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TEMPERAMENTVM ISSN 169-6011

 

 

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Contra la Restauración. Periodismo político 1895-1904
Vicente Blasco Ibáñez (Compilador: Paul Smith)
Editorial Nuestra Cultura. Bilbao, 1978. 194 Págs.

Autor del comentario:
Francisco Herrera Rodríguez

Temperamentvm 2013; 18

 

 

 

Cómo citar este documento

Herrera Rodríguez, Francisco. Contra la Restauración. Periodismo político 1895-1904, de Vicente Blasco Ibáñez [comentario de texto]. Temperamentvm 2013, 18. Disponible en <https://www.index-f.com/temperamentum/tn18/t1013.php> Consultado el

 

 

 

Españoles de tercera en el 98

    Si Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) debe ser considerado o no como miembro de la Generación del 98 es algo que dejamos a la consideración de los expertos en teoría literaria, pero sí creemos que fue uno de los escritores más combativos en esos años finiseculares y en los albores del siglo XX; años en que el pensamiento del escritor valenciano estaba muy marcado por el republicanismo y el anticlericalismo, sin olvidarnos de su admiración intelectual por Émile Zola (1840-1902), al cual llegó a visitar en París en 1902, meses antes del fallecimiento del escritor francés. En estos años Blasco Ibáñez publicó obras que pueden ser consideradas de filiación naturalista como Arroz y tartana (1894), La barraca (1898) o Cañas y barro (1902); pero también durante estos años demostró públicamente su vocación política y periodística; recuérdese que fue precisamente en 1898 cuando consiguió por primera vez un acta de Diputado a Cortes. Un año de profunda crisis militar marcado por la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que ha sido señalado como en el que diversos sectores de la sociedad española apuntaron una quiebra política del régimen liberal de la Restauración de 1876.

La vocación política de Blasco Ibáñez se constata también en su labor periodística en el semanario La Bandera Federal (1889) y a partir de 1894 en el diario El Pueblo, en el cual trataremos de centrar nuestros comentarios. El propio Blasco Ibáñez en esas fechas señaló por qué se entregó con pasión al periodismo político y aunque ha sido subrayado por diversos autores conviene recordarlo con sus propias palabras:

"Si somos periodistas no es por industria ni por lucro sino porque consideramos la prensa como un medio de decir la verdad, dedicando nuestros esfuerzos a combatir la injusticia, la arbitrariedad, la explotación y defender al débil, al desheredado, al oprimido".

Defender al débil como hizo su maestro Zola, por ejemplo, en el caso Dreyfus; en el periódico El Pueblo se consagró a esta tarea y muy oportunamente Paul Smith editó en 1978 un libro titulado Contra la Restauración con una selección de artículos publicados por Blasco Ibáñez entre 1895 y 1904, aunque también se desliza alguno de 1906, años cruciales para entender la crisis del 98 y las ideas regeneracionistas que determinados autores como Joaquín Costa trataron de poner en marcha en nuestro país.

En estos artículos el escritor valenciano centra sus críticas en la "farsa parlamentaria", en la educación del futuro rey Alfonso XIII que considera está dirigida por curas carlistas o por profesores elegidos por los jesuitas. Blasco Ibáñez se lamenta de que el futuro monarca ignore dónde está la Universidad Central o a que país pertenecen Cajal, Echegaray o Galdós. Se lamenta de que España esté gobernada por los toros, los rosarios y por el hambre; en este sentido cabe recordar sus artículos de 1897 y 1898 titulados respectivamente "Las cornadas del hambre" y "Hambre". En este último denuncia la situación de treinta enfermos que están siendo atendidos en un Casino Artesano por la Cruz Roja, que cuando se les pregunta responden lo siguiente:

-"¿Y usted, de qué está enfermo?
-¡Yo, señor! ... ¡de hambre!".

Tan sólo hay que repasar los escritos de los higienistas de finales del siglo XIX y de principios del XX para comprobar que muchos de ellos hablan de la alta mortalidad infantil por difteria, enteritis, viruela, atrepsia, etc., pero no se olvidan de señalar el hambre como un factor determinante que marca la carencia de salud de una buena parte de la población. Blasco Ibáñez denuncia casos concretos de personas que llevaban más de siete meses sin comer pan alimentándose tan solo con un poco de maíz tostado. Nos quedamos con un párrafo de estas denuncias, escritas cuando cuenta poco más de treinta años de edad:

"¡De hambre! ... En una nación civilizada y cristiana que si no se distingue por su riqueza descuella al menos por la fertilidad de su suelo, hay todavía seres que mueren de hambre y sufren este horroroso martirio como epílogo de una existencia de abnegación y obediencia...".

El propio Blasco Ibáñez metafóricamente aludía a la célebre frase de un torero: "Malas son las cornadas de los toros, pero (...) peores son las cornadas del hambre". En estos años no faltaron higienistas como Leonardo Rodrigo Lavín que lo denunciaron en la prensa o el poeta católico José María Gabriel y Galán que señaló la situación de Las Hurdes a Alfonso XIII en los primeros años de su reinado.

La antología de artículos seleccionada por Paul Smith, hace ahora tantas décadas, permiten en la actualidad comprender este período histórico desde la perspectiva señalada de la pobreza, el hambre y la enfermedad; pero la llamada "crisis del 98" cobra una gran fuerza en los artículos en que el escritor valenciano se detiene a analizar la situación de los soldados en Cuba. Blasco Ibáñez denuncia que el pueblo no quiere la guerra de Cuba o que los pobres son los que terminan engrosando las filas del ejército como un "rebaño gris"; aunque quizás uno de los artículos más rotundos publicado en enero de 1899 es el titulado "Españoles de tercera" en el cual denuncia el estado en que vuelven los soldados españoles a la península, enfermos y pobres:

"Esos infelices que regresan a la Península enflaquecidos, bronceados por el sol tropical, con los ojos brillantes por la fiebre y las enjutas carnes forradas de rayadillo, hábito de la gran orden mendicante del sacrificio anónimo, son más españoles que todos nosotros, pues su amor a la patria lo han demostrado con hechos, no con vociferaciones de café y berridos a coro entonando "La Marcha de Cádiz" (...). Sin embargo, esos infelices españoles, dignos de todo respeto, pues son las únicas víctimas de las locuras patrioteras y de los errores gubernamentales, víctimas continúan siendo al poner el pie en la Península; pero no por desdichas nacionales inevitables, sino de olvidos voluntarios, de indiferencias que, si fuese permitido llamar las cosas por su nombre, debían calificarse de estafas".

Otra vez, como Zola en Germinal o don Quijote, observamos a un Blasco Ibáñez pendiente de las injusticias y de los desfavorecidos, en este caso denunciando las condiciones de pobreza y el lamentable estado de salud con el que vuelven de Cuba los soldados repatriados a España. Como apunta Álvarez Junco en sólo dos batallas navales, de pocas horas de duración, las escuadras españolas del Caribe y las Filipinas fueron destruidas y el gobierno español tuvo que pedir la paz y acceder a liquidar todo lo que quedaba del antiguo imperio. A todo esto siguió la repatriación a la Península de los soldados. No vamos a discutir aquí si esta situación generó o no una crisis política o económica, aunque parece claro que sí provocó una crisis de conciencia nacional y añadiríamos nosotros que concretamente la repatriación de los soldados a la península generó una crisis de carácter sanitario ya que una buena parte de los soldados llegaban gravemente enfermos y hubo que gestionar en ciudades portuarias de la península su asistencia en hospitales, en dependencias militares e incluso en los propios domicilios de los soldados.

Entre los meses finales de 1898 y los primeros de 1899 fueron repatriados decenas de miles de soldados, teniendo en cuenta sólo los puertos de Cádiz, Valencia y Málaga se contabilizaron 61.658, de los cuales 5.465 tuvieron que ser hospitalizados. Si matizamos un poco más estas cifras concretamente a Cádiz llegaron 36.678 soldados y tuvieron que ser hospitalizados nada menos que 4.035. El día 2 de noviembre de 1898 arribó a Cádiz el vapor Monserrat con 1.234 soldados, teniendo que recibir asistencia médica más de ochocientos.

¿Y estos soldados que llegaban enfermos a España padecían enfermedades graves o leves? Si hemos leído con atención el texto de Blasco Ibáñez no nos cabe la menor duda en la respuesta; pero pongamos un ejemplo: en el Hospital de San Juan de Dios de Cádiz fueron asistidos en las fechas señaladas cerca de un millar de soldados, cuya edad media era de 24 años, predominando los enfermos de paludismo y disentería, aunque no faltaban los que padecían tuberculosis, entre otras patologías. Quizás convenga recordar que en esta situación tan penosa realizaban el viaje de regreso desde el Caribe a la Península.

Hace unos años Jover Zamora afirmaba que se había insistido poco en el Desastre del 98 desde una perspectiva de la realidad social, quizás esta carencia se ha ido paliando en los últimos años con libros y artículos, pero de lo que no cabe la menor duda es que Blasco Ibáñez con sus artículos en el diario El Pueblo y más concretamente con el ya citado Españoles de tercera estuvo en la vanguardia de esa realidad del pueblo sufriente. Blasco Ibáñez era muy consciente de que muchos de estos jóvenes soldados que retornaban a la patria lo hacían pobres, enfermos y abandonados, incluso algunos de ellos al comprobar la situación se quitaron la vida. En este sentido merece la pena transcribir un párrafo más del citado artículo que denuncia la deplorable situación en quedaban estos jóvenes soldados españoles repatriados:

"Vuelve el campesino a su aldea, perdida la fuerza de los robustos brazos que antes le proporcionaba un jornal arañando fieramente la dura corteza de la tierra; el antiguo obrero entra en la ciudad con la triste convicción de que no encontrará en el taller el puesto que abandonó al acudir al llamamiento forzoso que la patria hace pesar sobre los pobres; vense condenados por la enfermedad o el exceso de brazos a la inacción y al hambre...".

Y esto es en cuanto a los que retornaron, pero hay que recordar a aquellos que no tuvieron la oportunidad de hacerlo porque perdieron la vida; entre 1895 y 1898 fallecieron en Cuba 44.389 militares españoles, de los cuales 41.288 lo hicieron como consecuencia de las enfermedades que contrajeron en tierras caribeñas. Con todo lo dicho se comprende que Blasco Ibáñez escribiera sobre los soldados que retornaban a la Península: "Vosotros sois españoles de tercera". Españoles de tercera porque los altos funcionarios e incluso obispos seguían cobrando puntualmente sus remuneraciones económicas.

Blasco Ibáñez desde la atalaya de un periódico como El Pueblo hizo denuncia social, buena parte de las veces de marcado acento radical aunque en otras ocasiones no falta la crítica de carácter costumbrista, en esta línea lo podemos emparentar con todos los matices que se quiera con Mariano José de Larra, no hace falta que lo expliquemos aquí; pero tampoco podemos olvidar que Joaquín Costa por aquellas fechas señalaba también que el regeneracionismo pasaba porque hubiera gobiernos que trabajasen por quitar el hambre en España.

El escritor valenciano, no cabe la menor duda, está en la historia de la literatura española, pero también en la historia del periodismo que ha sabido subrayar el sufrimiento de los más necesitados. Finalmente, como decía al principio de esta nota, no sé si Blasco Ibáñez debe ser considerado como un miembro de la Generación del 98, quizás hasta esta etiqueta literariamente hablando deba ser cuestionada, hay autores como Granjel que lo han hecho con tranquilidad y sin aspavientos; pero lo que creemos incuestionable es que fue una de las voces más comprometidas en esos años con los débiles y más necesitados, aunque también somos conscientes de la complejidad de su figura en esa época y también en las décadas posteriores. Una pregunta para finalizar: ¿de qué hablarían en París en 1902 Émile Zola y Vicente Blasco Ibáñez? Esto hubiera sido un buen argumento para una novela de Fernando Quiñones como hizo con Proust y Clarín en La visita.


Bibliografía

Álvarez Junco J. Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX. Madrid: Taurus, 2012.

Granjel LS. Panorama de la Generación del 98. Madrid: Ediciones Guadarrama, SL, 1959.

Hendrikx R. Algunos aspectos costumbristas en la obra valencia de Vicente Blasco Ibáñez. Tesina. Universidad de Utrecht, 2013.

Herrera Rodríguez F. Enfermedad y guerra colonial en Cuba y Puerto Rico. El Médico. Profesión y Humanidades. 1998; 683: 82-88.

Herrera Rodríguez F. Crisis y medidas sanitarias en Cádiz (1898-1945). Cuadernos de Historia de la Ciencia. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 1997.

Jover Zamora JM. La época de la Restauración. Panorama político-social, 1875-1902. En: Tuñón de Lara, M. Historia España. Vol VIII: Revolución burguesa, oligarquía y constitucionalismo (1834-1923). Barcelona: Editorial Labor, 1993; 269-406.

Millán Chivite JL. Cádiz siglo XX. Del Cádiz hundido al Cádiz que resurge (1898-1978). Editorial Silex, 1993.

Millás Covas JM. Vicente Blasco Ibáñez periodista y político. Triunfo. 8 sep 1973 [Consultado el 8 de noviembre de 2013]; XXVIII(571): 30-35. Disponible en: https://hdl.handle.net/10366/58627.

Orozco Acuaviva, A. En torno al 98. Las relaciones médicas entre Cádiz y Cuba. Medicina e Historia. 1998; 74.

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