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EVIDENTIA: ISSN 1697-638X 2015 n50 ev9922e

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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La violencia familiar contra los niños y adolescentes: una relación de dominación y las políticas públicas de afrontamiento

Priscila Arruda da Silva, Valéria Lerch Lunardi, Guilherme Lerch Lunardi, Geani Farias Machado Fernandes, Adriane Maria Netto de Oliveira
Universidade Federal do Rio Grande. Rio Grande/RS - Brasil

Manuscrito recibido el 21.7.2014
Manuscrito aceptado el
22.12.2014

Evidentia 2014 ene-mar; 11(45)

 

 

 

Cómo citar este documento

Silva, Priscila Arruda da; Lunardi, Valéria Lerch; Lunardi, Guilherme Lerch; Fernandes, Geani Farias Machado; Oliveira, Adriane Maria Netto de. La violencia familiar contra los niños y adolescentes: una relación de dominación y las políticas públicas de afrontamiento. Evidentia. 2015 abr-jun; 12(50). Disponible en: <https://www.index-f.com/evidentia/n50/ev9922e.php> Consultado el

 

 

 

Resumen

La violencia doméstica contra los niños y adolescentes es considerado en Brasil como un grave problema de salud pública y es considerada una de las principales causas de mortalidad morbilidad, despertando en el sector de la salud una preocupación importante con este tema. El objetivo de esta revisión fue analizar la violencia familiar contra los adolescentes y niños y su vinculación con las políticas públicas implementadas en Brasil para su abordaje. Se realizó una búsqueda en la legislación existente y en bases de datos como Lilacs, SciELO y BDENF. Esta revisión muestra el impacto negativo de la violencia en la vida de niños y adolescentes, y que las políticas públicas están diseñadas para fortalecer a profesionales de la salud a desempeñar su papel de protección de los adolescentes y niños.
Palabras clave: Violencia doméstica/ Enfermería/ Políticas públicas/ Defensa del niño.

 

 

 

Introducción

    La violencia intrafamiliar contra niños y adolescentes es considerada, en Brasil, un problema muy serio de salud pública, siendo apuntada como una de las principales causas de morbimortalidad, despertando en el sector salud una gran preocupación con esa temática.1 Se trata, de un fenómeno capaz de comprometer la salud y el desarrollo de las personas, desencadenador de problemas físicos, emocionales, y sociales, responsable a veces por inúmeras muertes físicas y emocionales.2

Datos fornecidos por instituciones implicadas con ese fenómeno muestran la amplitud y la complexidad de la violencia física, sexual, psicológica y negligencia, en varios países. Anualmente, más de un millón de vidas humanas son perdidas al rededor del mundo, constituyéndose en una de las principales causas de muerte entre personas de edad de 15 a 44 años.3

En Brasil, según el Ministerio de la Salud, el perfil de la mortalidad cambió mucho al largo de los años, acompañando la tendencia mundial. De acuerdo con el Mapa de la Violencia en Brasil,4 en 2011, del total de atendimientos de niños y adolescentes en el Sistema Único de Salud (SUS), 40,5% fueron casos de violencia física, principalmente entre adolescentes de 15 a 19 años de edad. En segundo lugar aparece la violencia sexual, notificada en 20% de los atendimientos, más concentrada entre las edades de 5-14. En tercer lugar, la violencia psicológica o moral con 17% de los atendimientos. La negligencia o abandono fue motivo de atendimiento en 16% dos casos, más concentrada en niños que tiene hasta cuatro años, edad en que aún son incapaces de defenderse y protegerse.4

Los padres o responsables, incluyendo padrastro y madrasta, son apuntados como los principales responsables por las violencias notificadas, concentrando 39,1% de los atendimientos en 2011. En la modalidad violencia física contra niños que tienen hasta nueve años de edad, los padres responden por más de 50% de las notificaciones. Entre los 10 y 14 años, ese índice se queda en torno de 31,3% y llega a 15,8% entre 15 y 19 años.4

Es importante señalar que eses datos no traducen la real exactitud del problema, pues cuando se trata de violencia intrafamiliar, principalmente contra niños y adolescentes, son bajos los índices de notificación.5 El "pacto de silencio" que vigora no apenas en las familias, pero, también, entre los profesionales, contribuye para "enclaustrar" el problema, dificultando la notificación de los casos y, consecuentemente, el desarrollo de acciones de protección y promoción de la salud familiar.6

La violencia intrafamiliar contra niños y adolescentes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS),7 es una relación interpersonal, asimétrica e jerárquica de dominación, exploración y opresión de un adulto sobre un niño, o sea, una relación en que el más fuerte domina el más débil. En este sentido, la violencia ocurre cuando diferencias son transformadas en desigualdades, en que una de las partes asume la condición de superioridad y establece una relación de dominación versus sumisión. Así, por la imposibilidad de resistir, la violencia se expresa de tal manera que niños y adolescentes son considerados no como sujetos, sino como cosas, objetos.8 Desde esta perspectiva, este estudio busca analizar la violencia intrafamiliar contra niños y adolescentes y destacar las políticas públicas implementadas, en Brasil, para su enfrentamiento.

Primeramente se presenta la violencia intrafamiliar contra niños y adolescentes como una relación de dominación y en la secuencia las políticas públicas como una lucha de resistencia.
 

Método

    Se realizó una búsqueda bibliográfica en legislaciones, manual del Ministerio de Salud, libros relacionados con la temática en estudio y artículos indexados en las bases de datos electrónicos de la LILACS (Literatura Latino-Americana y del Caribe en Ciencias de la Salud), biblioteca virtual del SciElo (Scientific Electronic Library online) y BDENF (Base de datos de Enfermaría).

Los descriptores utilizados para la efectivización en la búsqueda fueron las siguientes combinaciones: "violencia doméstica" y "políticas públicas"; "Enfermaría" y "Defensa del niño y del Adolescente".

Para el refinamiento de la investigación los criterios de selección fueron: estudios referentes a la temática violencia contra niños y adolescentes y protección a la infancia y adolescencia. Fueron excluidos textos que abordaban otras problemáticas, como la violencia de otras poblaciones, por ejemplo, mujeres en situación de violencia.

Los estudios fueron pre seleccionados por medio de los títulos y de las lecturas de los resúmenes, con base en los criterios de inclusión. A partir de la lectura fueron seleccionadas las producciones referentes a la temática, siendo entonces organizados en fichas que contienen los datos de identificación y una síntesis de las principales informaciones. La búsqueda y la selección de los estudios fueron realizadas en 2013. Después de la lectura, se hicieron una el análisis descriptivo del contenido.
 

Resultados

Violencia practicada contra niños y adolescentes: una relación de dominación

    La violencia intrafamiliar contra niños y adolescentes es un fenómeno que se desarrolla y se disemina en las relaciones sociales e interpersonales entre sus miembros.9 La imposición del más fuerte siempre estuve presente en la historia de la humanidad, de manera tan profunda que, para el sentido común, pasa a ser concebida y acepta como natural la existencia de uno más fuerte dominando uno más débil.10

En el ámbito familiar, la violencia se manifiesta a través de diversas modalidades y diferentes grados de severidad. De manera general, se puede decir que no ocurre de forma aislada, pero integra una secuencia creciente de episodios, siendo que la muerte del niño o adolescente representa la forma más extrema. Las modalidades de violencia más comunes son la física, la psicológica, la sexual y la negligencia.11

Naturalizada socialmente y enraizada en las costumbres, la violencia practicada contra niños y adolescentes aún es perversamente acepta, solidificando padrones abusivos en las relaciones personales y dificultando cambios significativas. Ciertas normas sociales definen papeles y responsabilidades de los padres o responsables con relación a los hijos. La violencia física, posiblemente reconocida como más fácilmente visible, es socialmente banalizada, ya que el golpear es utilizado como una manera de educar.12

La violencia física es una realidad que afecta alta porcentaje de niños y adolescentes, generalmente, permaneciendo oculta, escondida en el ámbito de las relaciones familiares por miedo o vergüenza y por ser considerada socialmente como un tema privado en familia. Estudio desarrollado por el Fundo de las Naciones Unidas por la Infancia3 en 33 países de baja y media renta, sobre prácticas disciplinares en la familia, demuestra que la violencia física es creditada por los padres como un método para ser utilizado en la corrección de malo comportamiento, como manera de imponer límites, o, aún, de garantizar la dominación absoluta sobre la actitud de sus hijos. En este estudio, las formas más graves de punición física relatadas por las madres fueron: golpear en la cabeza o en el rostro del niño, tirar las orejas y golpear fuerte y repetidamente. Los datos muestran aún que muchas familias utilizan el castigo como una práctica educativa, mismo que no sea considerado necesario.3

Estudio con más de 3.000 mujeres en los Estados Unidos constató que más de la mitad de las mujeres que tenían histórico previo de victimización por el compañero, presentaran más altas tasas de agresión psicológica, física y de negligencia direccionada a los hijos, como prácticas disciplinares, cuando comparadas con las que no tenían sido víctimas de violencia.13

Aún de acuerdo con los autores, esa visión de violencia física acepta culturalmente está presente en todas las clases sociales, siendo aún percibida como un método eficaz para regular el comportamiento de los hijos y, dependiendo de la gravedad con que es cometida, su uso es defendido como algo benéfico, no siendo clasificado como violencia tanto por la sociedad como por algunos profesionales.13 Ese tema, aunque, divide la sociedad y causa incómodo sobre sus posibles consecuencias en el futuro. El golpear es una práctica bastante popular de muchos padres que utilizan, por ejemplo, el golpear con las zapatillas y la palmada como medios "infalibles" de combatir desobediencia y rebeldía.14 Así, para la mayoría de los padres, el uso de la punición física no es acompañado de culpa, pues se sienten en su derecho de hacerlo, siendo entendido por algunos, como su deber.

Mientras, de acuerdo con Azevedo & Guerra,15 la punición corporal, sea leve o pesada, deseduca el niño y el adolescente, pues aunque su uso pueda interrumpir un comportamiento considerado inadecuado de forma instantánea, a medio y a largo plazo, puede llevar a un ciclo vicioso. Los autores refieren aún que la palmada puede provocar un efecto inverso, haciendo con que haya pierda de respecto por los padres; así, consideran que cuando la palmada no surte efecto, el niño debe sufrir puniciones más severas, como golpes y palizas.

Una investigación realizada en 2010, por el Núcleo de Estudios de la Violencia de la Universidade de São Paulo,16 con 4.025 personas de once capitales del país tuvo como objetivo examinar como la exposición a la violencia afecta actitudes, normas y valores de los ciudadanos en relación a la violencia. Inicialmente, constató que uno en cada cinco brasileños sofrió punición física, por lo menos una vez por semana, cuando niño, y 70%, por lo menos una vez, al largo de la infancia. Los resultados apuntaran que los individuos que relataran sufrir más puniciones físicas presentaban mayores chances de adoptar la violencia en la creación de sus hijos. Los encuestados que relataran tener sufrido muchos golpes de sus padres cuando niños fueron los que más escogerán la opción "golpear mucho" cuando sus hijos tuvieren un comportamiento malo; también, fueron los que más esperaban que los hijos responderían con violencia, caso sean víctimas de agresión física en la escuela.16

A pesar de la gran influencia cultural en la aceptación de la violencia, que aún permite el castigo físico como práctica educativa, es posible considerar que el proceso histórico de la punición física se redujo, mismo que lentamente, visto que la cultura no se deshace de una década para otra.17 Es comprensible que las familias, aún hoy transmitan una herencia cultural, cuyos juicios de valor contemplen, con naturalidad, la práctica del castigo físico como forma de educar los niños.

Diferentemente de la violencia física e de las otras modalidades, la violencia psicológica no dejan rastros visibles en el corpo.18 La autoridad es ejercida a través de actitudes como "obedezca porque quiero", agresiones verbales, chantajes, reglas excesivas, amenaza de muerte, humillaciones, desvalorización, estigmatización, descalificación, rechazo, asilamiento, exigencia de comportamientos inadecuados o arriba de las capacidades y exploración económica o sexual,19 destruindo la auto imagen de la víctima, manifestándose a través del comportamiento del niño y del adolescente. Provoca traumas que pueden traducirse, por ejemplo, en la incapacidad del niño en interactuar socialmente en condiciones consideradas propias para su edad, pudiendo tornarse pasiva o agresiva;18 sentirse desvalorado, presentar trastornos de ansiedad y, en casos más extremos, llegar al suicidio. Esa modalidad puede conllevar, al largo de la vida, problemas de relacionamiento, desarrollo y comportamiento, siendo más intensos en el inicio da infância.20

A pesar de ser mucho frecuente, la violencia psicológica es considerada como la más difícil de ser identificada en recurrencia del alto grado de tolerancia de nuestra sociedad frente a esa modalidad. Prácticamente nadie denuncia o responsabiliza padres, parientes, profesores, policías, profesionales de la salud y de la asistencia, entre otros, que descalifican o humillan niños y adolescentes.18

La violencia sexual es una modalidad en que niños y adolescentes tiene su cuerpo, su voluntad y sus derechos negados, en una demonstración de brutalidad y dominación extrema. Ellery21 considera la existencia de dos grandes categorías de violencia sexual: la primera en que el niño es utilizado por el agresor, mediante una relación de dominación, en la búsqueda de su propia satisfacción sexual; la segunda, en que, además de la satisfacción de los deseos sexuales del agresor, hay la utilización sexual del niño y del adolescente de forma comercial y mercantil. En esta segunda categoría, se considera que el niño y el adolescente se tornan víctimas de un sistema de exploración comercial de su sexualidad. Ese sistema comúnmente es una red compuesta por diversas personas interesadas en lucros secundarios decurrentes de ese tipo de comercialización. En esta perspectiva, se denota la complexidad de un tema que está centrado una serie de cuestiones.

La relación de dominación en la violencia sexual es extremamente visible, principalmente cuando se trata de niños, pues la víctima no está física y ni psicológicamente preparada para decidir; tampoco, está cognitivamente preparada para comprender la naturaleza de ciertas formas de contacto y oponerse a violencia. Menos comprensible, para el niño, aún, la situación se torna cuando el abuso sexual es practicado por una persona muy próxima de quien ella es afectivamente dependiente. Así, aunque la violencia intrafamiliar existe en todas las edades, lo mayor impacto ocurre cuando esa es cometida contra niños.21

Levar públicamente una situación de violencia sexual no es tarea fácil, visto el temor de las repercusiones que esa noticia puede generar en la familia, en la sociedad y para los profesionales de salud. Frecuentemente, las víctimas se sienten culpabilizadas por haber provocado la agresión; además de los sentimientos de culpa, también, por no denunciaren la violencia sufrida, principalmente cuando son adolescentes.22 Estudio desarrollado por Martins, Jorge23 destaca que la preferencia de los agresores es poner chicas en la pubertad, con edad entre 10 y 14 años. La preferencia de los abusadores, entre los chicos, son niños, justificada por su imposibilidad de defesa, lo que ya no ocurre en edades más avanzadas. A pesar do impacto emocional que aparentemente este tipo de violencia provoca en la sociedad, el estudio apuntó aún que su ocurrencia se refleja en una respuesta social ambigua. Diferentemente de lo que se piensa, la víctima tiene enfrentado prejuicios de la sociedad y, en algunas situaciones, de los propios miembros de la familia que deberían apoyarla.

La negligencia es otra modalidad que se presenta a través de la omisión, rechazo, descaso, indiferencia, descompromiso, entre otros. Así como la violencia física y la psicológica, la negligencia ni siempre es claramente comprendida como práctica de violência.18 En el campo de la salud, por ejemplo, se configura negligencia cuando los padres o responsables "fallan" en proveer los cuidados de salud, nutrición, higiene personal, vestimenta.24 Es importante resaltar que el abandono también es una forma extrema de negligencia, así como situaciones de niños que viven en la calle. Cabe destacar, aún, que es fundamental aclarar las diferencias entre la familia que falla por falta de condiciones socioeconómicas para tal y la que, mismo disponiendo de condiciones, no lo hace y puede ser referida como negligente.25

Así, la violencia intrafamiliar, en sus diferentes modalidades, se constituye en un problema multifactorial, reforzada por valores y creencia que la sustentan y la legitiman, asegurando su reproducción y perpetuación. De esa manera, a pesar de ser un fenómeno universal y transversal a todas las sociedades, por ocurrir en el ámbito privado, la violencia intrafamiliar aún es encubierta por una invisibilidad social permeada por valores que tiene una profunda relación desigual entre niños y adultos,8 pudiendo caracterizarse como una relación de dominación, por la dificultad del niño y del adolescente siquiera percibieron que están siendo olvidados y, por lo tanto, de poder reaccionar.

Por mucho tiempo, la violencia contra el niño y el adolescente fue socialmente acepta. Esa aceptación sociocultural fue tan bien basada históricamente, que en los días actuales, cuando, incluso, la legislación reprueba esa forma de violencia, niños y adolescentes victimizadas poseen dificultades de reconocerse como sujetos de derechos, o sea, de romper con la violencia sufrida, denunciándola públicamente. Porque están profundamente inculcadas en los hábitos, costumbres y comportamientos socioculturales, niños y adolescentes encuentran dificultades de romper con situaciones de violencia, por acreditaren que sus padres tienen el derecho de castigarlas, caso juzguen que ellas hagan algo errado o que infringieron normas determinadas.8

La perspectiva de la protección integral, adoptada al final del siglo XX, se contrapone a esa perspectiva de dominación de los niños perpetuada históricamente. De acuerdo con la legislación brasileña, todas las modalidades de violación a los derechos del niño y del adolescente deben ser objeto de notificación, sea la violencia física, psicológica, sexual o negligencia.26

Políticas públicas de protección a niños y al adolescente: una lucha de resistencia a la violencia al largo de la historia

    La violencia practicada contra niños y adolescentes ha tenido su importancia reconocida en el campo de la salud, a través del creciente participación de los profesionales de salud en la protección de niños y adolescentes al largo de la historia. En 1984, fue publicado el libro "Violencia de padre contra hijos: se procuran víctimas", de autoría de Viviane N. de Azevedo Guerra, que, conjuntamente con Maria Amélia Azevedo, se dedicó al estudio de ese fenómeno, de modo a comprender su dinámica, características y, también, apuntar su importancia en el sentido de crear programas de atendimiento a las víctimas y a sus familiares.27

En la década de 80, el tema violencia es inserido con mayor vigor en la agenda de debates y en los programas de salud. Los movimientos sociales de atención a la violencia contra niños y adolescentes y organizaciones internacionales fueron fundamentales para su inserción. Al largo de los años, actividades de asistencia y de prevención son desarrollados por médicos pediatras en los hospitales donde trabajaban; y después fueron creadas las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), como los Centros Regionales de Atención a los Malos Tratos en la Infancia (CRAMI), en São Paulo; Asociación Brasileña Multiprofesional de Protección a Infancia y Adolescencia (ABRAPIA), en Rio de Janeiro; y la Asociación Brasileña de Prevención a los Abusos y Negligencias en la Infancia (ABPANI), en Minas Gerais.28

En 1990, es creado el Estatuto del niño y del Adolescente (ECA), por la Ley Federal nº 8069, asegurando derechos especiales y protección integral al niño y al adolescente, además de tornar compulsoria la notificación de casos sospechosos o confirmados de abuso o malos tratos. En el art. 245 del ECA, están previstas penalidades para los médicos, profesores y responsables por estabelecimientos de salud y educación que dejan de comunicar los casos sospechosos o confirmados.26 Esa comunicación debe ser realizada al Consejo Tutelar, que se constituye en el órgano más indicado para recibir las notificaciones, tiendo el papel de defender y garantizar los derechos de las víctimas, deteniendo el poder de aplicar medidas de atendimiento y responsabilidad, cuando necesário.29

Cabe destacar que la notificación encaminada para el Consejo Tutelar visa, primordialmente, accionar la red de protección social, con el fin de romper las situaciones de violencia y restituir los derechos de niños y adolescentes. Por su vez, en el ámbito del sector salud, la notificación permite, también, el análisis epidemiológica de los casos, forneciendo subsidios para la organización de los servicios y la formulación de políticas públicas de salud.29,30 Se tratan de propósitos distintos que se complementan en el enfrentamiento de la violencia contra la infancia y adolescencia.

A partir da implementación del ECA, diversas acciones fueron realizadas en el sentido de dar visibilidad al problema y a reducir los índices de violencia. Con la finalidad de crear, fortalecer e implantar metas y acciones esenciales para asegurar la protección integral al niño y al adolescente en situación o riesgo de violencia sexual, fue aprobado el Plan Nacional de Enfrentamiento de la Violencia Sexual Infanto-Juvenil.31 Balseándose en la doctrina de protección integral, busca el desarrollo de acciones de acuerdo con seis ejes: prevención, defesa, responsabilidad, movilidad, articulación y atendimiento, en favor de los niños y adolescentes en situación de riesgo personal y social, los cuales se desdoblan en programas como Centinela, Disque Denuncia Nacional (Disque 100) y el Programa de Acciones Integradas Referenciales de enfrentamiento de la violencia sexual infanto-juvenil en el territorio brasileiro (PAIR).

En el ámbito de la salud, el Ministerio de Salud, a través de la participación de inúmeras secretarias, tiene desarrollado acciones directamente relacionadas a prevención de la violencia y la orientación de los profesionales cuando se refiere a temática. Así, se destaca la Política Nacional de Reducción de la Morbimortalidad por Accidentes y Violencias que establece los principios y directrices para la estructuración y el desarrollo de acciones intersectoriales de prevención de las violencias, de asistencia a las víctimas de causas externas y de promoción de hábitos y comportamientos seguros y saludables, a través de la Portaría GM/MS nº 737, de 16/05/2001. De esa manera, la política se extiende desde las acciones para la promoción de la salud hasta las medidas de tratamiento a las víctimas, previniendo secuelas y muertes. Tal política establece que:

[...] los profesionales de salud deberán ser habilitados a identificar violencia, procurar los servicios existentes visando la protección de las víctimas y acompañamiento de los casos identificados. Serán garantizadas las condiciones adecuadas para el atendimiento tales como tiempo para reuniones de equipo, supervisión e infraestrutura.31:32

La Política de Notificación de violencia contra niños y adolescentes en la red del SUS (Portaría nº 1968/2001) preconiza la notificación, a las autoridades competentes, de casos de sospecha o de confirmación de malos tratos contra niños y adolescentes atendidos en el SUS. Así, los profesionales del SUS tiene la obligación de informar la ocurrencia del fenómeno a través de la "Ficha de Notificación Compulsoria", a los Consejos Tutelares o Juzgados de Menores de la localidad.32 El Ministerio de Salud define notificación como:

[...] una información emitida pelo sector salud o por cualquier otro órgano o persona para el Consejo Tutelar, con la finalidad de promover cuidados socios sanitarios centrados en la protección del niños y del adolescente víctima de malos tratos. El acto de notificar inicia un proceso que visa interrumpir las actitudes y comportamientos violentos en el ámbito de la familia y por parte de cualquier agresor.32:14

De igual forma, la Red Nacional de Atención Integral para Mujeres y Adolescentes en Situación de Violencia Doméstica y Sexual, coordenada por el área técnica de Salud de la Mujer, tiene como objetivo organizar redes integradas de atención para mujeres y adolescentes en situación de violencia doméstica, sexual, articulando redes de prevención a las ETS/ SIDA y a las hepatitis, promoviendo el empoderamiento femenino y la no repetición de eses casos. La Red Nacional de Núcleos de Prevención de las Violencias y Promoción de la Salud (Portaría GM/MS nº 936/2004) implantada en los estados y municipios, coordenada por núcleos de Prevención de las Violencias y Promoción de la Salud, en ámbito local, es responsable por articular y coordinar acciones intersectoriales promotoras de salud y de la cultura de paz.

Iniciativas del Ministerio de Salud tiene sido realizadas en el sentido de apoyar los profesionales de salud en relación a la conducta para el atendimiento de los casos de violencia contra niños y adolescentes. Entre esas, está la realización de levantamiento de las dificultades enfrentadas por los municipios en el desarrollo de acciones de identificación y abordaje de los casos de violencia contra el niño y el adolescente;32 el desarrollo de proyectos de capacitaciones de los profesionales envueltos en el atendimiento a las víctimas de violencia, posibilitando, así, la adopción de prácticas comunes que garantan mayor calidad al atendimiento, a creación de mecanismos para compartir la experiencia de los profesionales dentro de cada servicio, así como entre los servicios y sectores ; la adopción de acciones en la perspectiva de la intersectorialidad, considerando que las iniciativas más promisoras para el enfrentamiento de la violencia contra niños y adolescentes son aquellas que no sólo congregan varias áreas, más que planean acciones de forma integrada en diferentes níveles.11

Todas esas iniciativas representan, sin duda, un avanzo en el enfrentamiento de la violencia, especialmente, por la obligatoriedad de su notificación a los órganos de protección. Propuestas en el sentido de dar visibilidad al problema está siendo implementadas con la finalidad de reconocer y valorar esa problemática.33
 

Conclusión

    Esta revisión evidencia que en la condición de dominados, niños y adolescentes internalizan una visión de sí, a partir de la visión que el sujeto dominante les impone. De este modo, las victimas comúnmente no exponen la agresión sufrida. Así, la decisión de romper con el pacto de silencio que vigora entre los miembros de la familia generalmente se constituye en dilema para niños y adolescentes, así como a las familias, que se deparan, de un lado, con sentimientos de culpa, vergüenza y, de otro, con circunstancias que impiden la denuncia, como la dependencia económica y emocional en relación al agresor y también por ser obligadas.

Mientras, hay aquellos que manifiestan, de modo verbal o no, su sufrimiento en la expectativa de que esa confidencia pueda abrir un camino para esa situación. Frente a esa realidad, la sociedad de modo general y los servicios de salud tiene un importante papel en el enfrentamiento efectivo de la violencia intrafamiliar. Cabe, entonces, a los profesionales asumieren esa responsabilidad, una vez que las instituciones de salud son consideradas como espacios de protección a niños y al adolescente y de revelación de la violencia que pueden estar sometidas.

A través de la realización de este estudio, fue posible visualizar el impacto negativo de la violencia en sus diferentes modalidades y la importancia de conocer las políticas públicas y la legislación, tan importante para el enfrentamiento de la violencia intrafamiliar contra niños y adolescentes. Una de las importantes conquistas para la sociedad y para las víctimas de violencia, el Estatuto del niño y del Adolescente se constituye el pilar fundamental de las políticas centradas en niños y adolescentes y su conocimiento es importante para el adecuado ejercicio profesional en la medida que informa, a los trabajadores del área de la salud, sus responsabilidades con el grupo en cuestión.

Así, es importante destacar que o deber de proteger el niño y el adolescente está representado a través de la legislación, pero también como una cuestión ética del profesional por la protección del paciente que está bajo sus cuidados. En este sentido, las profesionales, como detentoras de ese saber, posiblemente necesitan estar más sensibilizadas para el reconocimiento no solamente de cómo identificar la violencia, pero también de los derechos de las víctimas.

El desafío mayor instigado en este estudio es movilizar, en los trabajadores de la salud la necesidad imperiosa de reflexión sobre su práctica, buscando el enfrentamiento de la violencia, ya que es considerado como un problema grave de salud pública capaz de comprometer la salud de todos los envueltos sean ellas víctimas, agresores o la populación.
 

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