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PRESENCIA revista de enfermer�a de salud mental ISSN: 1885-0219

 

 

EDITORIAL

 

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Trastorno mental y atención comunitaria

Antonio Morales Romero,1 Rosa María Clares Coronado2
1Supervisor Enfermería, Comunidad Terapéutica Norte. Granada, España. 2Jefe de Bloque Enfermería, Hospital de Baza. Baza (Granada), España

Presencia 2010 ene-jun; 6(11)

 

 

 

Cómo citar este documento

Morales Romero, Antonio; Clares Coronado, Rosa María. Trastorno mental y atención comunitaria. Rev Presencia 2010 ene-jun, 6(11). Disponible en <https://www.index-f.com/presencia/n11/p7273.php> Consultado el

 

    Los trastornos mentales son un problema de primera magnitud en nuestra sociedad, no sólo por su elevada incidencia, sino por el impacto que, en sufrimiento y desestructuración, sufren los pacientes, sus familias y su entorno cercano; afectando a un gran número de personas. Según la Encuesta Nacional de Salud 2006, un 20,1% de la población mayor de 15 años presenta riesgo de padecer alguna patología mental, siendo el porcentaje en hombres de un 14,6% y en mujeres de un 25,4%. En cuanto a la población infantil, el riesgo de padecer alteraciones en la salud mental es de un 21,7% de menores entre 4 y 15 años (25,7% de niñas y 17,8% de niños).1 Además de esta alta incidencia epidemiológica, debemos considerar que no siempre las patologías que producen mayor índice de mortalidad son las que tienen mayor impacto sobre la salud global de la población. Este es el caso de los trastornos mentales, cuyas cifras de mortalidad suelen ser bajas -aunque no existen datos epidemiológicos fieles al respecto- y, sin embargo, son los que generan una gran cantidad de años vividos con discapacidades y limitaciones en el ejercicio de la autonomía de los pacientes; toda vez que aparecen con una alta pérdida de años de vida ajustados según discapacidad (AVAD).2

En nuestra cultura, también existen numerosas ideas y creencias erróneas acerca de los trastornos mentales; y, a quienes los padecen, se les asignan atributos profundamente desacreditadores,3,4 es decir, se les estigmatiza. Todo esto contribuye a aumentar su sufrimiento (y malestar) y el de sus familiares. Además, la atribución de estereotipos les lleva a una situación de discriminación -cuando no de exclusión- que dificultan sus posibilidades de inclusión social. Uno de los elementos de la estigmatización social es la idea bastante generalizada de que los trastornos mentales son "graves y para toda la vida", cuando, con la ayuda, los cuidados y los tratamientos adecuados, en la mayoría de casos, la recuperación es posible; mientras que en otros, cabe lograr una remisión o un grado suficiente de funcionalidad, estabilidad y/o adaptación al medio.5 La estigmatización puede impedir el acceso a la vivienda y al empleo, e incluso hacer que la persona afectada no busque ayuda por miedo a ser "etiquetada".4,6 Por ello, desde los servicios de atención a la salud mental se solicita un cambio actitudinal de la población general y de las instituciones sociales hacia los ciudadanos que padecen trastornos mentales y el fomento de su integración social y laboral. La Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud (SNS), considera fundamental tomar iniciativas que aumenten el conocimiento de los trastornos mentales y ayuden a reducir el estigma y la marginación de quienes la padecen.7

En general, los problemas mentales, al igual que la salud y cualquier otra alteración de ésta, están determinados por múltiples factores que interactúan entre sí: sociales, psicológicos y biológicos. Sin embargo, existen evidencias acerca de cómo las redes de apoyo social y los estilos de vida saludables contribuyen de manera efectiva a promover la salud mental en la población general.8

Se precisa un cambio de perspectiva en los sistemas sanitarios, alejándose de una experiencia asistencial centrada casi en exclusiva en la provisión de servicios y acercándose a una atención que tome más en consideración la promoción de la salud mental. Esta produce beneficios importantes en la salud de los individuos y, en general, en toda la sociedad, favoreciendo el bienestar y la calidad de vida de la población. Impulsar actividades de promoción de salud implica crear condiciones que permitan un óptimo desarrollo psicológico y psicofisiológico.9 En este sentido, la salud mental es la base para el bienestar y el funcionamiento efectivo del individuo y la comunidad, es mucho más que la ausencia de enfermedad y/o trastorno.10

Tal como ocurre con las actividades de promoción de salud, los sistemas de atención a la salud mental deben ahondar en las actuaciones preventivas de carácter intersectorial, con escasa presencia en la práctica cotidiana actual. La prevención de los trastornos mentales tiene el objeto de reducir la incidencia, prevalencia y recurrencia de los mismos, el tiempo en que las personas permanecen con los síntomas o la condición de riesgo para desarrollar un trastorno, así como el impacto que ejerce en la persona afectada, sus familias y la sociedad.11 Entendemos que se deben abordar dos aspectos complementarios. Por un lado, la prevención de los problemas que afectan a la salud mental de la población general; y, por otro, facilitar el acceso a las actividades preventivas ofertadas a la población y a las personas que padecen un trastorno mental. El esfuerzo debe orientarse hacia la búsqueda de una calidad de vida creciente sobre la base de una atención comunitaria orientada hacia la recuperación, una coordinación intersectorial más efectiva y una mayor participación de usuarios, profesionales y familias.

Los servicios de salud mental deben garantizar una atención integral e integrada a la población que padece trastornos mentales, asegurando la continuidad de las intervenciones que se oferten desde la red asistencial. Los programas de apoyo social para personas con trastorno mental grave incluyen distintas estructuras y actividades destinadas a facilitar la permanencia activa de éstas en la comunidad, mediante la atención en áreas como la vivienda, la ocupación, el empleo, el ocio, la tutela jurídica, etc. Intervenciones que, cuando sea posible, deberían ser prestadas por parte de las redes generales de servicios, pero que en muchas ocasiones y dada su especificidad, requieren estructuras más especializadas.12

Dentro de la red de servicios de atención a la salud mental, los profesionales de enfermería constituyen uno de sus más importantes recursos, ya que de ellos depende en exclusiva la prestación de los cuidados relativos a la comodidad, seguridad y bienestar del paciente, así como otros de colaboración en el diagnóstico y tratamiento. Los cuidados de enfermería influyen decisivamente en la calidad global por la que se valora a una institución.

Bibliografía

1. Ministerio de Sanidad y Consumo. Encuesta Nacional de Salud 2006. Disponible en: <https://www.msc.es/estadEstudios/estadisticas/encuestaNacional/home.htm> [Consultado el 31 de Mayo de 2010].
2. Génova Maleras, Ricard; Álvarez Martín, Elena; Morant Ginestar, Consuelo. "Estimación de la carga de enfermedad en España en el año 2000". Cuadernos geográficos, 36 (2005-1): 571-576.
3. Goffman, Erving. Estigma: la identidad deteriorada. Buenos Aires: Amorrortu, 1963/2001.
4. Pacheco Borrella, Germán; Cibanal Juan, Manuel Luís. Estigmatización del paciente mental: ¿es posible una mirada enfermera? Rev Presencia 2008 jul-dic, 4(8). Disponible en: </presencia/n8/p0144.php> [Consultado el 31 de Mayo de 2010].
5. Organización Mundial de la Salud Europa. NHS Health Scotland. Stigma: A guidebook for action. Edimburgo, 2008.
6. López, M; Laviana, M; Fernández, L; López, A; Rodríguez, AM; Aparicio, A. La lucha contra el estigma y la discriminación en salud mental. Una estrategia compleja basada en la información disponible. Rev Asoc Esp Neuropsiq, 2008; XXVIII(101): 43-83.
7. Ministerio de Sanidad y Consumo. Estrategias en Salud Mental del SNS 2006. Madrid. Ministerio de Sanidad y Consumo, 2007.
8. Megías Lizancos, F. Redes de apoyo social: las redes, los grupos de ayuda mutua y los cuidados informales. En Megías Lizancos, F. Serrano Parra, MD. Enfermería en psiquiatría y salud mental. Madrid: DAE, 2000.
9. Unión Internacional de Promoción de la Salud y Educación para la Salud. La evidencia de la Eficacia de la Promoción de la Salud: Configurando la Salud Publica en una Nueva Europa: Parte Dos. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo, 2004.
10. Organización Mundial de la Salud. Promoción de la salud mental. Conceptos, evidencia emergente, práctica. Informe compendio. OMS: Ginebra, 2004.
11. Organización Mundial de la Salud. Prevención de los trastornos mentales: intervenciones efectivas y opciones de políticas: informe compendiado. Organización Mundial de la Salud: Ginebra, 2004.
12. López, M; Laviana, M. Rehabilitación, Apoyo social y atención comunitaria a personas con trastorno mental grave. Algunas propuestas desde Andalucía. Revista de la AEN 2007; 99: 187-223.

Addenda

    Los autores de este escrito, deseamos manifestar que los datos a los que se hace referencia de la Encuesta Nacional de Salud 2006 corresponden a la Comunidad Autonómica de Andalucía. Igualmente, que, por error, se omitió citar en el apartado de la Bibliografía un documento que nos ha sido de gran utilidad para la elaboración de este manuscrito: Junta de Andalucía. Consejería de Salud. II Plan Integral de Salud Mental de Andalucía 2008-2012. Sevilla: Consejería de Salud, 2008. Disponible en: https://www.juntadeandalucia.es/servicioandaluzdesalud/library/plantillas/externa.asp?pag=/servicioandaluzdesalud/contenidos/gestioncalidad/PISMA_2008-2012_v10.pdf [Consultado el 30 de Mayo de 2010]. 

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