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EDITORIAL

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Yoga y envejecimiento

José F. Jimeno, José A. Apecechea
Enfermeros, Pamplona

Index de Enfermería [Index Enferm] 1998; 23:7-8

 

 

 

 

 

 

 

Cómo citar este documento

 

 

Jimeno JF, Apecechea JA. Yoga y envejecimiento. Index de Enfermería [Index Enferm] (edición digital) 1998; 23. Disponible en <https://www.index-f.com/index-enfermeria/23revista/23_articulo_7-8.php> Consultado el

 

 

 

 

 

 

 

 

     De no morirnos antes, tenemos que llegar a ser ancianos y ser anciano puede no ser fácil. Desde el punto de vista del tiempo físico, la persona comienza a envejecer en cuanto es concebido. La preparación para la vejez debe empezar, por tanto, con el comienzo de la vida. Es importantísimo llegar a la vejez con los menores desequilibrios fisiológicos y psíquicos, para ello el entrenamiento yoga es de una gran utilidad. El yoga puede dar al anciano compañía y salud. Cuando la salud se mantiene, el proceso de adaptación a la vejez se cumple casi sin contratiempos, en caso contrario la transición resulta más difícil y provoca profundas tensiones.
     Hace tan sólo medio siglo, los mayores de 65 años representaban en nuestro país el 7 % de la población. Su esperanza de vida era de unos 65 años para las mujeres y de 60 para los hombres. En la actualidad, las estadísticas muestran datos muy diferentes: los mayores de 65 años superan el 13 % y la esperanza de vida ha aumentado unos 15 años. El incremento de la población anciana y los cambios políticos, económicos y sociales experimentados por la sociedad española en los últimos decenios han contribuido a modificar una estructura familiar de tipo patriarcal y un sistema de valores que otorgaba al anciano una posición de respeto dentro de la estructura social.
     Es un hecho digno de destacar el aumento progresivo y constante de la población anciana. Se está dando cada vez más un "envejecimiento de la población". El ritmo de este aumento progresivo varía según el estado de desarrollo e industrialización. En los países de Europa Occidental se ha vivido un proceso de envejecimiento de su población mucho más rápido; en algunos de estos países alcanza proporciones alarmantes.
     Podemos señalar dos causas como las de mayor incidencia en el proceso de envejecimiento de la población: el descenso de las tasas de mortalidad y el progreso de la medicina y de la higiene pública. Como datos que apoyan esta afirmación, se establece que en la actualidad existen en el mundo 370 millones de personas mayores de 60 años y se estima que en el año 2020 se alcanzarán los mil millones.
     Dentro de la población anciana, hay que distinguir dos subgrupos: el de los "recién jubilados", de 65 a 80 años, y el de los mayores de 80 años; la tendencia se inclina al crecimiento de este último grupo. El hecho es que la "esperanza de vida" cada vez es mayor. La esperanza global de vida al nacer ha variado de 30 años en la época romana hasta 72 en la actualidad en los países desarrollados. La mejora de la esperanza de vida al nacer se debe a la disminución de la mortalidad infantil, las mejoras alimenticias e higiénicas y a los avances médicos.
     El desarrollo industrial y los factores económicos han revolucionado nuestra sociedad y el anciano ha sido desvalorizado, "ahora vale lo que es nuevo y eficaz". Las sociedades industriales presentan un modelo familiar pequeño formado por padres que ven poco a sus hijos y frecuentemente separados de los abuelos. La población joven asimila los cambios con más facilidad, pero los mayores, que tienen firmemente arraigadas sus convicciones, asimilan el cambio social con gran dificultad. El yoga es un instrumento de flexibilización muy eficaz en estos casos a la par que una alternativa más como lugar de encuentro para realizar una actividad sana en compañía, ya que en cierta forma el envejecer es ir quedándote sólo.
     El anciano, aunque coexista con muchos, convive con pocos y el aislamiento se puede intensificar por los trastornos orgánicos, que dificultan la comunicación con los demás. Se margina al anciano precisamente en el momento de su vida que más necesita el cariño y el afecto de los demás. El no ha perdido la capacidad de amar, pero van desapareciendo los objetos y las personas en los que ponía su amor y con los que lo intercambiaba; va perdiendo también la agilidad para sustituirlos. Por eso se convierte en "el gran necesitado" de amor y de aceptación.
     Para el anciano la relación es un imperativo humano fundamental que le ofrece seguridad, orden y control en un mundo caótico. Cuantos más vínculos sociales y más relación tenga consigo mismo y con los demás menor será su sensación de aislamiento. La pérdida de independencia dificulta al anciano las actividades de la vida diaria, con la carga emocional que este hecho conlleva y además puede llegar su ingreso  en una institución. El yoga retrasa y previene la dependencia al promover salud, flexibilidad y tranquilidad como estilo de vida.
     El yoga es sólo un instrumento más que la sociedad tiene para resolver un problema tanto actual como futuro, que es el cuidado y la atención de la población anciana. La atención de los ancianos debe de ir encaminada no sólo a que sobrevivan, no sólo a cubrir sus necesidades físicas, sino también a cubrir sus necesidades psicológicas y sociales. El yoga  ayuda a la persona anciana a crear sentimientos nuevos que satifagan su necesidad de realización. Esta necesidad del anciano puede ser cubierta a través de una planificación adecuada y una herramienta eficaz como creo es el yoga.
     La ancianidad puede ser un período de la vida de inadaptación consigo mismo y con los demás. Un giro como el que supone el ingreso en un centro, sea cual  fuera el motivo, tiene para el anciano una sobrecarga difícil de superar. Una vez dentro del centro se puede facilitar su adaptación a traves de varios métodos; el yoga sería uno de ellos.
     La adaptación personal, consigo mismo, social, con el resto de sus compañeros, y a la institución puede ser promovida por el yoga a través de la relajación, la corrección postural, la flexibilización corporal, la educación respiratoria y la aceptación. Podemos facilitar que la persona dependiente no se vea atrapada en un mundo que no es el suyo porque no lo ha aceptado nunca y evitar conflictos mayores.
     El tiempo es difícil de ocupar cuando irrumpe en tu vida bruscamente, pero los ancianos manifiestan gran interés en hacerlo si se les ofrece la posibilidad de practicar actividades como es el yoga. La persona que participa en ellas se siente independiente y más libre que la persona que por su estado físico no puede hacerlo. Así las actividades son gratamente compartidas y determinan un cierto "estatus" dentro de la vida del anciano.
     Podemos ver que en general su vida transcurre ocupada y organizada con un grado de satisfacción diferente en unos y otros, mayor en los más activos y menor en los más incapacitados. Los ancianos se sienten felices ante actividades extraordinarias como el yoga tanto por ellas mismas, como por la novedad que suponen, ya que los cambios y alteraciones de la rutina son recibidos con sumo agrado.
     Después de asumir su condición de ancianos, su segundo reto es la adaptación a la vida. Modificar hábitos y costumbres para integrarse en la última etapa de su vida es a veces difícil. Hay dos temas claves que marcan diferencias y que suponen el más preciado tesoro para quien las posee, las relaciones y la independencia física. La relación con otra persona no es el rato de entretenimiento que te pueda aportar, es mucho más. Es la demostración del interés por tí, de que alguien te quiere, se acuerda de tí, no te ha abandonado, no estás aparcado y que no estás sólo en el mundo.
     El anciano además debe de aprender a ocupar su tiempo libre, muchas veces sin haberlo ejercitado anteriormente, y cuando esto ocurre fuera de su ambiente la dificultad es mayor. La falta de relación agudiza su sentimiento de abandono, de soledad. Las relaciones adquieren aún más valor para las personas que han perdido facultades físicas que les limitan y les han obligado a perder su independencia.
     El yoga promueve la independencia y la movilidad. Cuando las pierdes el mundo se derrumba porque indica un elevado deterioro físico que nos puede sugerir una mayor proximidad de la muerte. Mientras las condiciones físicas permiten mantener una actividad, paseos, salidas, compras, etc, la vida puede llegar a tener el sentido.
     Hasta tal punto se valora la capacidad física, que una persona anciana de excelente salud se considera totalmente afortunada y los demás la reconocen con admiración. Por ello la promoción de actividades centradas en la vitalización de los ancianos como es el yoga es una prioridad en nuestra sociedad y una manera de que los jóvenes cuidemos a nuestros mayores.
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