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TEMPERAMENTVM ISSN 169-6011

 

 

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Los adioses, portada de libro

 

Los adioses
Juan Carlos Onetti
Editorial Bruguera (Libro amigo). Barcelona (España). 1986, 157 págs.

Autor del comentario:
Francisco Herrera Rodríguez

Temperamentvm 2012; 16

 

 

 

Cómo citar este documento

Herrera Rodríguez, Francisco. Los adioses, de Juan Carlos Onetti [comentario de texto]. Temperamentvm 2012, 16. Disponible en <https://www.index-f.com/temperamentum/tn16/t2612.php> Consultado el

 

 

 

Una relectura de "Los adioses" de Onetti

    A mediados de los años noventa leí "Los adioses" y me causó una honda impresión; en ese momento relacioné a Onetti, siguiendo a críticos como Wolfang A. Luchting, con el Jean Paul Sartre de "La náusea", pero además quedó en mi mente la certeza de que la tuberculosis era el argumento central de la novela, incluso hoy compruebo que algunos estudiosos la siguen relacionando esencialmente con la "peste blanca", sobre todo teniendo en cuenta que el escritor uruguayo se inspiró para escribirla al realizar un trabajo periodístico en un sanatorio de Córdoba (Argentina). Onetti publicó esta novela en 1953 cuando ya otros escritores en castellano habían utilizado la tuberculosis como argumento literario, por ejemplo Roberto Arlt publicó en 1928, en La Nación, su historia "Ester Primavera" y Camilo José Cela en 1943 sacó a la luz "Pabellón de reposo". No entraremos a considerar aquí la simpatía de Onetti hacia Arlt, al que llega a dedicarle algún libro, y la incomodidad que le causaba Cela, compruébese lo que digo en el silencio significativo del uruguayo cuando lo interpela Soler Serrano en la memorable entrevista que le realizó en "A fondo".

No me parece mal esta lectura de "Los adioses", todo lo contrario; pero creo que se incurre en reduccionismo si no se tienen en cuenta otros matices. Evidentemente la tuberculosis está presente a lo largo y ancho de la novela; aunque no se cite la palabra maldita hay elementos para detectar su presencia: un personaje/narrador omnisciente que se arregla "con tres cuartos de pulmón", un sanatorio en la sierra, inyecciones, alguna tos que otra, un médico, un enfermero y un basquetbolista que adelgaza por momentos y que vive al margen de la institución hospitalaria, quizás como una última rebeldía ante el mundo. "Los adioses" es, pues, una deslumbrante novela sobre la tuberculosis, pero no sólo sobre la tuberculosis.

A estas alturas no vamos a descubrir que Onetti es uno de los escritores más modernos y tramposo que ha dado la literatura hispanoamericana en la segunda mitad del siglo XX, un escritor que encuentra su inspiración en su entorno más cercano (recuérdese cómo y dónde se inspira para escribir "El Astillero"), pero también en el universo creado por William Faulkner, por ejemplo, en "Absalom, Absalom", obra que por cierto casi consigue que el escritor uruguayo dejara de escribir, cosa que afortunadamente no se produjo. A la vez se debe tener en cuenta que el propio escritor es hoy materia literaria que puede ser motivo de estudio como persona o como personaje; no olvidemos a ese Onetti tímido, amante y amador de mujeres bellas e inteligentes -como Idea Vilariño-, fumador y bebedor empedernido como los personajes de las novelas policíacas y en sus últimos años sempiternamente acostado entre libros, visitas, humos y botellas de güisqui o de vino tinto. Ese Onetti que alguna vez vio esqueletos a su alrededor donde había personas y que a veces también tenía tendencias suicidas, y que como buen "deicida" hizo que se quitaran la vida tantos personajes suyos, quizás a modo de terapia personal.

No se trata de que hagamos aquí, en esta reseña, una psicobiografía del autor impregnada por su carácter personal o por las circunstancias sociales, culturales o económicas que vivió, sino de señalar el valor de la enfermedad o de las enfermedades como metáfora de la autodestrucción del ser humano en su obra. La enfermedad (personal y social) nombrada como locura, tuberculosis o suicidio, da igual, con la que se manifiesta la profunda soledad del ser humano; en este sentido compartimos plenamente la idea de Ramírez López de que la tuberculosis en la obra de Onetti "está al servicio de una visión marginal y degradada del mundo", forma parte de su imaginario pesimista y es una argucia o trampa más para construir y consolidar su universo literario. En esta línea, recientemente, Vargas Llosa ha resaltado la idea de Hugo J. Verani de que en Onetti hubo siempre "predilección por las enfermedades que carcomen (...) como el cáncer, la tuberculosis o la locura". Esto también lo ha sabido ver Luis Montiel al estudiar la obra de Thomas Mann. De hecho, en lo que se refiere a la tuberculosis en la obra de Onetti no puede extrañar porque la enfermedad está muy presente tanto en Argentina como en Uruguay (países en los que vivió). En Uruguay, a mediados de los años cuarenta la tasa de mortalidad era de cien por cada cien mil habitantes, mientras que mediados los cincuenta, gracias a los medicamentos y probablemente a las medidas preventivas, se redujo a 26,7, aunque la cifra seguía siendo muy significativa. En cuanto a Buenos Aires sólo habría que apuntar las milongas y tangos que reflejan el estigma de las tuberculosas y tuberculosos, aspecto que ha estudiado Diego Armus.

Quizás Onetti no presenta a la tuberculosis como un estigma social en "Los adioses"; pero sí como dice Susan Sontag como "un tipo de exilio" o podríamos añadir nosotros como una abdicación de la vida; en este sentido, tanto el almacenero extuberculoso como el basquetbolista parecen renunciar a su vida personal y construyen sus respectivas ficciones: uno, con su mirada mórbida y obsesiva al nuevo habitante que llega al lugar, al que pronostica que no se va a curar, y el otro huyendo de una posible realidad culposa que por momentos lo puede hacer feliz pero que a la vez parece que lo atormenta. "Los adioses" no sólo es una historia literaria sobre la tuberculosis, puede ser esto, pero sobre todo es una historia sobre la condición humana en que el punto de vista del narrador (el almacenero) parece que es definitivo y verdadero, y en cambio tan sólo es un punto de vista más o una interpretación subjetiva de la realidad que se presenta, y que en este caso concreto está teñido por matices que reflejan una mente vigilante, inquisitiva, obsesionada hasta límites paranoides, sobre todo cuando escruta la mirada del basquetbolista y los significados de cada una de sus sonrisas, hay momentos incluso en que insiste en el progresivo adelgazamiento del personaje en cuestión y se tiene la sensación de que esa delgadez es una degradación moral, algo así como lo que acontece en el retrato de Dorian Gray.

Está claro, Onetti -literariamente hablando- es un tramposo porque en "Los adioses" nos entrega una ficción dentro de la ficción, un punto de vista que puede parecer la interpretación certera de esta supuesta ficción real, pero a poco que se hurgue en la novela comprendemos que esa realidad puede ser muy distinta si el narrador de la historia fuera otro. Quizás se podrían escribir varias novelas, con significados diferentes, si el punto de vista imperante en la historia fuera el de la mujer mayor o el de la joven, el del enfermero o el de la mucama, y también sería otra novela diferente si el narrador omnisciente fuera el basquetbolista. Onetti, no cabe duda, fue un escritor muy moderno, desde sus primeros escritos supo romper con el costumbrismo y el provincianismo, como bien ha sabido ver Vargas Llosa, y sigue siendo fascinante hoy día muchos años después de su muerte. Susan Sontag dice que "la tuberculosis es una enfermedad del tiempo; acelera la vida, la pone de relieve, la espiritualiza"; pero sobre todo "metafóricamente, una enfermedad de los pulmones es una enfermedad del alma"; esto lo comprendió bien la escritora norteamericana y en lo que se refiere a "Los adioses" lo ha sabido apreciar Marcos A. Ramírez López. La tuberculosis, pues, es un personaje más de la novela del uruguayo, un punto de vista más, una enfermedad que carcome el cuerpo, sí, pero en este caso concreto sobre todo al alma. ¿Al alma de quién? Ahora sólo cabe que los futuros lectores agreguen a esta historia su mirada o su interpretación personal y construyan su propia novela.

Bibliografía

    Fernández, María Estela: Reseña de La ciudad impura. Salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires, 1870-1950 de Diego Armus. Población y sociedad. 2010; 17: 175-178.
    González Iglesias, María Elena et al: Tuberculosis y Literatura. Bilioteca Lascasas, 2006 (4). Disponible en: https://www.index-f.com/lascasas/documentos/lc0184.php [Consultado el 16 de noviembre de 2012].
    Herrera, Francisco: John Keats, ¿cuyo nombre fue escrito en el agua? Gipuzkoa Médica. 2012; 70: 23-26.
    Kronik, John W.: Pabellón de reposo: La inquietud narrativa de Camilo José Cela. Disponible en: https://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/08/aih_08_2_014.pdf [Consultado el 17 de noviembre de 2012].
    Luchting, Wolfang A.: El lector como protagonista de la novela. En Onetti, Juan Carlos: Los adioses. Barcelona: Editorial Bruguera (Libro Amigo), 1986, pp. 5-26.
    Montiel, Luis: La cura climática en "La Montaña mágica" de Thomas Mann. Balnea. 2006; 1: 63-78.
    Ramírez López, Marcos A.: Tratamientos (literarios) de la tuberculosis en Arlt y Onetti. Disponible en https://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/26_27_43_47.pdf [Consultado el 16 de noviembre de 2012].
    Sontag, Susan: La enfermedad y sus metáforas. Barcelona: Muchnik editores, 1984.
    Vargas Llosa, Mario: El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti. Barcelona: Punto de lectura, 2011.

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