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REF.: p007

¿Cómo implantar una estrategia de seguridad del paciente en una organización sanitaria?
Efrén Ramos Calero
Coordinador "Sistemas de Información". Distrito Sanitario Sevilla Sur. Sevilla, España

Rev Paraninfo digital, 2010: 8

Cómo citar este documento
Ramos Calero, Efrén. ¿Cómo implantar una estrategia de seguridad del paciente en una organización sanitaria? Rev Paraninfo Digital, 2010; 8. Disponible en: <https://www.index-f.com/para/n8/p007.php> Consultado el
25 de Abril del 2024

RESUMEN

La seguridad del paciente también denominada seguridad clínica del paciente es una dimensión de la calidad asistencial que implica una atención de salud libre de daños evitables al paciente. Esto supone desarrollar procesos y sistemas encaminados a reducir la probabilidad de aparición de fallos. En los últimos diez años la seguridad del paciente se ha convertido en un tema capital dentro de las organizaciones sanitarias, estando presente actualmente en la mayoría de acuerdos de gestión y reuniones científicas asistenciales. Últimamente se hacen eco de la seguridad del paciente las propias asociaciones de pacientes conocedores de los riesgos que entraña la asistencia sanitaria teniendo un espacio importante dentro de la prensa ordinaria publicando los sucesos centinela, es decir, los eventos adversos graves que se producen dentro de nuestra organización.
Pero, ¿por qué hablar ahora de seguridad del paciente? Para dar respuesta a esta pregunta podríamos pensar qué se trata de una moda asistencial o una operación cosmética que pretende lavar la cara a las instituciones sanitarias. Sir Cyril Chantler, Director de the King�s Fund de Londres publicó en The Lancet un artículo que podría resumirse con la siguiente frase «La medicina en el pasado solía ser simple, poco efectiva y relativamente segura, ahora es compleja, efectiva pero con más riesgos». Este podría ser el eje que justificara la necesidad de un abordaje contundente de la calidad y la seguridad de los pacientes dentro de nuestro entorno laboral ordinario.
Conocemos múltiples estudios internacionales que revelan una situación desfavorable en cuanto a incidencia de eventos adversos, el más conocido es el publicado por el Institute of Medicine de los Estados Unidos de Norteamérica, To Err is human que situaba los eventos adversos como la octava causa de muerte en ese país. En España el estudio que aporta mayor luz sobre la realidad asistencial hospitalaria en materia de seguridad del paciente es el estudio ENEAS publicado en el año 2005 por el Ministerio de Sanidad y Consumo en el que también se revela una situación desfavorable: aproximadamente el 10% de los pacientes que ingresan en un hospital sufren un evento adverso y un 43% de estos podrían ser evitables. Las áreas más afectadas por los potenciales eventos adversos, según revela este estudio, son las derivadas del uso de los medicamentos, las complicaciones perioperatorias y la infección nosocomial.
En una revisión rápida de la bibliografía encontramos múltiples evidencias de que la seguridad del paciente es un tema que interesa mucho a los profesionales sanitarios. Encontramos muchas iniciativas individuales que abordan la seguridad de un procedimiento o de una unidad. Por otro lado encontramos toda una política institucional muy preocupada y que ofrece las herramientas oportunas para una abordaje integral, pero echamos en falta la posición organizada de las diferentes centros a la hora de hacer un planteamiento global y organizado que contemplen un análisis de riesgos estructurado priorizando las áreas conflictivas de cada institución.
Una estrategia de seguridad en una organización sanitaria debe contemplar un abordaje estructurado, en cascada, con un despliegue matricial en las diferentes unidades que permita minimizar esfuerzos, haciendo llegar las diferentes áreas de mejora para blindar los procedimientos más riesgosos en toda la institución. El análisis de riesgos debe evaluar la magnitud de los procedimientos que se realizan, la importancia de los eventos adversos que pueden suceder, la vulnerabilidad de las áreas de mejora que se deban llevar a cabo para blindar estos procedimientos y la factibilidad de poder llevar a cabo éstos sin bloquear los sistemas ni agotar los recursos humanos y económicos disponibles.
Una vez priorizadas las diferentes áreas o procedimientos de riesgo, éstos se deben someter a metodología de �Análisis de Riesgos� o metodología AMFE (Análisis Modal de Fallos y Efectos) para buscar de forma proactiva los posibles fallos dentro del procedimiento de forma estructurada. Una vez redefinidos los procedimientos y flujos de trabajo llega el momento de la implantación y posterior evaluación de los mismos. Ahora proponemos el despliegue de la información de forma matricial. Esta estructura requiere de un número importante de personas. En primer lugar necesitamos un líder afectivo con el apoyo de la dirección asistencial del centro; éste será el coordinador de la seguridad del paciente en el centro. No debe ser una persona con responsabilidad jerárquica para evitar el sesgo punitivo en la notificación de eventos adversos, pero sí debe mantener informado a la dirección del centro de la situación actual global de la seguridad del paciente en su centro. Posteriormente necesitamos un coordinador de área de riesgos por cada procedimiento priorizado. Éstos habrán sido los encargados de facilitar el análisis del procedimiento junto a un grupo de expertos multidisciplinares y multidepartamentales de la organización. Su papel será el de asesorar al resto de miembros de la estructura de seguridad del centro para implantar las diferentes áreas de mejora. Ahora necesitamos a las personas de contacto en cada área física del centro, los �coordinadores de área�, que como antes habíamos dicho, tampoco deben ser responsables jerárquicos. Su función será la de coordinar la política de seguridad en su unidad y formar parte como miembro activo en el equipo de seguridad del centro. Por último, necesitamos los coordinadores operativos que serán los que implantan cada pequeña área de mejora en los procedimientos de riesgo en la unidad.
De esta manera disponemos una estructura organizada para implantar la estrategia de seguridad en el centro consistente en el desarrollo de áreas de mejora que permitan evitar eventos adversos, así como llevar una estadística de los eventos adversos más frecuentes a modo de indicador que permita evaluar la estrategia.

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