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EVIDENTIA: ISSN 1697-638X

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EDITORIAL

 

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Tecnofilia y tecnofobia. La simulación clínica de alto realismo en la formación de profesionales sanitarios

José Luis Díaz Agea
Doctor en Ciencias Socio-sanitarias por la UCAM y Enfermero. Profesor Contratado Doctor. Instructor en Simulación Clínica. Investigador Principal en el grupo AECRESI (Aprendizaje en Entornos Clínicos Reales y Simulados) de la UCAM. Laboratorio de Simulación Clínica, Facultad de Enfermería, Universidad Católica San Antonio de Murcia -UCAM-. Murcia, España

Evidentia 2014 ene-mar; 11(45)

 

 

 

Cómo citar este documento

Díaz Agea, José Luis. Tecnofilia y tecnofobia. La simulación clínica de alto realismo en la formación de profesionales sanitarios. Evidentia. 2014 ene-mar; 11(45). Disponible en: <https://www.index-f.com/evidentia/n45/ev4500.php> Consultado el

 

 

 

    Termina el turno de noche y Antonio se dispone a escribir con su BIC el relevo en la historia de la paciente: "Ha pasado la noche bien...". En otro hospital, Julia chequea en el ordenador de la unidad las actividades realizadas con Juan en la plataforma informática: "Manejo del dolor (1400)... Evaluar la eficacia de las medidas de alivio del dolor a través de una valoración continua de la experiencia dolorosa". Juan es amputado por accidente y espera ansiosamente su prótesis de última generación con microprocesadores mientras wasapea con su novia, lo que le distrae y hace más soportable el dolor. Julia es enfermera desde hace treinta años y se queja continuamente por tener que registrar todo dos veces, a mano en la historia de papel y luego tecleando en el ordenador. María, su alumna tutorizada, le cuenta que en la universidad practican con un robot como si fuera un paciente de verdad a lo que Andrea contesta: "menos robots y más prácticas con enfermos... cuando yo estudiaba...".

Trascender el papel y sustituirlo por una pantalla es una cosa. Sustituir al ser humano por un robot que respira, parpadea y tiene pulso tiene sus particularidades que van más allá de la tecnología y sugieren un posicionamiento casi metafísico. Ahora el cuerpo se puede trascender gracias a la tecnología.

El robot como elemento que trasciende lo material para incorporar el "ánima" humana es también un mito moderno (Metrópolis o Blade Runner). Es propio de la modernidad asentar en un mismo nivel el artificio técnico y la vida orgánica. Es un hecho recurrente en las artes, la cinematografía y la literatura de ciencia ficción. La tecnología y sus promesas de comodidad salvarán a la humanidad. Algunos autores interpretan una equivalencia entre las seculares promesas de inmortalidad ofrecidas por las religiones y las actuales brindadas por el progreso tecnológico.1

Tenemos dos tendencias que afloran en este discurso. Por un lado nos encontramos con la idea predominante de tecnofilia. La tecnología nos hará más libres, más perfectos, curará nuestras enfermedades, ayudará en los cuidados y nos proveerá de mayores comodidades (idea que no es nueva, por cierto). En la otra parte están los herederos intelectuales de aquellos que abogaban por la preeminencia del hombre natural.2 Ideas, como la que ya apuntaba Erasmo de Rotterdam de que ninguna criatura es infeliz si vive de conformidad con su naturaleza, van en consonancia con la incipiente asociación entre ciencia, felicidad y progreso del siglo XVI. Afirmaba Erasmo que las ciencias fueron inventadas para nuestra mayor destrucción, se interponen en el camino de la felicidad a pesar de que fueron concebidas en su favor.3

Mark Dery muestra estas ideas antagónicas entre tecnófilos y tecnófobos en sus escritos sobre cibercultura.4 Mientras para los primeros la tecnología es absolutamente positiva, los tecnófobos promueven que lo tecnológico está en el corazón de todos los males de la sociedad. Al respecto de este debate surgen cuestiones como el factor humano en la recuperación de las enfermedades o la superación de la adversidad versus el despliegue terapéutico de la técnica médica.

No se pueden obviar los cambios sociales derivados del actual despliegue tecnológico y virtual que ofrece la realidad del ciberespacio. Internet tiene su impacto también en la práctica clínica, la comunicación entre los expertos y los pacientes, la construcción del cuerpo post-humano,5 etc. La infraestructura y la cultura médicas están siendo transformadas por la tecnología digital e Internet. El ciberespacio ahora se utiliza de forma cotidiana para proporcionar consejos de salud y medicamentos. ¿Podría esta tendencia corresponderse con una medicalización del ciberespacio? O quizás ¿Es ahora el usuario de la salud más libre y menos dependiente de la figura del médico pero más subordinado a la esfera tecnológica?

También en el aprendizaje de las profesiones sanitarias se está observando una tendencia que va cobrando cada día más interés y despierta la admiración propia de los que antaño observaban atónitos el movimiento milimétrico de los autómatas medievales. Nos referimos al aprendizaje con metodologías que usan la simulación clínica avanzada o de alta fidelidad. Aquí "la cosa" se hace por unos instantes humana. Lejos de cosificar al paciente, al trabajar con un robot se está humanizando al plástico y a los circuitos; asignándole propiedades biológicas y psicológicas. Llegados a este punto se ha de explicar detenidamente en qué consiste esta metodología de aprendizaje y cómo se integra en el itinerario formativo de los graduados en enfermería.

Un grupo de doce alumnos (el grupo C3) llega a la unidad de simulación de la Facultad de Enfermería de la Universidad Católica en Murcia (España). Son las cuatro de la tarde. Hay que ir al vestuario para volver a ponerse el uniforme de hospital. María y Ana han estado de mañanas en la planta de traumatología del hospital haciendo prácticas. María comenta a Ana (conversación de vestuario) cómo su tutora (Julia) le ha mostrado su enfado por el exceso de trabajo que supone manejar tanta tecnología en el cuidado de sus pacientes. También le habla de Juan, el chico amputado. Luego se dirigen al aula 3, dónde les esperan casi cuatro horas de simulación del Practicum VI de 4º de grado. El profesor se encuentra en la sala que simula un hospital, preparando el escenario.

María siempre se ha preguntado cómo han conseguido ese nivel de realismo. Hay una cama articulada, pies de gotero, un monitor, un carro de parada, una toma de oxígeno y vacío (¡Sale aire de verdad!), todo tipo de medicación, sueros, un aspirador de secreciones... cortinas en las ventanas y hasta el sillón del acompañante. Pero lo mejor de todo es que en la cama hay un maniquí (María le llama muñeco aunque sabe que esa denominación irrita al profesor) que respira, tiene pulsos, parpadea, habla, tose, respira con dificultad y vomita (bueno, hace el sonido del vómito). Hoy el "muñeco" lleva una peluca rubia y habla inglés, se llama Marylin. Es una anciana británica que se ha caído en casa y se ha roto la cadera derecha. Es domingo por la mañana. Vive sola en una urbanización de la costa cartagenera y está ingresada pendiente de una operación. María y Ana saben que deben entrar al escenario en 5 minutos. Están nerviosas, no controlan mucho el inglés.

Pero antes de comenzar, en la sala de análisis contigua (sala de Debriefing) hacen un briefing del caso, exponiendo cómo se han preparado, qué evidencias han buscado, los diagnósticos NANDA, los resultados NOC esperados y qué intervenciones NIC van a realizar (manejo del dolor (1400), cuidados de la tracción-inmovilización (0940) e intercambio de información de cuidados de salud (7960)). El resto de compañeros están atentos a la pantalla del aula dónde se proyecta lo que ocurre. Tienen delante una hoja de evaluación y deben registrar y evaluar el trabajo grupal e individual (dice el profesor que por competencias, pero en realidad aparecen listas de chequeo de actividades NIC, puntos fuertes, débiles y observaciones).

El escenario comienza con la entrada de las enfermeras a la habitación. Marylin se queja de dolor y pregunta por su estado. Ana no ha entendido nada de lo que le ha dicho, pero María sabe inglés y le contesta. Ana se centra en realizar las actividades propuestas pero desconoce cómo evaluar el dolor de manera entendible por la paciente. María le recuerda que tenían preparada una fotocopia de la escala EVA y la paciente señala el 7. Lleva una perfusión de analgesia en el suero pero las enfermeras valoran que no está haciendo efecto e intentan solucionar la situación llamando al traumatólogo.

A los 15 minutos ha finalizado el caso. El profesor lo ha registrado todo en vídeo. Ahora es el momento de analizar lo experimentado. El grupo de alumnos (dispuestos en círculo) analizan la situación. Primero los actores, luego los compañeros y luego el profesor, que siempre está en un segundo plano. Se analiza lo ocurrido, los eventos críticos, la sonda pinzada, los problemas con el idioma, la efectividad o no de la tracción cutánea que llevaba puesta Marylin, las perfusiones de analgesia, el uso de reguladores de flujo, qué tipo de cuidados hubiera requerido y por qué a nadie se le ha ocurrido que la paciente no tenía heparina en el tratamiento si se iba a operar al día siguiente. Los alumnos presentan evidencias de los temas relacionados con su paciente y discuten. Al final llegan a conclusiones y establecen un plan de acción para el futuro, en el caso de que en la realidad vuelvan a experimentar algo parecido.

...cuando yo estudiaba...
 

Referencias

1. Szasz T. La teología de la medicina. Barcelona: Tusquets; 1989.

2. Rousseau JJ. Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres. Madrid: LIBSA; 2001.

3. Erasmo de Rotterdam. Elogio de la locura. Madrid: Espasa-Calpe; 2007.

4. Dery M. Velocidad de escape: la cibercultura en el final del siglo. Madrid: Siruela; 1998.

5. Miah A, Rich E. The Medicalization of Cyberspace. New York: Routledge; 2008.

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