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Revista INDEX DE ENFERMERIA (Edici�n digital) ISSN: 1699-5988

 

 

 

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Ayudar a afrontar la estancia hospitalaria

Marisol Angulo Ramos, César Merino Soto
Universidad Privada San Juan Bautista. Lima, Perú

Correspondencia: Marisol Angulo Ramos. Mz I1 Lote 12 San Genaro- Chorrillos. Lima, Perú

Index de Enfermería [Index Enferm] 2009; 18(4): 281-282

 

 

 

 

 

 

 

Cómo citar este documento

 

 

Angulo Ramos, Marisol; Merino Soto, César. Ayuda a afrontar la estacia hospitalaria. Index de Enfermería [Index Enferm] (edición digital) 2009; 18(4). Disponible en <https://www.index-f.com/index-enfermeria/v18n4/281282.php> Consultado el

 

 

 

Sr. Director: Entre los muchos estresores en la vida del niño, la hospitalización es un estresor poco común pero de poderoso impacto en el niño. Este evento se puede caracterizar como un estresor de baja frecuencia pero de gran intensidad al menos para el niño, y moviliza recursos de afrontamiento que pueden ser insuficientes para reaccionar adaptativamente, y recuperarse exitosamente. Merino reportó que el niño comúnmente puede considerar la hospitalización como una situación amenazante, atemorizante, que genera problemas de adaptación a los cambios a los que será sometido.1 Desde la vivencia del propio niño, es difícil poder separar en ocasiones el estrés derivado de la enfermedad y del que se genera por la propia hospitalización,2 asimismo como las provenientes de las reacciones de sus familiares y personas con las que se familiariza durante la hospitalización. Esta situación lleva, por lo tanto a incorporar al personal sanitario dentro del ambiente interpersonal del niño. Generalmente, el personal sanitario se concentra en curar y brindar cuidados a través de fármacos, y realizar procesos de variada invasividad, y que pueden contener eventos traumáticos y dolorosos para el niño.
    Pero estos procedimientos invasivos se orientan al reestablecimiento del órgano afectado debido a una patología orgánica y que se conectan directamente con la importancia del impacto emocional que experimenta el niño durante la implementación de tales procesos en la permanencia hospitalaria. Didácticamente, se podría separar estos aspectos de la experiencia estresante, pero en un análisis pragmático, se comprende mejor sus efectos desde un punto de vista interaccional. Es decir, que la comprensión de la experiencia estresante del niño debe requerir ver la intensidad y cronicidad de los estresores, el soporte social, y las propias capacidades afrontativas y vulnerabilidades psicológicas del niño.
    La siguiente experiencia ocurrió en un hospital público, en el distrito de Cercado de Lima, Perú, en la que tomó parte uno de los autores de este trabajo. Una niña de edad preescolar ingresó al hospital por una fractura abierta en el brazo por un accidente de tránsito; estuvo durante 15 días hospitalizada sometiéndose a las rutinas hospitalarias. La niña pasaba el día llorando sin consuelo por el dolor provocado por la fractura, miedo a la administración de fármacos endovenosos y el rechazo a ciertas rutinas hospitalarias, por ejemplo, el baño diario y cambio de ropa entre otras actividades. De una manera imprevista, el personal de salud observó que la niña comenzó a presentar alteraciones fisiológicas, como taquicardia e hiperventilación, en momentos previos a las visitas médicas y en la entrega de turno de las enfermeras. Los médicos y enfermeras concensuaron que estos signos tenían como base alguna enfermedad orgánica, por ello la niña fue sometida a estudios clínicos rigurosos que concluyeron en la ausencia de alguna enfermedad física que provoque tales síntomas, sin embargo ninguno de los tratamientos que fue sometida pudieron calmar su llanto y desconsuelo. Al día siguiente la niña volvía a encontrarse nuevamente en esas circunstancias. La niña lloraba mientras miraba a los demás niños y al personal de salud, pero nadie se acercó a ella, preguntada la enfermera de turno si su madre había venido a visitarla y respondió "nadie la visita hasta el día de hoy y no nos acercamos porque esta muy irritable". No haciendo caso a ese mensaje me acerqué donde la niña dejando al lado mi rutina automática a las que estamos acostumbrados el personal de salud, entonces la sujeté entre mis brazos y jugué un rato con ella, al principio estaba temerosa, pero mientras pasaban los minutos se sintió en confianza, ese día no presentó alteraciones en sus funciones vitales. Comprendí que nos volvemos ciegos, cuando se trata de reconocer necesidades que no tienen nada que ver con el restablecimiento físico por causa de una enfermedad, en este caso la niña solo necesitaba afecto y compañía, se sentía con mucho temor. Ya por la tarde en compañía de otros niños se adaptó al ambiente hospitalario y aceptó con tranquilidad el lugar donde se encontraba.
    Numerosos estudios entre ellos de la autora Trianes,
3 mencionan que la hospitalización provoca estrés en el niño y que puede manifestarse por cambios físicos y conductuales (trastornos del sueño, irritabilidad, temor, cambio de conducta, taquicardia, palpitaciones, sudoración). Es importante que la enfermera considere que el impacto y la adaptación al ambiente hospitalario para cada niño es diferente, debido a diversas circunstancias y cambios que afronta el niño como: desconocimiento sobre las rutinas hospitalarias, prolongación de la estancia hospitalaria, ruptura de las actividades cotidianas y, una de las más importantes, el tiempo de alejamiento de los padres.
    Las estrategias que pueden ayudar a la adaptación del niño al ambiente del hospital se describen así: proporcionar un ambiente familiar evitando la sobre estimulación sensorial (luz y ruidos excesivos e innecesarios de algunos equipos), ambientes agradables, en algunos hospitales cuentan con habitaciones muy coloridas que se parezcan a un lugar recreativo para evitar la ruptura de las actividades educativas y recreativas del niño, como pintar, participar en programas educativos que se asemejen a sus actividades escolares, a su vez aprovechar el ambiente para brindar educación de forma didáctica como auto-cuidarse. Se debe evitar el asilamiento total de los padres, pero sin fomentar la dependencia total del niño ya que ellos pueden realizar algunas actividades por si solos cuando no se encuentre acompañado de los padres.
    Los padres deben tener la oportunidad de aprender a mostrar expresiones de los sentimientos en forma positiva y que sirvan para modelar las reacciones que favorecen el afrontamiento que el niño hace sobre los estresares de la hospitalización. Este modelamiento significa que el padre expondrá conductas que el niño pueda imitarlo en una situación que contenga los elementos contextuales en que ocurrió tal aprendizaje. Este ejemplo se aplica tanto a los aprendizajes adaptativos como desadaptativos, pues los mismos principios de aprendizaje generalmente se aplican para adquirir reacciones positivas y negativas.
4 Un ejemplo que puede modelar la reacción del niño ante un procedimiento doloroso es, primer lugar, cómo reaccionará el padre que lo acompañará. Evitar ponerse ansioso, controlar el llanto delante del niño ayudará mucho a moderar las reacciones del niño, o demostrar una actitud de firmeza durante el proceso de intervención. Ya que las emociones del niño y del padre covarían predeciblemente,5 parece necesario que el personal pueda preparar un protocolo de manejo de las reacciones emocionales de los padres como un amortiguador de las reacciones del niño. Ya que el estrés puede interferir en la recuperación del niño.3

Bibliografía

1. Merino C. Estrés en niños y adolescentes: Un estudio exploratorio. Ponencia presentada en el Encuentro Científico Internacional, ECI - 2007, Lima, Perú, 2007.
2. Serras M. El aula hospitalaria como agente reductor de la ansiedad del niño hospitalizado. Siglo Cero: Revista Española sobre Discapacidad Intelectual 2002, 33, 27-31.
3. Trianes MV. El estrés infantil. Su prevención y tratamiento. Madrid: Narcea, 2003.
4. Sulzer-Azzaroff B, Mayer GR. Procedimientos del análisis conductual aplicado con niños y jóvenes. México: Trillas, 1985.
5. Fernández A, López I. Transmisión de emociones, miedo y estrés infantil por hospitalización. International Journal of Clinical and Health Psychology 2006, 6(3), 631-645.

 

 

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