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PRESENCIA ISSN:1885-0219 2014 n20 p10229

 

 

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Resilientes vs. psicópatas

Paula Pérez Lago,1 Patricia González Álvarez,2 María Mateo Estévez,3 Pablo Alonso Villar4
1Enfermera, S.A.P. Beiramar (Pontevedra), España; 2Auxiliar de Enfermería, U.H.B. Psiquiatría, Hospital Nicolás Peña, EOXI Vigo (Pontevedra), España; 3Enfermera, Servicio de Medicina Interna, Hospital Cíes. EOXI Vigo (Pontevedra), España; 4Enfermero Especialista en Salud Mental, Equipo de Continuidad de Cuidados de Psiquiatría, Hospital Nicolás Peña, EOXI Vigo (Pontevedra), España

Manuscrito recibido el 12.6.2014
Manuscrito aceptado el 26.7.2014

Presencia 2014 jul-dic; 10(20)

 

 

 

Cómo citar este documento

Pérez Lago, Paula; González Álvarez, Patricia; Mateo Estévez, María; Alonso Villar, Pablo. Resilientes vs. psicópatas. Rev Presencia 2014 jul-dic, 10(20). Disponible en <https://www.index-f.com/presencia/n20/p10229.php> Consultado el

 

Sr. Director. A lo largo de nuestra vida se producen, de forma irremediable, situaciones que van a interrumpir el cotidiano discurrir de nuestra existencia de nuestra historia vital. Estas circunstancias, acaecidas de forma consustancial al paso del tiempo y a nuestro desarrollo personal-vital o bien sobrevenidas de forma accidental e inesperada, sacudiendo nuestras emociones, para bien o para mal, y poniendo a prueba nuestro equilibrio emocional, alteran nuestro ciclo vital generando cambios, bloqueos, giros y en general "crisis existenciales".1

Estas "crisis" pueden ser vividas como algo negativo, que genera dolor y sufrimiento o como una oportunidad para el cambio y la superación. Algunos autores como Erikson o Caplan proponen que el momento crítico no sólo tiene un componente patológico, sino que también es una oportunidad de crecimiento y desarrollo, de manera que la crisis representa un riesgo psicopatológico al situar a nuestro organismo de forma temporal en una situación de vulnerabilidad para desarrollar el trastorno mental, pero a la vez también una oportunidad para desarrollar el afrontamiento y el autoconocimiento personal.2,3

La manera en que vivamos estas situaciones críticas y cómo las incorporemos a nuestra trayectoria vital, influirán directamente en nuestra capacidad para continuarla, superando un trauma o fortalecidos tras una experiencia vital. Para ello resultan determinantes los apoyos interpersonales y sociales con los que podamos contar, pero además, en estos tiempos que nos toca vivir, en los que los valores sociales que siempre nos acompañaron parecen desaparecer y se sustituyen por conductas de provecho personal al margen de lo que la mayoría entendemos como justo o moralmente correcto, resulta muy importante recuperar esta cualidad humana y agarrarse a ella para no ser arrastrado, igual que Ulises, por los cantos de sirena que nos podrían seducir a nivel personal, pero destruirnos como sociedad... ¿Qué hacer en una situación así? probablemente sólo haya una salida inteligente (emocionalmente hablando): utilizar una herramienta que se cree que puede ser uno de los mayores atributos que posee el ser humano y que más le pueden definir: LA RESILIENCIA.

Desarrollar una conducta resiliente implica saber que existen dos momentos: en primer lugar la resistencia frente a la destrucción o la capacidad de proteger la propia integridad a pesar de la presión y las situaciones límites. En segundo lugar la capacidad de construir o reconstruir tu propia vida a pesar de las circunstancias difíciles. Todo el mundo, en cualquier etapa de su vida y en cualquier ámbito, puede encontrarse en una situación traumática que podría superar, y al hacerlo, salir fortalecido pues ha adquirido nuevas experiencias y estrategias de afrontamiento que favorecerán el crecimiento de los valores de resiliencia personal. Por eso podemos hablar de educar y favorecer la resiliencia. El desafío consiste en encontrar la manera de promover la resiliencia en cada persona, tanto individualmente como en las familias y las comunidades.

Los inmigrantes, los exiliados políticos, los sometidos a regímenes totalitarios carentes de toda capacidad de expresión, son, por poner algún ejemplo, escenarios donde sin capacidad de resiliencia no se podría sobrevivir sin sufrir daños en la línea de flotación de nuestra salud mental. Pero quizá el mayor ejemplo de una conducta resiliente lo encontremos en uno de esos grandes personajes que de vez en cuando escriben la Historia de la Humanidad con letras mayúsculas. Nos referimos a Nelson Mandela, conocido entre sus más próximos como Madiba, un título honorífico otorgado por los ancianos de su clan. Mandela sufrió la persecución hasta el punto del encarcelamiento por ponerse delante del tren del régimen político dictatorial de Sudáfrica. Tras 27 años de sufrir el aislamiento de estar en prisión sin cometer mayor delito que señalar al grupo la conducta destructiva del apartheid, fue capaz, no sólo de reconstruir su vida personal sin emplear el odio hacia sus perseguidores, sino que también consiguió reconstruir y desarrollar la democracia en su país, convirtiéndose en su presidente. Ninguna de las dos cosas habrían sido posibles si no creyera en su capacidad de resiliencia desde su celda de 6 metros cuadrados. Sin duda, fue tenida en cuenta para que se le otorgaran más de 250 premios y reconocimientos internacionales durante cuatro décadas, incluido el Premio Nobel de la Paz en 1993.4

Pero ¿cómo consiguió Mandela resistir hasta tal punto sin derrumbarse? Como él mismo reconoció "la inspiración es la clave para conseguir sacar lo mejor de nosotros mismos y hacer las cosas lo mejor posible superando nuestras expectativas". Nelson Mandela leía un poema breve escrito por el poeta inglés William Ernest Henley, Invictus:

En la noche que me envuelve, negra como un pozo insondable, doy gracias al dios que fuere por mi alma inconquistable.
En las garras de las circunstancias no he gemido ni llorado. Ante las puñaladas del azar si bien he sangrado, jamás me he postrado.
Más allá de este lugar de ira y llantos acecha la oscuridad con su horror, no obstante la amenaza de los años me halla y me hallará sin temor.
Ya no importa cuán recto haya seguido el camino, ni cuántos castigos lleve a la espalda, soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma
.
5

Curiosamente, a nivel personal, hemos podido comprobar que este mecanismo de supervivencia, que lo es, no sólo evita que te hundas, sino que te permite incluso salir fortalecido de la situación, cumpliendo el dicho de que "lo que no te mata, te hace más fuerte". Y verdaderamente es así, porque cuando el tiempo pasa y se pueden ver las cosas en perspectiva, a toro pasado, como se suele decir, te das cuenta que ha sido una experiencia vital única que ha generado una gran sensación de capacidad y valía que se podrá utilizar en el futuro. Creemos que sólo así se puede entender el porqué de las desgracias; sólo sabiendo aprovechar de lo malo algo bueno crecemos interiormente, en definitiva, evolucionamos.
 

Bibliografía

1. Fernández Márquez LM. Modelo de intervención en crisis: En busca de la resiliencia personal. Máster para adultos del grupo Luria [Internet]. 2010, Junio [citado 26 Mayo 2014]. Disponible en: https://www.luriapsicologia.com/TRAB%20MODELO%20DE%20INTERVENCION%20EN%20CRISIS%20-Lourdes%20Fernandez.pdf.

2. Erikson EH. El ciclo vital completado. Barcelona: Paidós Ibérica; 2000.

3. Caplan G. Aspectos preventivos en salud mental. Barcelona: Paidós Ibérica; 1993.

4. CIDOB [base de datos en internet] Barcelona: Ortiz de Zárate R. 2014 [citado 26 Mayo 2014]. Disponible en: https://www.cidob.org/es/documentacio/biografias_lideres_politicos/africa/sudafrica/nelson_mandela.

5. Henley WE. Poems[Ebook]. EEUU: Proyecto Gutenberg; 1998[ citado 26Mayo 2014]. Disponible en: https://www.gutenber.org/ebooks/1568.

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