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EDITORIAL 

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Experiencia de un enfermero con la Medicina Tradicional

T. Alfred Quédrago
Enfermero de Oula, Provincia de Yatenga, Burkina-faso

Index de Enfermería [Index Enferm] 2003; 43:8
[Traducción del francés realizada por Manuel Amezcua]

 

 

 

 

 

 

 

Cómo citar este documento

 

 

Quédrago A. Experiencia de un enfermero con la Medicina Tradicional. Index de Enfermería [Index Enferm] (edición digital) 2003; 43:8. Disponible en: </index-enfermeria/43revista/43_articulo_8.php>. Consultado el

 

 

 

A lo largo de mis pequeñas investigaciones he tenido que hacerme la pregunta siguiente: ¿qué entiendo por medicina tradicional?. He encontrado muchas respuestas pero la que sigue es la que más me ha marcado: "la medicina tradicional es todo lo que hacían nuestros abuelos con el objeto de prevenir, aliviar o curar los males del hombre en todas sus dimensiones (física, psíquica y social)".

En efecto, según la OMS, la medicina tradicional es "el conjunto de todos los conocimientos y prácticas explicables o no para diagnosticar, prevenir o eliminar un desequilibrio físico, mental o social, apoyándose exclusivamente en la experiencia vivida y la observación transmitida de generación en generación, oralmente o por escrito. Los especialistas de esta medicina se llaman curanderos*.

En Burkina-faso se encuentran varios tipos de curanderos correspondientes, si así puede decirse, con especialidades de la medicina modena.

1) Los herboristas: corresponden a la medicina general. Utilizan preparaciones a base de plantas, animales, minerales o asociaciones de estos últimos para curar las enfermedades.

2) Los inceseurs y los ortopedistas: se corresponden con los cirujanos.

3) Los encantadores: se corresponden con los psiquiatras; invocan los espíritus para curar las enfermedades.

4) Los magos: sus prácticas trascienden toda explicación científica: sus productos protegen al hombre contra los sortilegios hechos por sus enemigos o los "comedores de almas".

Todas estas prácticas están en función de la idea que el curandero tiene de la enfermedad. De esta forma, para los herboristas, la enfermedad existe en sí misma, pero para ciertas enfermedades obtienen sus medicamentos en el bosque. Para los inceseurs, los abscesos purulentos son debidos a la centralización y la estabilización de una enfermedad en un lugar del cuerpo, en consecuencia es necesario realizar una incisión para sacarla. Para los encantadores, ciertas enfermedades son debidas al hecho de que la persona enferma haya ofendido los espíritus; para curar la persona hace falta, o bien pedir perdón a los espíritus (cuando se trata de ancestros), o expulsarlos (cuando se trata de genios). Para los magos, ciertas enfermedades se deben a sortilegios hechos por enemigos o los comedores de almas. Raramente se encuentran curanderos que no acumulen dos o tres prácticas.

Aunque no exista acuerdo unánime de todos los intelectuales, la medicina tradicional está en boga en Burquina-faso. En efecto, nueve personas de cada diez la consultan en primer lugar cuando están enfermas. Además de la disponibilidad y el coste reducido, la medicina tradicional está probada en muchos casos; ciertas situaciones que yo he vivido personalmente me permiten confirmar su eficacia:

1) En 1988, recibí un día durante mis actividades cotidianas una mujer que tenía como paciente en consulta prenatal. Aquel día vino para iniciar un trabajo sobre un embarazo a término. Después del examen decidí ingresarla en mi CSPS para seguirla y asistirla en el parto. Insisto en que ella no presentaba ningún signo de embarazo de alto riesgo. Veinticuatro horas después del parto la mujer tuvo una crisis asociada a disturbios mentales. Enviada al CHR, siete días después no encontraba mejoría. Su marido, inquietado, toma la decisión de llevarla a tratarla a casa de un curandero. Al décimo día con el curandero la mujer recobró completamente la razón. Yo no pongo en duda las capacidades de la medicina moderna (yo mismo soy enfermero). No, puede ser que si ellos hubiesen aceptado quedarse unos días más en el hospital la mujer hubiese recobrado de la misma forma la razón, pero ya es positivo que a los ojos de la gente que no cree en ella, la medicina tradicional llegue a tener resultados parecidos.

2) Una vez más, durante mi consulta, recibí una mujer anciana (sobre 75 años) que tenía una placa necrosada (escarre) muy extendida y profunda en el cachete y muslo derecho. Necesitaba cuidados más especializados que los que yo realizo en el CSPS. Una vez más redacto un volante de traslado para el CHR. Esta vez el traslado es rechazado por los acompañantes, argumentando que ellos no tenían suficiente dinero y eran incapaces de soportar los gastos de la hospitalización. Vista la gravedad de la lesión (infección generalizada, extensión, etc) y la situación, pensé en una patología asociada (diabetes, por ejemplo). Intenté convencerles de la necesidad del traslado: en vano. Me quedé en mi silla, dolido en mi conciencia porque ya pensaba en la muerte próxima de la anciana. Cuando pasaron diez días, al que hace trece decidí hacerle una visita. Mi sorpresa fue grande al verla en buen estado general, la llaga casi curada, y todo gracias a un polvo negro facilitado por un curandero. Realmente, lo que más me asombró no fue tanto la curación, sino el tiempo empleado en la misma. Nunca podría creerlo (visto el mal que tenía). Así pues, una vez más, la medicina tradicional ha probado su eficacia.

Los curanderos son miembros de la sociedad que adquirieron sus conocimientos por aprendizaje voluntario o por transmisión de padres a hijos. Además del poder que ellos detentan, son personas influyentes en la sociedad de Burkina-faso. Por esta razón son consultados por otros problemas. Son personas que pueden prestar servicio a la administración y a la medicina moderna, sobre todo en la ejecución de programas de salud.

Aunque odiada o querida, la medicina tradicional, como cualquier otra ciencia tiene sus capacidades y sus límites. En consecuencia, no debemos ni magnificarla ni despreciarla demasiado.

En Burkina-faso ocupa un lugar muy importante en el aspecto sanitario y sus practicantes son muy respetados en la sociedad. También, en una país de tales características, con ingresos limitados, y donde la medicina moderna no está muy desarrollada es inútil crear un clima conflictivo entre las dos medicinas: se impone una organización en el sentido de una buena colaboración.

De una manera general, los curanderos y la medicina tradicional, ¿no podrían servir de campo de investigación para socorrer a la medicina moderna, sobre todo con la aparición de las enfermedades de nuestra civilización (tabaquismo, obesidad, HTA, etc) y el SIDA?.

*El autor utiliza el término tradi-practiciens, cuya equivalencia más próxima al castellano es curandero, siempre que el lector despoje a este término de todas las connotaciones negativas con que suele estar adornado (nota del traductor).

 

 

 

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