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TEMPERAMENTVM ISSN 169-6011

 

 

EDITORIAL

 

 

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Sobre el sentido dinámico de la Historia

Isabel Antón Solanas
Diplomada en Enfermería, MSc in Nursing Studies, PhD Student (estudiante de doctorado)

Correspondencia: School of Nursing Midwifery and Health Visiting. The University of Manchester. Coupland Building 3. Coupland Street, Manchester M13 9PL Reino Unido

Manuscrito aceptado el 28.02.2005

Temperamentvm 2005; 1

 

 

 

Cómo citar este documento

Antón Solanas I. Sobre el sentido dinámico de la Historia. Temperamentvm 2005; 1. Disponible en </temperamentum/1revista/a0121.php> Consultado el

 

La importancia del estudio del pasado es un hecho sólidamente argumentado y comúnmente aceptado por los historiadores y el público en general. El estudio de la historia de una ciencia contribuye a descubrir su pasado, afianzar las bases que sustentan el presente, y elaborar directrices para el futuro desarrollo de la misma (Mellish 1984; Keeling y Ramos 1995; Lusk 1997; Rees y Howells 1999; Jordanova 2000; Melchior 2004). En consecuencia, el desarrollo de la profesión de enfermería, así como el entendimiento de su posición histórica frente al cuidado de la salud y la sociedad (Melchior 2004), debe pasar necesariamente por un conocimiento profundo de su propia historia. Es más, un mejor entendimiento del pasado nos lleva en gran número de ocasiones a una posición más ventajosa desde la que apreciar el cambio en el presente, e intentar aprender de los errores del pasado (McDowell 2002).

Somos testigos de un momento crucial a la par que apasionante para la profesión de enfermería (Maggs 1987). La ciencia enfermera avanza a pasos agigantados hacia el desarrollo de una teoría adaptada a una práctica cada vez más globalizada, y en este contexto internacional, la investigación de la historia de la enfermería constituye una necesidad y un reto apasionante que ha llegado el momento de afrontar (Maggs 1996; Rafferty 1997; Georges 2003). El estudio y la posterior difusión de los resultados de la investigación histórica serán claves para el futuro desarrollo de la enfermería, actuando como una verdadera fuente de identidad profesional (Lynaugh 1996 citado en Lusk 1997).

Sin embargo, el estudio del pasado no es precisamente una tarea fácil (McPherson 1996; Melchior 2004). En lo que al pasado de la enfermería se refiere, algunos autores afirman que la historia de la enfermería sigue siendo una ciencia en desarrollo en pleno siglo veintiuno (Hallett el al 2004). La investigación histórica no consiste únicamente en la mera recopilación de acontecimientos pertenecientes al pasado, si no en el estudio de la relación existente entre la evidencia disponible y la interpretación de los historiadores de esta evidencia (McDowell 2002). Clarifiquemos un poco más este punto.

Las primeras historias de enfermería comenzaron a aparecer en el mundo anglosajón hacia mediados del siglo diecinueve. Estos primeros trabajos surgieron a raíz de algunos movimientos reformistas de la enfermería, constituyéndose principalmente en recopilaciones del proceso de introducción de las reformas, estudios biográficos de los propios reformistas o glorificaciones del pasado de la enfermería, el cual, en aquel preciso momento, debía ser redescubierto para sacar a la enfermería del periodo oscuro en el que estaba sumida (Davies 1981 citado en Maggs 1987). Cada generación de historiadores ha tenido sus propias preocupaciones y valores, los cuales han ejercido cierta influencia sobre su percepción de los acontecimientos (Davies 1980; McDowell 2002). La historia de la enfermería, vista desde esta perspectiva convencional, ofrecía una narración de acontecimientos conectados y ordenados cronológicamente, tanto a nivel nacional como a nivel internacional (Davies 1980). Sin embargo, lejos de resultar inservible, este proceso evaluador y de auto-exaltación supuso avances importantes para la profesión de enfermería, contribuyendo en su momento a su rescate de esta época oscura y guiándola hasta alcanzar un nuevo y más elevado estatus (Davies 1980; Davies 1981 citado en Maggs 1987).

Hoy en día no obstante, es necesario producir una historia que sea la ratificación y no la glorificación del presente (Butterfield 1931 citado en Davies 1980; Maggs 1987). Este nuevo reto comienza con la asunción de que hay siempre una posición teórica desde la que partir, una posición desarrollada en la mayoría de los casos como una crítica a la historia convencional (Davies 1980).

La historia convencional no es una historia gobernada por la teoría, es más bien una sucesión de acontecimientos narrativos que destacan acontecimientos históricos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los acontecimientos no aparecen simplemente de entre las páginas de la historia, emergen como hechos destacables y significantes para gente en particular con intereses particulares (Davies 1980). Los historiadores no podemos contentarnos con ofrecer a nuestros lectores una simple narrativa coherente y conectada; no podemos dejar a un lado factores cruciales como la teoría o el método (Davies 1980). Toda investigación histórica debe organizarse en torno a un proceso sistemático, a una metodología determinada (Rees y Howells 1999). Ante un determinado acontecimiento histórico debemos preguntarnos ¿qué les preocupaba a los autores del momento? ¿Qué fuentes consultaron? ¿Qué fuentes descartaron? ¿Qué identificaron como relevante para su estudio y por qué? Éstas y otras cuestiones ofrecen tanto al historiador como al lector una perspectiva mucho más abierta e interesante de la historia, un camino abierto que nos puede llevar a descubrir nuevas fuentes, nuevas perspectivas y nuevas áreas de estudio (Davies 1980).

Esta práctica más reflexiva de la historia es sin ninguna duda más compleja, dado que su estructura es ciertamente más complicada que la simple narración cronológica de los hechos. Sin embargo, es necesario animar a los historiadores a reflexionar sobre su propio trabajo y sus estrategias de investigación, y examinar qué opciones rechazaron y cuáles aceptaron. Los historiadores deben ser capaces de articular un marco de acción, manteniéndose abiertos a posibles cambios, desarrollos y modificaciones. El resultado final de sus trabajos será mucho más valioso, estimulante y provocativo, capaz de ofrecer una base para la comparación, el criticismo y la reflexión, cosa que la narrativa convencional raramente ofrece (Davies 1980).

La concepción tradicional de la historia como una simple narración de acontecimientos lleva a la creencia de que la historia es una ciencia pasiva cuando no muerta o inamovible (Brundage 1989); una sucesión de acontecimientos, organizados cronológicamente y de forma inalterable, excepto por algún descubrimiento ocasional escondido en un paquete de cartas encontradas en un ático o enterrado varios metros bajo tierra. Curiosamente, a pesar de que esta tradicional compilación de fechas y nombres resulta cuando menos aburrida, es ésta la concepción predominante. Sin embargo, la historia bien entendida es exactamente lo contrario; es más bien un proceso dinámico, que requiere un proceso intelectual rico y variado que conduce a un mejor y más profundo entendimiento del mundo que nos rodea (Brundage 1989). Es indudable que la historia estudia el pasado, pero un pasado que está en constante diálogo con un presente siempre en desarrollo, respondiendo a nuevas cuestiones y revelando patrones frescos para iluminar la condición humana. Así es como la historia debe ser entendida por los propios historiadores y, en su momento, transmitida al público en general (Brundage 1989).

Este concepto dinámico de la historia choca con el concepto estático tradicional. El pasado se vuelve cambiante, apasionante, ofreciendo diferentes perspectivas y respuestas para cada cuestión. Aunque esto no debería significar que cada uno puede modelar la historia a su antojo. Existen procedimientos rigurosos que deben ser respetados en el marco de la investigación histórica, en la selección y la interpretación de las fuentes, y en la presentación de los resultados (Brundage 1989; Rees y Howells 1999).

Un concepto esencial en el entendimiento de la historia como un proceso dinámico es el concepto de revisionismo, entendido como una búsqueda sin fin de nuevas fuentes, perspectivas, conceptos metodológicos e interpretaciones (Brundage 1989; McDowell 2002). Este concepto ha pasado a ocupar un lugar central en el marco de la investigación histórica en los últimos siglos, debido principalmente a cambios de índole social, económica y política (Brundage 1989). La investigación histórica representa la pregunta sistemática sobre el pasado y el intento de separar la verdad de la ficción en los acontecimientos pasados, siempre basada en la revisión y análisis de material histórico relevante y suficiente (McDowell 2002). Desarrollando su investigación en base a estos métodos y materiales cambiantes, los historiadores serán capaces de ofrecer un pasado siempre nuevo, vivo, al presente (Brundage 1989).

Todo en el mundo social o natural está sujeto al cambio con el paso del tiempo. El cambio ocurre constantemente, de manera que los humanos somos de todo punto incapaces de congelar la realidad, excepto quizá cuando recurrimos a la evidencia histórica en forma de material escrito o fotográfico. Así, al tiempo que la velocidad de cambio aumenta, también crece la necesidad de revisar nuestro pasado (Howell y Prevenier 2001; McDowell 2002). Esto se debe al hecho de que una de nuestras más fundamentales señas de identidad como seres humanos viene dada por la historia; al tiempo que nosotros cambiamos, también la historia debe ser transformada (Brundage 1989). Estamos rodeados por restos del pasado como edificios, el paisaje, utensilios o material escrito, impreso y visual. Esta colección de restos del pasado puede enriquecer el entendimiento de nuestra propia sociedad y de otras culturas, ya que individualmente nuestro conocimiento del pasado es más bien imperfecto y fragmentario. La historia nos brinda la oportunidad de entender y apreciar el pasado, de distinguir entre mito y realidad, y de ver aquellos elementos del pasado que de alguna manera tienen la capacidad de influenciar el futuro. La historia permite adoptar una perspectiva desde la que observarnos a nosotros mismos y a la sociedad, centrada en los actos humanos y en sus consecuencias para otros individuos y para la sociedad (McDowell 2002).

Es necesario que los historiadores adquieran conciencia de la importancia de su trabajo para el presente y el futuro desarrollo de la profesión de enfermería, siendo conscientes de las fortalezas y limitaciones del mismo, de la metodología utilizada en el análisis y la interpretación de los datos cuando sea conveniente, y de la naturaleza de la evidencia utilizada en la investigación. El desarrollo de la historia de la profesión de enfermería es un proyecto apasionante y dinámico, siempre nuevo y abierto a nuevas perspectivas e interpretaciones que, como decíamos anteriormente, ha llegado el momento de afrontar.

Bibliografía

Brundage, A (1989). Going to the Sources: A Guide to Historical Research and Writing. Arlington Heights, Illinois: Harlan Davidson.
Butterfield, H (1931) citado en Davies, C (1980). Rewriting Nursing History. London: Croom Helm.
Davies, C (1980). Rewriting Nursing History. London: Croom Helm.
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Georges, JM (2003). An emerging discourse: Toward epistemic diversity in nursing. Advances in Nursing Science 26(1): 44-52.
Hallett, CE, Abendstern, M & Wade, L (2004). The struggle for sanitary reform in the Lancashire cotton mills, 1920-1970. Issues and Innovations in Nursing Practice 48(3): 257-265.
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Jordanova, L (2000). History in Practice. New York: Oxford University Press.
Keeling, AW & Ramos, MC (1995). The role of nursing history in preparing Nursing for the future. N & HC Perspectives on Community 16(1): 30-34.
Lusk, B (1997). Historical methodology for nursing research. Image: The Journal of Nursing Scholarship 29(4): 355-359.
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McPherson, K (1996). Bedside Matters: The Transformation of Canadian Nursing, 1900-1990. Oxford, UK: Oxford University Press.
Melchior, F (2004). Feminist approaches to nursing history. Western Journal of Nursing Research 26(3): 340-355.
Mellish, M (1984). A Basic History of Nursing. London: Butterworth Publishers.
Rafferty, AM (1997/98). Writing, researching and reflexivity in nursing history. Nurse Researcher 5(2): 5-16.
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