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EVIDENTIA: ISSN 1697-638X

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Promover la resiliencia como intervención en la salud de la mujer

Patrícia Mônica Ribeiro, Maria Angélica Mendes, Bianca Maria de Oliveira Luvisaro, Caroline Helena de Paschoal Oliveira, Flávia de Oliveira, Lucélia Terra Jonas
Universidade Federal de Alfenas. Departamento de Enfermagem, Alfenas (Minas Gerais), Brasil

Manuscrito recibido el 14.6.2011
Manuscrito aceptado el 28.10.2011

Evidentia 2012 ene-mar; 9(37)

 

 

 

Cómo citar este documento

Ribeiro, Patrícia Mônica; Mendes, Maria Angélica; Luvisaro, Bianca Maria de Oliveira; Oliveira, Caroline Helena de Paschoal; Oliveira, Flávia de; Jonas, Lucélia Terra. Promover la resiliencia como intervención en la salud de la mujer. Evidentia. 2012 ene-mar; 9(37). Disponible en: <https://www.index-f.com/evidentia/n37/ev7695.php> Consultado el

 

 

 

Resumen

Para la comprensión cultural del proceso salud-enfermedad en población femenina, se buscan en la discusión de la antropología de la salud, algunas consideraciones históricas necesarias para investigar la manera que sea posible enfocar la resiliencia como una intervención en su salud. Este artículo pretende ofrecer un reflejo de la salud de la mujer, uniendo conceptos teóricos anclados en la antropología de la salud y su relación con la resiliencia, que se presenta como una alternativa de intervención. Incorporar la promoción de la resiliencia como una intervención en la salud de la mujer requiere la inserción de la las discusiones sobre el tema en los programas de capacitación en salud, el mantenimiento de un enfoque sensible a las diferencias de género y desarrollar las investigaciones orientadas a establecer y comprender las dinámicas que subyacen a las respuestas resilientes de las mujeres en cada una de las situaciones adversas que experimentan.
Palabras clave
: Atención de Enfermería/ Humanización de la Atención/ Resiliencia Psicológica.

 

Abstract (Promoting Resilience as an intervention in women's health)

In order to understand the cultural view of the helth-disease process in female population, it seek's to the discussion of health anthropology, the historical considerations that are necessary to scrutinize the way that makes it possible to focus on resilience as an intervention in women's health. This article aims to provide a reflection of women's health, linking theoretical concepts anchored in the anthropology of health and its connection to resilience, which is presented as an alternative intervention in women's health. To incorporate the promotion of resilience as an intervention on women's health, requires the inclusion of discussions on it in training programs in health, maintaining a sensitive approach to gender differences and to develop research oriented, to establish and to understand the dynamics that underlie resilient answers women in each of the adverse situations that they experience.
Key-words
: Nursing Care/ Humanization of Assistance/ Resilience Psychological.

 

 

 

Introducción

    Entre los siglos XIX y XX la mujer fue tema formulado e investigado en un amplio debate cultural sobre el conocimiento de asuntos de la mujer y, sobre su proceso salud-enfermedad. Antes, no era objeto de mayor atención porque dada la tradición occidental, filosófica y religiosa, se estableció que la mujer era un ser imperfecto y a ella le correspondía generar y cuidar de los hijos. El poder natural del cuerpo femenino se ha convertido en fuerza emocional y moral que reúne la familia. En el siglo XIX inicia la Medicina de la Mujer, donde se consideró que ella era una prisionera de su cuerpo inestable y nervioso, pero el embarazo, el parto y la maternidad eran experiencias femeninas.1

Para comprender el proceso salud-enfermedad de la población femenina es necesario, primeramente, una comprensión del universo femenino, permeado por el concepto de cultura a que diversos grupos de mujeres están sometidos. En este sentido, se buscan en la antropología de la salud, algunas consideraciones históricas necesarias para controlar de manera que torna posible la resiliencia como foco de intervención en salud de la mujer.

En la antropología de la salud, hay dos áreas generales que están marcadas por las posiciones teóricas radicalmente diferentes en cuanto a su visión de la enfermedad como una realidad: la perspectiva ecológica y la perspectiva cultural o de interpretación. La ecología médica propone un modelo integral que tiene en cuenta la interrelación de la cultura, la sociedad y la naturaleza como un determinante del estado de salud en un grupo, donde las enfermedades son vistas como el resultado de causas múltiples. Y también establece como organización social, las prácticas y los valores culturales afectan la salud del grupo. En la perspectiva cultural, se estudia la estructura y el significado de la vida humana como expresión de su actividad mental, donde las manifestaciones de esta actividad mental son las elecciones que el hombre realiza para organizar su propia vida.2,3

Este artículo tiene como objetivo presentar una reflexión sobre la salud de la mujer, uniendo conceptos teóricos anclados en la antropología de la salud en la perspectiva cultural y su relación con la resiliencia, que se presenta como una alternativa de intervención en salud de la mujer. Inicialmente serán presentadas algunas consideraciones históricas sobre la antropología de la salud, la asistencia a la salud de la mujer, la resiliencia y su interacción con la intervención de enfermería.


Antropología de la salud: consideraciones históricas

    Hace aproximadamente treinta años, el campo de la antropología de la salud, también conocido como la antropología médica y la antropología de la enfermedad, se ha declarado como una subdisciplina dentro de la antropología.4

Rivers, como primer antropólogo, examinó la medicina como una categoría de investigación en las culturas llamadas culturas primitivas.2 La medicina primitiva es básicamente mágica o religiosa de acuerdo a la cosmovisión del grupo. Y la medicina en las sociedades es una institución social entrelazada con otros aspectos de la cultura y, para que se pueda entenderla es necesario examinar cómo el sistema médico está integrado en la cultura en general, su visión del mundo y su mundo social.

En la década de 1940, la enfermedad y su tratamiento fueron reconocidos como procesos puramente biológicos solamente en el sentido abstracto; y la percepción de la condición del paciente, el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad dependen todos de los factores sociales.2-6 Para justificar los tratamientos racionales y empíricos, se argumenta que estas prácticas son el resultado de los hábitos producidos de forma inconsciente.3-6

Por consiguiente, "la enfermedad se concibe principalmente como un proceso experiencial, cuyo significado se produce mediante episodios culturales y sociales, y en segundo lugar, como un hecho biológico".2 El sistema de salud se entiende como un sistema de significados anclados en los acuerdos particulares de las instituciones y los patrones de las interacciones interpersonales, es decir, se trata de un sistema cultural. La cultura se define a partir del concepto,6 que la concibe como un sistema de símbolos que proporciona un modelo para la realidad. Se expresa en las interacciones sociales donde los actores tienen que comunicarse y negociar significados.7-9 Como consecuencia, el sistema de salud es la integración de los componentes relacionados con la salud y proporciona al individuo pistas para interpretar su enfermedad y las posibles acciones. La cultura es también entendida como una especie de conocimiento que usamos como base para el hecho, "la cultura de un grupo está siempre moviéndose en la medida que se producen los cambios en las condiciones de vida".7 De este modo, "el conocimiento cultural puede ser modificado o adaptado por el usuario para cumplir las condiciones del momento".7 Con los cambios de los antropólogos sociales y culturales a fines del siglo XIX y principios del siglo XX se da inicio al levantamiento de información en primera mano, y se da inicio a las modernas formas de trabajo en el campo etnográfico.8,9

Se sabe que, las personas del pasado eran culturalmente diferentes a las de hoy, pues ciertamente aquellas que vivieron en diferentes épocas de la historia, también habitaron diferentes mundos culturales. Lo más importante es que los historiadores ponen el problema metodológico con la cuestión: ¿Cuándo y cómo pueden ser comprendidas otras culturas? Problema que, hasta ahora, es el centro de la etnografía.8

En la antropología moderna, la etnografía era el centro de las ideas de lo que era científico en el trabajo antropológico, dado que abarcaba el levantamiento de información de primera mano por el antropólogo, es decir, la información era recogida directamente de los nativos o poblaciones estudiadas. Además, contaba con la descripción de las características sociales y culturales de la existencia de las sociedades primitivas, contra los intentos de entender su historia o juzgarlas por el nivel de desarrollo.6 Algunas veces se denomina de investigación colaborativa a las formas más aplicadas del trabajo etnográfico. Otras importantes influencias impulsaron hacia la investigación colaborativa, como por ejemplo, el marxismo y el feminismo, reclamando que la investigación contribuya a la estructuración de políticas que hagan visibles los los grupos oprimidos, no sólo la clase obrera, así como las mujeres, las minorías étnicas, las personas con discapacidad, entre otros.5

Se considera necesario el ámbito de la asistencia a las mujeres para hacer algunas observaciones con respecto a su perspectiva histórica.


Una poco de historia de la asistencia a la salud de la mujer

    La cultura acompaña y revela el proceso histórico de la humanidad, es decir, una manera de hablar acerca de las identidades colectivas y, al mismo tiempo, establece normas públicas de comportamiento.11 Las mujeres son culturalmente reconocidas como participantes activas en sus casos específicos, pero tienen sus raíces en la naturaleza. Esto debe ser entendido en tres niveles,12 es decir, el primer nivel, la psicología de las mujeres es vista como más cercana a la naturaleza, debido a la mayor participación del cuerpo de la mujer con la función natural que rodea la reproducción, por lo que la mujer es considerada más como un elemento de la naturaleza que el hombre. Sin embargo, en parte por su conciencia y participación en el diálogo social, ella es reconocida como participante de la cultura, surgiendo entonces como una intermediaria entre la cultura y la naturaleza en una escala de trascendencia inferior a la del hombre. En segundo nivel, el papel social de las mujeres es visto como más cercano a la naturaleza, es decir, la asociación natural de la mujer con el contexto doméstico, debido a la lactancia, se tiende a establecer su potencialidad para ser vista más próxima de la naturaleza primitiva de los niños y la constatación de la infra-social de los grupos como opositores al resto de la sociedad. Al mismo tiempo, sus competencias en la socialización y para cocinar la presentan como un poderoso agente del proceso cultural, transformando constantemente los recursos naturales de estado bruto en productos culturales. Esto significa que, incluso una mujer que pertenece a la cultura, sin embargo, y muestra tener una conexión más fuerte y más directa con la naturaleza, ella es una vez más vista como ubicada entre los dos dominios. En el tercer nivel, la psique femenina es vista como más próxima de la naturaleza, es decir, la forma típica femenina de relacionarse es sin duda un papel importante y poderoso en el proceso cultural. Este aspecto psíquico, pareciendo típicamente femenino, tiende descuidar las categorías femeninas y a buscar la comunión directa y personal con los demás y, si bien puede parecer infra-cultural, al mismo tiempo se asocian con los más altos estándares de los procesos culturales.

Con el surgimiento de la obstetricia se impusieron los valores de los médicos sobre el parto, en cambio de las experiencias de las mujeres que han experimentado los nacimientos naturales con parteras.1 Esta introducción del médico en el seno de la familia ha transformado la producción de los conocimientos en una institucionalización del mismo, dirigida a la defensa de la medicina para la mujer. Después de varias décadas, surgió un nuevo modo de organización social correspondiente a un interés por las enfermedades de la mujer en la historia de la medicina.1

El proceso de hospitalización del parto, a mediados del siglo XX, estaba incorporado en muchos países, incluso sin ninguna prueba científica de que era más seguro que los partos en el hogar o en casas de parto. En este modelo de asistencia, las mujeres vivenciaron el trabajo de parto inmovilizadas, con las piernas abiertas y elevadas, acompañadas por personas desconocidas y sometidas a una batería de procedimientos.10

En Brasil, la preocupación por la salud materna, hasta principios de los 60, se limitó a la asistencia del parto. Con la introducción de la medicina preventiva y la creación de centros de salud fueron iniciados programas de atención prenatal que tuvieron como principal objetivo reducir la mortalidad infantil. En los años 80, la iniciativa más importante para reducir la mortalidad materna ha sido desarrollada por el proyecto Galba Araujo, Ceará. Así, en 1984, se estableció el Programa de Asistencia Integral a la Salud de la Mujer, el cual incluyó la asistencia prenatal.11

El embarazo no es una enfermedad,11 pero el embarazo se produce en el cuerpo de la mujer dentro de un contexto social donde la maternidad es vista como una obligación femenina, siendo que "además de los factores económicos, la condición de subordinación de las mujeres afecta al proceso salud-enfermedad y establece un patrón de enfermedad específico". El proceso salud-enfermedad de la mujer implica cuestiones culturales femeninas, ya que se sabe que el mundo femenino es influenciado por acontecimientos económicos, sociales y psicológicos a los cuales las mujeres están expuestas.

A inicios del nuevo milenio, en Brasil, como una alternativa de mejora de las condiciones a la que las mujeres embarazadas se enfrentaban, el Ministerio de Salud estableció el Programa de Humanización Prenatal y en el Nacimiento. Esto establece, para cada mujer, el derecho más básico de ciudadanía, el de dar a luz, recibiendo una asistencia humanizada y con calidad, rescatando la autonomía de la mujer en el parto.11 Sin embargo, es notorio que en Brasil hay un discurso sobre el proceso de humanización, pero a partir del momento que la mujer ingresa al hospital termina despojada de su individualidad.12

Para el Ministerio de Salud, la asistencia prenatal es el primer paso para el trabajo humanizado y el nacimiento. Por lo tanto, el concepto de humanización implica la relación de respeto entre los profesionales y las mujeres durante el proceso de parto y comprende el nacimiento como un proceso natural y fisiológico que, cuando se realiza correctamente, no requiere ninguna intervención.11 Debe sí haber respeto a los sentimientos, emociones, necesidades y valores culturales de la gestante. Los profesionales deben estar dispuestos a ayudar a la mujer a reducir la ansiedad, la inseguridad, el miedo del parto, la soledad y el dolor, el ambiente del hospital, y también el temor de que el bebé nazca con problemas y otras preocupaciones. También, cabe a los profesionales, promover y mantener el bienestar físico y emocional durante todo el proceso del embarazo y el parto; informar y orientar continuamente sobre la evolución del trabajo de parto, reconociendo el papel principal de la mujer en este proceso, aceptando aún su negativa a las conductas que le causan constreñimiento y dolor, ofrecer espacio y apoyo para la presencia de un acompañante, orientar a la mujer sobre su derecho de elección del lugar de nacimiento, y asegurar acceso y calidad de la asistencia de salud a la gestante y al bebé.

Los servicios de salud reflejan históricamente cómo las mujeres son tratadas y atendidas en nuestra sociedad, es decir, desde el inicio de la asistencia a la mujer, la usuaria fue percibida como una persona pasiva, creando una relación de indiferencia ante lo que ella llevaba y estaba experimentando durante su vida. Cabe al profesional de la salud escuchar lo que la mujer trae, como ella lo trae, y porque ella sufre. Negar la singularidad de la mujer y el desarrollo que ella hace en su historia socialmente vivida, es impedir que el contacto con profesionales pueda atender a las expectativas de quienes las solicitan.

En la salud de la mujer, se debe tener en cuenta la perspectiva del cuidar, pues se tiene una complejidad del ser humano que implica en la visualización de aquella que es cuidada exactamente como ella es, en su singularidad más allá de las máscaras impuestas por su condición socio-cultural. El cuidado pasa a ser percibido a partir de lo que la mujer es, en la relación con su realidad, en la manera en cómo vive, especialmente cómo vivencia la enfermedad.7 Esta perspectiva va más allá de las cuestiones relacionadas con el proceso del embarazo y del parto, envuelven también procesos psicosociales a los que las mujeres están sometidas en el ciclo de vida.


Promoción de la Resiliencia como intervención

    Entre las intervenciones de enfermería dirigidas a las mujeres, la promoción de la resiliencia se muestra como una alternativa. Por lo tanto, algunas consideraciones sobre este tema son oportunas.

Resiliencia13 es un llamado a centrarse en cada individuo como alguien único, es enfatizar las potencialidades y recursos personales que permiten afrontar situaciones adversas y salir fortalecido, a pesar de estar expuesto a factores de riesgo. Los estudios sobre el tema muestran tres tendencias: la anglosajona, la europea y la latinoamericana. Siendo que entre estas hay diferencias sobre la manera de entender los conceptos de vulnerabilidad, riesgo y adversidad, los cuales traen como consecuencia diferencias en la comprensión de cómo se produce la resiliencia y cuáles son las recomendaciones para su promoción. La comprensión de vulnerabilidad, del riesgo, de la adversidad y sus implicaciones sobre la salud tienen consecuencias socio-culturales y políticas importantes que se manifiestan en el momento de planear e implementar intervenciones.13-15

Hay tres enfoques sobre resiliencia de acuerdo con las escuelas:

    -La escuela anglosajona da importancia para la interacción persona-ambiente y las diferentes maneras en las cuales los individuos responden ante las amenazas y los desafíos del medio. Sitúa a la persona como referencia de un sistema de interacciones favorables o desfavorables a su organización y desarrollo de la resiliencia. Son señaladas directrices:15 Énfasis en la identificación de mecanismos protectores más que de los factores protectores de riesgo; resiliencia concebida como la interacción entre los factores de apoyo social - yo tengo, habilidades personales - yo puedo y fortalezas personales - yo soy y yo estoy; consideran la posibilidad del desarrollo humano como consecuencia de la interacción entre los factores individuales y los ambientes familiar, social y cultural. Las posibilidades de prevención surgen cuando aumenta el conocimiento y la comprensión de las razones por las cuales algunas personas no son afectadas por la privación.

En esta corriente psicobiológica, se entiende por mecanismo de protección, la dinámica que permite al individuo salir fortalecido de la adversidad en cada situación específica, respetando las características personales. Por lo tanto, los mecanismos de protección se entienden como los recursos ambientales que están disponibles para las personas y las fuerzas que estas tienen que adaptarse a un contexto, y que operarían a través de mecanismos diferentes:13 En el modelo compensatorio, los factores estresantes y los atributos individuales se combinan y pueden conducir a una reducción del estrés. En el modelo de desafío, el estrés es tratado como un potencial estimulador de competencia. En el modelo de inmunidad, hay una relación condicional entre estresores y factores de protección.

    -En el enfoque europeo, la atención se centra en las teorías del sujeto y se sitúan en términos psicológicos, la relación entre el sujeto, su comportamiento y entorno. La resiliencia es entendida como "respuesta para salvaguardar el sentido de la propia vida, como un principio de supervivencia en situaciones o hechos que atentan gravemente esta posibilidad de supervivencia y que ocasionan graves daños a la vida psíquica".15

La construcción de respuestas resilientes pone en un papel fundamental a los valores colectivos, a los factores individuales y culturales que determinan la forma de ver el mundo y a las experiencias traumáticas. Se hace hincapié en la definición psicoanalítica de trauma para la cual se necesita de golpes para producir un traumatismo; el primer golpe se produce en lo real -Tengo frío, tengo hambre, tengo dolor, me ha humillado, me siento abandonado, sufro-; y el segundo golpe se realiza en la representación de lo real, o sea, en el relato que la persona construye su experiencia, bajo los efectos de la visión que otras personas hacen de su situación.13-15

A partir de estudios13-15 es posible caracterizar la resiliencia en activa, pasiva y por fuera de la ley. La activa es ilustrada por un grupo de adolescentes palestinas, que conscientes de su destino y discriminación, tenían un proyecto de vida: continuar con sus estudios, adquirir una habilidad, una autonomía y una independencia. La resiliencia pasiva se ejemplifica con las adolescentes también conscientes de su situación y de las dificultades con las cuales se encuentran, pero tienen un deseo fundamental de cambiar de situación. Es decir, ellas pensaban que la vida de las mujeres en los países musulmanes ofrece una serie de compensaciones, como la protección y, no tenían deseo de continuar durante mucho tiempo con sus estudios o de aprender un oficio autónomo ya que querían casarse rápidamente y tener hijos. Ya, la resiliencia por fuera de la ley, se entiende en la comprensión de cómo los niños de la calle frente a las dificultades para mantener el sistema social imperante, optan por una salida, aunque fuera de la ley, se convierte en una estrategia de supervivencia. Pero, el problema aquí es que ellos abandonen la resiliencia fuera de la ley, y pasen a una resiliencia socializada.13-15

    -En el enfoque latinoamericano la resiliencia es comunitaria y, puede ser obtenida como un producto de la solidaridad social, que es evidente en los esfuerzos colectivos de algunos pueblos a la hora de hacer frente a situaciones de emergencia. Es enraizado en la epidemiología social que entiende el proceso salud-enfermedad como una situación colectiva causada por la estructura de la sociedad y los atributos sociales del proceso.15,16 Los pilares fundamentales de este enfoque son:15 autoestima colectiva - es la satisfacción de pertenecer a la comunidad, identidad cultural - la incorporación de hábitos, valores y otros que se convierten en componentes inherentes del grupo; humor social, - la capacidad de algunos grupos o colectividades para encontrar la comedia en la propia tragedia, es la capacidad de expresar con elementos cómicos la situación de estrés aportando un efecto calmante; honestidad colectiva o del Estado - la gestión decente y transparente de los asuntos públicos. Estos pilares deben ser complementados con la habilidad para generar un liderazgo auténtico y participativo, así como el ejercicio de una democracia efectiva en la toma de decisiones diarias y la inclusión para una sociedad en la cual no haya discriminación.


La resiliencia como intervención en la salud de la mujer

    El objetivo de promoción de la resiliencia es desarrollar la capacidad humana de enfrentar, superar y ser fortalecido e incluso transformado por las experiencias de una adversidad.13-16 La tendencia es integrar el enfoque de la resiliencia en las acciones sociales, educativas y de salud que involucren a los sujetos individuales de todas las edades, desde la primera infancia hasta la vejez, pero también, a las familias y a las comunidades.

La intervención a la salud de la mujer, la resiliencia es una alternativa basada en el entendimiento de que, la resiliencia individual y colectiva son las dos caras de una moneda, ya que la capacidad de enfrentar la adversidad y salir fortalecido implica respuestas que pueden darse tanto de manera individual como colectiva.

Estudios han demostrado diferencias entre las respuestas resilientes entre los niños y las niñas,14,16 es decir, las diferencias de género para hacer frente a la adversidad pueden convertirse en un campo de investigación útil para la promoción de la resiliencia ya que dentro de los factores que modelan el comportamiento humano, los estereotipos de género ejercen una profunda influencia sobre la forma en que percibimos el mundo e interactuamos con él.

Hay una corriente de investigación en enfermería preocupada en investigar acerca del proceso de resiliencia y de los factores que han ayudado a las mujeres a enfrentar y superar situaciones de estrés en sus vidas. Como por ejemplo, aquellas relacionadas a las condiciones de adversidad y la discriminación que casi siempre han sido objeto como la violencia doméstica; el abuso sexual; la situación de las mujeres adultas mayores que han vivido en condiciones de dependencia. Además, de las situaciones relacionadas con el embarazo y crianza de los hijos; la incapacidad de las mujeres para identificar estrategias de intervención que permitan el empoderamiento, la toma de decisiones, y el reconocimiento de las mujeres como sujetos que tienen derechos.

Así, el papel profesional de la enfermería en la promoción de la resiliencia a las mujeres que atraviesan o salen de situaciones adversas, es de facilitador del proceso, y para eso requiere centrar la atención de la intervención en el restablecimiento por las mujeres del equilibrio en su vida, con sensación de éxito y adaptación social; además, el enfermero debe servir como fuente de apoyo, como alguien que cree y confía en ellas.

Independientemente del enfoque que los investigadores asuman para promover la resiliencia, lo que está claro es que esta es una tarea que implica esfuerzos interdisciplinarios y colectivos a nivel político, institucional, comunitario, familiar e individual, donde los factores culturales deben ser tenidos en cuenta e incorporados en el modelo de promoción.13-17

En el nuevo marco de comprensión de la salud, la resiliencia puede ser entendida como una condición básica para los procesos de intervención, ya que requiere una posición activa de todos los interesados para la resolución de las situaciones que afectan el bienestar y el desarrollo personal. Por consiguiente, incorporar la promoción de la resiliencia como una intervención en la salud de las mujeres requiere la inserción de las discusiones sobre el tema en los programas de formación en salud. Y el mantenimiento de un enfoque sensible a las diferencias de género y desarrollo de investigaciones orientadas a establecer y comprender las dinámicas que subyacen a las respuestas resilientes de las mujeres en cada una de las situaciones adversas que vivencian.


Consideraciones finales

    La promoción de la resiliencia en las mujeres requiere intervenciones que dan lugar a la significación de la adversidad y seguimiento intersectorial e interdisciplinar para superarla; y también, es importante mantener una estrecha vigilancia sobre cómo las experiencias adversas se reproducen y se transforman a través del tiempo y de las culturas.

Entre otras cosas, la resiliencia como intervención en la salud de la mujer puede ayudar a crear otro paradigma, que traiga de la experiencia de la adversidad la oportunidad para su fortalecimiento personal. De este fortalecimiento vendrá el empoderamiento que permitirá a la mujer darse cuenta de sus propios factores resilientes. Y desde ahí, permitirá también, la creación de la resiliencia familiar.

Intervenir en la vida de cada mujer significa estar abierto a oír y aprender algo nuevo, respetar las diferencias, reconocer límites, identidades y particularidades de cada una. La intervención del enfermero basada en un proceso interdisciplinar, con diversos puntos de vista y conocimientos y centrada en la resiliencia estimula y requiere una actitud humana, ética y comprometida.


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