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Presencia 2007 ene-jun; 3(6)

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Presencia 2007 ene-jun; 3(6)

Manuscrito recibido el 01 de mayo de 2007
Manuscrito aceptado el 29 de mayo de 2007

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Entrevistas y Reportajes

Conviviendo con mi delirio. Las voces me ayudan

Antonio Madueño Urbano1.

1Auxiliar de enfermería de salud mental. Centro de trabajo: Unidad de Salud Mental. Hospital Regional Universitario Carlos Haya. Málaga.

Correspondencia:Centro de Trabajo:  Avda. Dr. Gálvez Ginachero s/n. 29009. Málaga. España.
 

Cómo citar este documento:
Madueño Urbano A. Conviviendo con mi delirio. Las voces me ayudan. Rev Presencia 2007 jul-dic;3(6). Disponible en <https://www.index-f.com/presencia/n6/75articulo.php> [ISSN:1885-0219] Consultado el


Resumen
Conviviendo con mi delirio. Las voces me ayudan.

La realidad de un psicótico es diferente a la del resto de las personas. A través de su actividad delirante se construye un mundo particular, lo cual suele dificultar la comprensión de un individuo con esta patología. Los patrones culturales en este tipo de pacientes pueden ser muy diferentes, puesto que sus normas morales y costumbres pueden estar relacionadas con la alteración en la percepción de la realidad. Convivir con el delirio no debe ser fácil, y peor aún teniendo que asumir las alucinaciones auditivas en su vida cotidiana. Aquí, Manolo nos cuenta su experiencia con la enfermedad que, aunque la niega, nos permite aproximarnos al sufrimiento que le depara.
 

Abstract
Coexistensing with my delirium. The hallucinations help me.

The reality of a psychotic is different from that of the rest of the people. Through their delirious activity a particular world is constructed, which usually makes difficult the understanding of an individual with this pathology. The cultural patterns in this type of patients can be very different, since their moral rules and customs can be related to the alteration in the perception of the reality. To coexist with the delirium does not have to be easy, and worse still having to assume the auditory hallucinations in its daily life. Here Manolo tell us about his experience with the illness that, although he denies it, allows us to approach to the suffer him.

Palabras claves: Psicótico/ Delirio/ Alucinación.

Keywords: Psychotic/ Delirium/ Hallucination.


Introducción

    Tratar de comprender la vivencia de una realidad alterada perceptivamente y, por consiguiente, diferente a la percibida por el grupo de referencia al que pertenece Manuel, nos ha motivado a pedirle que nos cuente su experiencia con la enfermedad mental. Él fue diagnosticado como esquizofrénico y lleva alrededor de 30 años con esta etiqueta a cuestas. Así, Manuel se ha visto obligado, como tantos otros pacientes, a convivir con su enfermedad. Convivencia que, hasta el día de hoy, sigue sin ser nada fácil, tanto por el sufrimiento que le generan sus síntomas positivos, como por las dificultades que supone vivir en un entorno hostil que no comprende y, en muchas ocasiones, no admite su �diferencia�.

    Como a muchos otros, cuando se produce un fuerte impacto en su vida emocional, como fue la enfermedad terminal de su padre, Manuel �debutó� como paciente en el servicio de salud mental, poco después de realizar el servicio militar. Son muchas las situaciones que pueden operar como factor desencadenante de un trastorno mental, sobre todo cuando existe predisposición a padecer el trastorno y un alto nivel de vulnerabilidad.

    En el momento de solicitarle su colaboración, lleva ingresado en la Unidad de Salud Mental (entendida como unidad de crisis) 40 días; y no planteaba problemas ni con la medicación, ni a nivel relacional con otros compañeros, ni con el personal. Su familia nunca viene a verlo. A veces se le observa emitiendo soliloquios. Y muestra una habilidad especial para conseguir cigarrillos de sus compañeros o del personal. Le conocemos desde hace dieciséis años, de cuando acudía al centro de salud mental comunitario para que se le administrara la medicación depot.

    Nos ha parecido un caso ilustrativo de la evolución de una patología psicótica y por esto decidimos hacerle una entrevista en profundidad1, obteniendo el relato de vida que exponemos a continuación casi en su totalidad.

    Le propusimos que nos contase cuáles habían sido sus experiencias a lo largo de su vida y sobre todo sus vivencias en relación a la enfermedad mental que padece. Esas experiencias son su propia verdad, en el mundo que él ha constituido como suyo. Lo más sorprendente, a nuestro entender, resulta cómo ha vehiculizado una experiencia negativa (como es el hecho de escuchar voces), en algo positivo, que le ayuda en la vida cotidiana, le da perspicacia a la hora de existir. Sin embargo, el conflicto más acuciante que dice tener es una relación de conflictividad con sus hermanos, con quienes convive, que le han dejado la habitación más pequeña de la casa y han puesto cerraduras en sus respectivas habitaciones, quienes, además, le administran la economía personal y parece que tienen dificultad para proporcionarle recursos básicos como los alimentos o el vestido.

    Al proponerle la entrevista, el informante estuvo dispuesto a colaborar, incluso con ilusión por tener esta oportunidad. Las dificultades que nos encontramos a la hora de poder realizar la entrevista son las propias de la dinámica de una unidad de crisis (agudos): encontrar el tiempo, el espacio y la comprensión de los compañeros de turno.

    La grabación obtenida en la entrevista fue transcrita íntegramente y sin modificación alguna. Posteriormente se ha hecho un análisis cualitativo del contenido2, para de esta forma agrupar las temáticas que han surgido en la entrevista con un orden cronológico. Hemos tenido que hacer más preguntas de las que nos hubiesen gustado, para reconducir la entrevista en muchos momentos, porque de no ser así la dispersión en el discurso era tal, que hubiera hecho difícil el relato de vida.

    Esta experiencia ha sido muy enriquecedora desde la perspectiva profesional, una entrevista sin ningún objetivo terapéutico, simplemente para conocer las vivencias del informante, escuchar cuál es �su realidad�, a través de sus propias palabras3.

Bibliografía

1.Taylor SJ, Bogdan R. Introducción a los métodos cualitativos de investigación. Barcelona: Paidós Básica, 1998.

2.Castillo Franco A. El signo de la complicación. El relato de un paciente en su preoperatorio. Index Enferm (Edición digital) 2002; 39. Disponible en: /index-enfermeria/39revista/39_articulo_48-52.php. Consultado el 23 de Febrero de 2007.

3.Amezcua M, Hueso Montoro C. Cómo elaborar un relato biográfico. Arch Memoria, 2004; 1. Disponible en: /memoria/metodologia.php. Consultado el 20 de Febrero de 2007.

Relato biográfico

Me presento: Me llamo M.G.P., tengo cincuenta y cuatro años, nací en Málaga, en el hospital 18 de julio, y vivo en la calle.

Acontecimientos de mi infancia: Cuando yo era chiquitillo nos íbamos por ahí a corretear, por la Palmilla,  y en el campo del agua donde está la gasolinera del puente de la Reina; nos gustaba ir allí, al campo. Con los niños tuve una experiencia que me dejó un trauma muy fuerte. Allí había un túnel [se refiere a un tubo de regadío] por el que nos metíamos y salíamos los niños con cinco o seis años. Teníamos conciencia, yo me acuerdo perfectamente, se me erizaron los pelos con lo que ocurrió. Por un tubo, en una arqueta para vaciar el agua del campo que estaba sembrado, éramos niños y no hacíamos daño; claro unas personas mayores cuidando del campo tendrían que tener más respeto por las criaturas. Venía un tío muy grande y estábamos por allí, veíamos cosas curiosas para nuestra edad, cosas que salían de la tierra  y cuando vimos a un tío corriendo, porque nosotros miramos para todos los lados, el campo nos gustaba, arboleda  por aquí y por allí. Venía un tío muy mal vestido corriendo hacia nosotros y claro como éramos cuatro o cinco niños de cinco o  seis años o siete, levantábamos un palmo así del suelo [señala desde el suelo hasta una determinada altura], salimos corriendo y decíamos: ¡que viene un tío muy grande, que viene un tío muy grande! Y ya no buscamos el boquete por el que entramos, entonces saltamos por lo alto del paredón, porque el tío venía con muy mala leche y yo no me enteré de nada, pero al día siguiente o a los dos días yo no salía de mi casa, porque ese tío asesinó a uno, cogió a un niño y lo asesinó, eso es cierto. Uno de mis amiguillos que no se atrevió a saltar el paredón del río, porque estaba muy alto, y yo le decía salta, salta, que yo voy a saltar, que yo me tiro, y me tiré, salté y seguramente a él lo pillaron. Fue al día siguiente cuando dijeron que a un niño lo han matado, lo han hecho picadillo. Ya no me atrevía yo a salir por ahí a ningún lado, me dolía mucho porque yo sabía que era mi amigo, ya no lo vi más, pero sabía que era mi amigo, que no hacíamos daño, el daño que podíamos hacer cuatro o cinco niños de esa clase no era tanto, no era tanto daño como el que le hizo ese hombre al niño.

    Todo era malo, malo, malo. No fue sólo eso, también con un poco más de edad una muchacha que me quería mucho, de allí de mi misma vivienda, un patio de vecinos, yo la vi de morir; entrar por la puerta de la vivienda de la chica esta, y se desmayó y se murió. Me quería mucho, cuando venía del trabajo me buscaba y me daba besos, le gustaba estar conmigo y se murió, yo la vi de morirse, de desmayarse y morir. Yo tendría ocho años, ella era mayor, tendría veintitantos años, tenía un novio, pero yo le hacía gracia a ella, le gustaba y ella venía a mi casa a darme besos, decía: �¿donde está su hijo?�, y venía a verme, �¿dónde está el Manolillo?�,  y el verla también de morirse me impresionó eso demasiado, una impresión enorme.

    Lo próximo fue un porrazo en la nariz, que me dio un niñato de allí; yo estaba jugando solo con mi pelota, ya hacía las cosas solo, y miraba a la gente de otra manera, las miraba muchas veces. Yo quería jugar a la pelota con ellos, y me dieron un cabezazo y me dejaron un chichón aquí, que todavía lo tengo, toca [hay que tocarle un bulto que tiene en la coronilla]; y  me dicen:  �tú no juegas�, y me caí para atrás y golpeé contra el suelo con doce años o por ahí. Me aislé, pero yo no me aislaba totalmente nunca.

Mi primer ingreso: Mi primer ingreso fue después de la mili. La mili la hice bien, en infantería de marina, estuve en Cartagena dos meses y después me trasladaron a Cádiz,  ciento cuarenta y cinco días en la isla de Alborán; me dieron diez días  libres, el mes de permiso también.  Yo no ingresé por problemas psiquiátrico, era por mucho dolor de mi padre que se murió. Cuando estaba muriéndose mi padre, y me dolía mucho que se muriera, con cincuenta y ocho años murió, y eso me dolió demasiado, no era psiquiátrico, me encontraba muy triste porque mi padre se estaba muriendo. Yo sólo pensaba en agarrarme al dolor de mi madre; yo no podía abandonarla. Me metió mi hermana, yo me iba con mis amigos a divertirme; a la niña yo no la soportaba porque hacía sufrir a mi madre y yo me tenía que ir por no hacerla de sufrir más.

La contención mecánica: Sí, me han sujetado, me ponía muy alterado; yo represalia contra nadie, no soy vengativo, no me gustaba hablar con él [se refiere a alucinaciones auditivas], una vez nada más, hace muchos años; yo nunca he sido belicoso, si he sido belicoso ha sido verbalmente.

Las voces: La verdad es que si, escucho voces [parece sorprendido por la pregunta], y ahora las escucho con más potencia, tú no las escuchas porque no tienes el oído fino. Con las voces siento la conexión en mi oreja, como si fuera un teléfono inalámbrico que me han pegado a mí en la oreja, que ellos están escuchándome a mí y a ti. Me han ayudado mucho (...). No me crean problemas, yo nunca fui un cobarde por escuchar voces, porque un amigo que me enseña, que me da la perfección, de prosa, de un verso (...), contra nadie, como los cánticos que me critican a mí en mi casa, la palabra verdadera que te la explico de carretilla en mi casa, y ellos no quieren sólo palabras entrecortadas, y de palabras estúpidas, necias e ignorantes, y que lo que quieren es carcajearse de mi padre, carcajearse los tres [se refiere a sus tres hermanos]. Las voces  de mi padre celestial, que es como un amigo, un padre que me ayuda mucho y me quiere mucho, que me ha dado mucha inteligencia, todas las noches al dormir me he sentido con él muy simple y muy amable, como si fuera después de volver de la iglesia, y te confiesa, pues igual. Esa voz le reconocería yo ahora mismo, como mi maestro, mi profesor, tiene música que me ha enseñado a cantar coplas y a darme cuenta de cómo son la gente, la clarividencia de la gente y la que me ha dado a mí, yo no estoy loco, yo soy una persona sencilla que esa clarividencia me ha dado aquí, por aquí y por aquí [se señala los dos oídos], ambidiestros, un padre y un hijo, primero mi padre y luego mi hermano, uno que tengo por ahí que me han conectado a mí, que son voces, pero que no son voces, son personas que tienen unos aparatos conectados y a eso le enchufan un teléfono inalámbrico, y me dicen que no abandone la casa de mis padres, que son dos panes.

Delirio con la familia: Gracias a las voces me despertaba la mente, para darme cuenta que mis hermanos se carcajeaban de la muerte de mi padre, y a la hora de la muerte de mi madre no estaban ninguno conmigo, yo estuve en vela y ellos durmiendo, el Salvador comiendo jamón (...). Mis padres no han muerto porque he soñado con ellos y los he vuelto a ver después de muerto, no pueden morir, simplemente me han demostrado y es verdad, es razonable, lo que es cierto es cierto, he descubierto que son Adán y Eva y Caín los tres hijos que han tenido mis padres. No tengo ningún hermano real, S. y R. que son Adán y Caín y la madre Eva, maricones los dos y ella una furcia porque le han hecho a su marido que le pegara y sólo le veía sentido a tirarse en la cama y ver la tele en la cama, y sin un sentido lógico de un deber para hacer lo perfecto y lo correcto para ir a curarse. Está muy enferma de la cabeza, y es Eva; yo no puedo verla porque se portó mal con mi padre y conmigo; esta mujer no tiene nada en común es Eva, las voces me han dicho que no es lógica, me demostró que R. es Caín, S. es Adán y A., Eva. Que son los conquistadores de tu historia, Napoleón, Hitler, la última historia de conquista, los tres que apagaron los vasos iluminados que había en el cielo. Ellos son rompetechos, son ladrones, han robado antes, pero ahora sé que han robado, el grande, dejó seca la tienda donde trabajaba un buen amigo mío, no tuvo otra cosa que hacer que romper el techo y bajó con una cuerda, no dejó en la tienda ni un pañuelo para que se limpiara las lágrimas el dueño del local.

Lo que he hecho en todo este tiempo: Meditando sólo y algo más, tengo que trabajar algo más, yo he meditado y trabajado, ayudando a muchos amigos, ayudé a mi amigo gordo, J.A., me iba con él de farmacias, unos cuantos años he tirado con él, repartiendo medicinas, luego paquetes, me daba algo de dinero, yo hacía cosillas, luego le ayudaba con los paquetes, porque estaba ya malo yo; me daba mil pesetillas, y cuando era más grande me daba más, y me divertía con él; cuando cambió de trabajo y compró otra furgoneta, una ford transic, y repartíamos paquetes y ahí me daba algo más porque hacia trabajos más fuertes. Iba meditando, me divertía con él, me lo pasaba bien, íbamos al bar, echaba dinero en la maquina mientras que yo miraba y eso supuso que alguna vez yo también le echara dinero, una, dos, o tres monedas; eso no es malo ¿no? digo yo [pide consentimiento]. Siempre cogía algo, estaba mi madre en vida, ella me daba de comer, y algunas veces le decía hoy no puedo ir porque mi madre está más malilla y él lo lamentó mucho y tubo que buscarse a otro.

El seguimiento ambulatorio: Me ve el doctor R., antes me veía la doctora G., me gustaba ella y el doctor R. no me gusta. Ya no voy,  porque me dieron una inyección y me tenía que ir andando; le dije que me diera dinero para el autobús y no me lo dio [se refiere a su hermano]. Ya no tomaba ninguna medicación, me cortaron el dinero, y yo digo: ¿dónde están los setecientos euros?, ni para un paquete de tabaco, ni para el autobús para ir a pincharme, mis hermanos se pusieron muy chulos, y bueno, fui a pincharme andando, y me tuve que venir andando, pero me dio un dolor enorme en la pierna y tuve que aguantarlo y yo no me cortaba (...). Las voces me han dicho que no me voy a morir porque no tome la medicación, porque tenía que venir aquí y saber esto y tenía que encontrarme en este estado, y tomar medicinas y reponerme,  tomar fuerzas.

El ingreso actual: Mis hermanos mandaron diez policías, ellos no te llamaron a ti o al P., tu amigo el enfermero que iba a pincharme allí a mi casa. Si P. o tú vais allí con una ambulancia yo me vengo con vosotros y sin problemas. Mi comportamiento era que yo ya descubría que ellos quieren el poder, quieren ser jefes del ayuntamiento, el chiquitillo, que sólo está con el ordenador, y sólo tiene arena en el ordenador, y marca muchas letras con sus anteojos que son dos culos de botellas, ese no te ve a ti. Cuando llegan a mi casa la policía y un hombre muy viejo; estos le habrán dicho que yo soy un ladrón o un asesino; pegaron en mi puerta, y les dije que me buscaran mañana que quiero dormir; dijeron: �que abras o echamos la puerta abajo por favor�, abrí la puerta y el médico habló conmigo, un policía me dijo: �yo te conozco a ti Manuel�, era amigo mío, me metieron en la ambulancia y me pusieron el cinturón de seguridad, ellos que son muy escandalosos le habrán dicho que soy un loco o un asesino, porque yo cuando me levanto me voy a la calle. Yo estoy bien; y estaba bien; llevaré aquí un mes y veintitantos días. Aquí estoy perfecto, recobrando fuerza, aquí me dais lo justo para dormir bien, todo perfecto, sin inyecciones para moverme bien y caminar. Me gustan las enfermeras, los amigos como tú, los amigos que saben preguntar, que saben lo que están haciendo. Me gusta la gente buena.

El futuro: Para ver a esos dos no quiero salir de aquí, pero para luchar contra ellos dos si, para luchar con el teléfono inalámbrico que no se percibe que ellos lo tienen también, con el ordenador, pero el policía era mi amigo y se lo expliqué: mira L. qué pasa aquí, tú tranquilito, deja el agua correr que todo el agua llega a su sitio. Siempre tengo amigos en la calle y no enemigos pero hay algunos que están escondidos que parece que hacen enfermos. Qué quieres que te diga, luchar contra esos dos, porque buscar una casa ahora vale una millonada, para tener mi sueldo para mí, ellos gastan mi sueldo, tienen un ropero lleno de abrigos, trabaja en el ayuntamiento y por la tarde tiene otro trabajo, él tiene tres sueldos, el de por la mañana, el de por la tarde y el mío, porque él me arregló la paga con ese interés. Tomaré la medicación pero los pinchazos no, que me hacen polvo los pies. Yo lo que quiero es mi dinero para comprarme mi comida, yo no pienso abrir ni la nevera, el Salvador no sale en todo el día de allí, porque quiere vivir de mi sueldo, cuando se lo quite tendrá que trabajar digo yo ¿no?

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