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TEMPERAMENTVM ISSN 169-6011

 

 

CARTAS AL DIRECTOR

 

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Cultura y cultivo en la formación universitaria de los sanitarios

Francisco Herrera Rodríguez
Facultad de Enfermería y Fisioterapia, Universidad de Cádiz. Cádiz, España

Correspondencia: Facultad de Enfermería y Fisioterapia, Avda. Ana de Viya 52, 11009 Cádiz, España

Manuscrito recibido el 7.2.2013
Manuscrito aceptado el 11.2.2013

Temperamentvm 2013; 17

 

 

 

Cómo citar este documento

Herrera Rodríguez, Francisco. Cultura y cultivo en la formación universitaria de los sanitarios. Temperamentvm 2013, 17. Disponible en <https://www.index-f.com/temperamentum/tn17/t0313.php> Consultado el

 

 

 

 

 

 

Sr. Director: Se suele decir que la política es el arte de lo posible y no faltan voces que aplican este aserto o aforismo a la docencia, reclamando una dimensión pragmática del profesorado universitario que, según estas tendencias, debe aspirar a preparar técnicamente al alumno para convertirlo en el futuro en un cualificado profesional. No cabe duda de que ésta debe ser una de nuestras grandes aspiraciones como profesores universitarios y que para ello debemos aquilatar los objetivos, las competencias, los métodos y los instrumentos docentes, desde la bibliografía a las plataformas virtuales. Recientemente el profesor Antonio Campos, de la Universidad de Granada, ha escrito sobre el particular con gran lucidez:

"Un estudiante universitario habrá alcanzado el éxito si en el transcurrir de su vida académica adquiere una formación intelectual, técnica y moralmente decorosa, de una actividad profesional que lo capacite para el aprendizaje posterior más especializado y específico. El profesor habrá alcanzado el éxito si contribuye eficazmente al cumplimiento de ese mismo objetivo".

De acuerdo con el profesor Campos, pero todavía más de acuerdo con él cuando afirma que "un estudiante universitario habrá alcanzado el éxito si adquiere en el transcurrir de su vida universitaria una formación cultural acorde con el tiempo en el que le ha tocado vivir". No cabe duda de que todos los que nos dedicamos a este noble oficio de la enseñanza suscribimos estas reflexiones y que por eso mismo no sólo debemos pensar en la docencia como el arte de lo posible, sino que nuestra actividad debe estar impregnada también por lo que parece imposible o sea por la utopía, sobre todo en estos tiempos en que el pragmatismo inunda las aulas universitarias y nos encontramos en muchas ocasiones con una realidad poco deseable y que generalmente se disimula. Esta realidad dista mucho de encaminarnos hacia la utopía y sin embargo nos acerca mucho más a la distopía, es decir a convertir a la Universidad en una institución excesivamente pragmática, expendedora de títulos académicos, en la que encontramos algún profesor que otro que cultiva la apoteosis de las apariencias en los documentos de programación. De todo hay en la viña del señor y por eso abundan también los docentes que constantemente tratan de innovar en sus metodologías y que se reinventan a diario para no caer en una estéril rutina académica, aspirando con su trabajo a la preparación técnica y profesional del alumno, pero también a su formación cultural, teniendo muy presente ese pensamiento de Unamuno, que en principio puede parecer uno de los excesos verbales de don Miguel: "Menos cultura y más cultivo". Lo que encierra este pensamiento es nada más y nada menos que una actitud dinámica que precisamente nos puede acercar a la utopía de entender la cultura como algo vivo, alejándonos de la palabra escrita con la solemnidad de una enorme mayúscula, la Cultura, para entenderla en cambio como una labor diaria que permita encarar tanto la propia vida como las diversas circunstancias profesionales que se planteen. Conseguir que la cultura se entienda como cultivo y no como depósito inerte de acontecimientos del presente o del pasado, este es el objetivo; en este sentido compartimos plenamente las ideas del profesor Diego Gracia cuando preconiza que debe imperar en la formación de los futuros profesionales sanitarios una capacidad para discernir hechos y valores, de manera que esta actitud permitirá tomar decisiones personales y profesionales integrando de forma natural el presente y el pasado. Esta perspectiva docente, creo, nos acerca más a lo utópico y nos aleja de la poco deseable distopía, entendiendo este término como lugar no deseado, en este caso una Universidad en la que impera la mercadotecnia de los apuntes fotocopiados para superar las materias que se cursan. En buena medida esta es lamentablemente la distópica Universidad que encontramos a veces en los tiempos que corren; una Universidad en la que abunda el comercio de apuntes mal elaborados en vez del estudio de manuales, artículos, conferencias complementarias, documentales, etc. Esta es la apasionante tarea que nos interesa, la de formar a nuestros alumnos como profesionales y especialistas cultos para que sepan tomar decisiones teniendo en cuenta los hechos y los valores, y que encuentren sus respuestas o el camino para encontrarlas en un cuadro, en una escultura, en una novela, en un ensayo, en una obra de teatro, en una canción, en un documental o en una película. La labor del docente, creo, que debe estar encaminada a luchar contra ese mal endémico que abunda en los institutos y en las universidades (los malos apuntes volanderos), lanzando botellas con mensajes al mar que quizás sean abiertas antes del examen, después del examen o incluso años después de haber cursado la asignatura; por eso estas botellas que navegan solas por el mar del olvido deben estar llenas de arte, literatura, historia y filosofía para que cuando alguien las encuentre y las abra participe en la gran fiesta del cultivo de la cultura.

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