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EVIDENTIA: ISSN 1697-638X

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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La función tutorial: ¿necesidad prioritaria?

Pilar Martínez Clares,1 Miriam Martínez Juárez,1 Carmen Gómez García2
(1) Departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación. Facultad de Educación, Universidad de Murcia. (2) Escuela Universitaria de Enfermería, Universidad de Murcia. Murcia, España

Correspondencia: Facultad de Educación, Campus Universitario de Espinardo s/n, 30100 Murcia, España

Evidentia 2011 ene-mar; 8(33)

 

 

 

Cómo citar este documento

Martínez Clares, Pilar; Martínez Juárez, Miriam; Gómez García, Carmen. La función tutorial: ¿necesidad prioritaria?. Evidentia. 2011 ene-mar; 8(33). Disponible en: <www.index-f.com/evidentia/n33/ev3304.php> Consultado el

 

 

 

    Acercarse a la función tutorial en el sistema de formación de especialistas en Ciencias de la Salud, es "pasar del saber hacer al saber actuar, es... ir mas allá de lo prescrito". Actualmente nadie cuestiona la enorme importancia de la función tutorial y de la figura del tutor dentro del sistema de residencia, y evidenciamos que la relación tutor-residente crea el eje nuclear sobre el que gira todo este proceso formativo, en la medida que el sistema de residencia implica una formación teórica y práctica, programada y tutelada, con una participación personal y progresiva.

Desde esta óptica comprobamos dos hechos fundamentales, en primer lugar, cómo el tutor se constituye como una figura crucial dentro del sistema de formación de especialistas y en segundo lugar, cómo la función tutorial se constituye en el eje vertebrador de ese sistema formativo.1

En el R.D.183/2008, publicado en el BOE de 21 de Febrero de 2008,2 se anuncia por primera vez un reconocimiento de esta figura y lo describe como "profesional especialista en servicio activo que, estando acreditado como tal, tiene la misión de planificar y colaborar activamente en el aprendizaje de los conocimientos, habilidades y actitudes del residente a fin de garantizar el cumplimiento del programa formativo de la especialidad de que se trate".

En definitiva, el tutor es el especialista encargado de la planificación, supervisión y evaluación de todo el proceso formativo del residente. Textualmente el art. 11.1 dice que "es el primer responsable del proceso de enseñanza-aprendizaje del residente, por lo que mantendrá con éste un contacto continuo y estructurado, cualquiera que sea el dispositivo de la unidad docente en el que se desarrolle el proceso formativo". Es competencia de las Comunidades Autónomas definir el procedimiento de nombramiento de los Tutores, así como su reconocimiento. Este reconocimiento lleva implícito la acreditación y evaluación de los mismos.

De esta forma, entendemos que cuando cualquier profesional de la Salud, se integra en el sistema asistencial es preciso garantizar su formación con tendencia a la excelencia. Para asegurar esta formación, es necesario establecer un plan de formación individualizado, de acuerdo a las competencias a alcanzar establecidas en el Programa Formativo de la Especialidad correspondiente y un adecuado sistema de supervisión de ese plan de formación.3

Un especialista sanitario debe ser no sólo un experto en su especialidad clínica, sino también un consejero de la salud, un gestor de recursos, poseer habilidades de comunicación con pacientes y familiares, saber trabajar en equipo, ser un gestor del conocimiento y albergar valores profesionales referidos a conocimientos y conductas acordes a unos principios éticos y morales de la sociedad.4 Somos conscientes que estas competencias no parece que puedan ser alcanzadas por el residente con una simple integración funcional en la actividad asistencial del centro y dejándose llevar por las rutinas de ese centro o servicio, se necesita de la función tutorial como acción nuclear de su proceso formativo.

En nuestro país, el sistema de formación de especialistas sanitarios es suficientemente maduro, pero se ha de enfrentar a nuevos retos, como es el caso de la profesionalización del tutor de especialistas en formación. Desde nuestra perspectiva pedagógica, creemos que para la formación integral de un residente es necesario establecer un programa formativo adaptado al centro, evaluable y flexible en función del aprendizaje del mismo, junto a un responsable en el servicio que supervise y garantice el cumplimiento de ese programa, haciendo compatible la realidad formativa con la realidad asistencial. La responsabilidad de la gestión de un servicio o unidad recae en la jefatura del mismo y, al igual que se realiza un reparto de tareas organizativas y asistenciales entre los mandos intermedios de dicho servicio o unidad, la formación especializada debe de tener, en la lógica de la organización del trabajo, un responsable, en el caso que nos ocupa, este responsable es el tutor sanitario.5

Sin embargo, este figura, -la del tutor sanitario-, pese a su importancia dentro del sistema de formación de especialistas sanitarios, y junto a sus funciones, competencias, tareas... apenas se encuentra definida, delimitada o perfilada. Tan sólo se rige por una serie de directrices generales dictadas en algunos documentos oficiales y que arrojan cierta luz al trabajo diario de profesionales sanitarios dedicados a la función tutorial en sus centros de trabajo. En el ejercicio de esta función, el voluntarismo es su principal característica, como señala Urruzuno Tellería,6 pero también su principal delimitación, y ésto ha provocado la inexistencia de sistemas formales de acreditación y reacreditación, formación, compensación... que imposibilitan la buena marcha del ejercicio de ésta como acción o praxis destacada en el sistema de formación de especialistas en España.

La figura del tutor de residentes es una necesidad organizativa básica y no simplemente el cumplimiento de un formalismo. Un servicio que dispone de un tutor que realmente programa, coordina, dirige, supervisa y evalúa la progresión de un residente, es un servicio que ha asumido con todas sus consecuencias las responsabilidades de estar acreditado para la formación especializada y puede demostrar a la sociedad la calidad de los especialistas que forma.

La necesidad del tutor de especialistas en formación es algo incuestionable, no obstante, aún queda mucho por hacer y es preciso ir más allá de concretar las funciones del mismo. Por ello, estamos de acuerdo en que es preciso avanzar, la cuestión es cómo podemos hacerlo. Una buena manera sería contribuyendo a profesionalizar la figura del tutor de residentes, figura que se inserta en una sociedad en constante evolución y que exige, cada vez con mayor vehemencia, cambios en los comportamientos y actitudes de las personas que se integran en ella.

En este sentido, coincidimos con Álvarez Sánchez y cols.;7 Urruzuno Tellería;6 y Cabero Roura1 cuando señalan que "una de las causas de la indefinición (de la figura del tutor) es la falta de ubicación de forma clara en el organigrama, no tan sólo docente, sino, incluso, asistencial". De aquí la necesidad de concretar su perfil profesional, de establecer los límites y las relaciones de dos facetas de un mismo profesional: la docente y la asistencial, sin olvidar, por supuesto, la investigadora, pero que se encuentra menos reñida que las dos anteriormente mencionadas.

Pensamos que el tutor debe hacer suya la labor de enseñar al residente a transformar la experiencia en conocimiento, con el fin de realizar la atención a la persona como un todo y dentro de su contexto. No obstante, saber no es sinónimo de saber enseñar, brindar el esfuerzo personal a formar nuevos profesionales requiere más habilidades y aptitudes que las de ser un buen clínico o sanitario, con más o menos conocimientos, pero, sobre todo, se ha de estar motivado para esta labor. En la profesionalidad del tutor de residentes, se pone en juego el "saber y sabor profesional" en palabras del profesor Echeverría Samanes,8 es decir, no basta sólo con su saber y saber hacer, también es necesario su saber estar y su saber ser.

Para que los tutores sanitarios realicen correctamente la difícil misión docente, y hagan suya la acción tutorial como la acción nuclear de su práctica docente, es necesario que se formen como docentes y por supuesto como tutores. Por tanto, la acción tutorial en el contexto sanitario, es un proceso continuo y dinámico que necesita de una formación permanente y continua, así como de un autoaprendizaje mutuo y de un enriquecimiento personal y profesional, a lo largo del cual los tutores deben ser apoyados con medidas complementarias de formación y con una clara definición de su perfil profesional, para mantener claras sus funciones y mejorar sus competencias tanto clínicas como docentes y promocionar en su carrera profesional.9

Somos conscientes de la necesidad de una formación continua en la formación de profesionales sanitarios, y aún más, de ir paulatinamente de una formación tradicional a una formación basada en competencias, donde el protagonismo lo tiene el proceso de aprendizaje y se pretende la gestión del conocimiento desde el aprendizaje autorregulado.

Actualmente todos los cambios mencionados en la manera de pensar sobre la función tutorial y el tutor sanitario no vienen solos, ni tampoco por casualidad, sino que se deben englobar dentro de una serie de transformaciones más amplias y generales que vive la sociedad de hoy en día. Así, la nueva concepción de la función tutorial en Ciencias de la Salud y, por añadidura, del tutor de especialistas en formación es fruto de cambio que se produce en la nueva manera de entender la formación. Nos referimos al cambio de enfoque que anteriormente hemos mencionado, es decir, al que nos lleva a pasar de una formación centrada en la trasmisión del conocimiento a una formación basada en competencias, es decir, no basta con saber, hay que saber actuar, y es más, tenemos que ir más allá de lo prescrito, porque la competencia diferencia entre saber lo que hay que hacer en una situación determinada y el ser capaz de enfrentarse a ella en una situación real.
 

Bibliografía

1. Cabero Roura L. ¿Cuál es el modelo de especialista que debemos formar? La demanda social frente a la oferta social. En Cabero, L. [Coord.]. Manual para tutores de MIR. Madrid: Editorial Médica Panamérica; 2007: 35- 48.
2. Real Decreto 183/2008, de 8 de febrero, por el que se determinan y clasifican las especialidades en Ciencias de la Salud y se desarrollan determinados aspectos del sistema de formación sanitaria especializada. BOE de 21 de febrero de 2008.
3. Canadian Medical Education Directions for Specialists 2000 Project. Skills for the new millennium: report of the societal needs working group. Otawa: The Royal College of Physicians and Surgeons of Canada's; 1996.
4. Morán Barrios JM. ¿Es necesaria y compatible la existencia del tutor de médicos residentes dentro de nuestras estructuras asistenciales? Revista Educación Médica; 2003; 6(3): 10-11.
5. Martínez Clares P. Memoria del proyecto de investigación Competencias del Tutor de Especialidades en Ciencias de la Salud (Documento no publicado). Murcia: Departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación, Facultad de Educación - Universidad de Murcia, y Dirección General de Planificación, Ordenación Sanitaria y Farmacéutica e Investigación; 2009.
6. Urruzuno Tellería P. El tutor MIR. An Pediatr. 2004; 60: 403-405.
7. Álvarez Sánchez JA, y cols. El tutor y la tutoría en el proceso de formación de especialistas sanitarios en la comunidad de Madrid. Análisis e interpretación mediante grupos focales. Revista Educación Médica. 2003; 6(2): 100-111.
8. Echeverría Samanes B. Saber y Sabor de la profesionalidad. Herramientas. Revista de Formación y Empleo. 2004; 74: 6-11.
9. Martínez Clares P, Martínez Juárez M. La Tutoría Sanitaria: Mapa Funcional, ¿amenaza u oportunidad?. Revista de Investigación Educativa. 2011 [en prensa].

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