faria. 1ª ed. Lisboa: Relógio d'Água Editores, 1991; 126.
16. Arendt H. Les origines du totalitarisme. Le système totalitaire (The Origins of Totalitarism, 1951). Trad. Jean-Loup Bourget, Robert Davreu e Patrick Lévy. 1ª ed. Paris: Éditions du Seuil, 1972 ; 228 ("dépends entiérement des autres; et c'est la grâce salutaire de l'amitié pour les hommes solitaires (...) qu'elle restaure l'identité qui les fait parler avec la voix unique d'une personne irremplaçable").
17. Arendt H, Kohn J (editor). Responsibility and Judgment. New York: Schocken Books, 2003; 13 ("It is in this sense that I can come to terms with appearing here as a "public figure" for the purpose of a public event. It means that when the events for which the mask was designed are over, and I have finished using and abusing my individual right to sound through the mask, things will again snap back into place. Then I, greatly honored and deeply thankful for this moment, shall be free not only to exchange the roles and masks that the great play of the world may offer, but free even to move through that play in my naked "thisness", identifiable, I hope, but not definable and not seduced by the great temptation of recognition which, in no matter what form, can only recognize us as such and such, that is, as something which we fundamentally are not").
18. Arendt H.A vida do Espírito. Op. cit.: 296. A propósito de Gurion, "la fidelidad a los amigos, a todas las personas que conocía, a todas las cosas que le gustaban, se volvió hasta tal punto la nota dominante de su vida que nos sentimos tentados a afirmar que el crimen que le resultaba más extraño era el del olvido, tal vez uno de los crímenes más graves de las relaciones humanas".
19. Arendt H. A vida do Espírito. Op. cit.: 97.
20.Arendt H.A condição humana. Op. cit.: 11.
21. Arendt H. Entre o passado e o futuro (Between Past and Future, 1954). Trad. Mauro Barbosa de Almeida. 5ªed. S. Paulo: Editora Perspectiva, 2001;131.
22. Arendt H. Homens em tempos sombrios (Men in Dark Times, 1969). Trad. Ana Luísa Faria. 1ª ed. Lisboa: Relógio d'Água Editores, 1991; 32.
23. Arendt H. Sobre a revolução (On Revolution, 1963). Trad. I. Morais. Rev. Manuel Alberto. 1ª ed. Lisboa: Relógio d'Água Editores, 2001; 271.

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