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- Nivel de calidad de la Evidencia: I
- Grado de recomendación: No hay recomendación

     No es posible. La ausencia de una recomendación explícita nos deja en el mismo lugar por el que comenzamos. La duda sigue siendo la misma. Este tipo de revisiones devuelven al clínico el problema que ya tenía.
     Es cierto: da igual usar productos comerciales que no. Ya es algo. La industria farmacéutica lanza al mercado muchos productos inocuos clasificados dentro del grupo de "cosméticos o análogos". Luego, nos convence de su utilidad. Parece que es el caso de las gotas óticas.
     Cuando tenga un producto de este tipo enfrente pregúntese sobre su eficacia. Pregunte al visitador, al farmacéutico, a su médico o a su enfermera si existe algún estudio que avale el uso del producto en cuestión para lo que el laboratorio dice que sirve. Y luego, pregunte si ese estudio demuestra que es mejor que otro que tenga un menor coste. Si no obtiene respuesta, desconfíe. Solicite entonces una alternativa. En nuestro caso: frente a unas gotas óticas, posiblemente le merezca la pena usar aceite o suero salino.
      El problema no se termina aquí. Es su comienzo. Porque el verdadero problema es la técnica de extracción mediante lavado con jeringa. En nuestro medio es la enfermera de Atención Primaria el profesional que lo realiza. En especializada, el otorrinolaringólogo. Y las enfermeras de Atención Primaria encuentran muchas dificultades para realizarlo y, lo que es más importante, observan efectos no deseados con demasiada frecuencia. De ahí que duden de la técnica y se pregunten si las gotas óticas ayudarían a disolver el tapón de cerumen y así evitar el lavado. Los otorrinolaringólogos conocen el problema muy bien.
     Dado que es evidente que la extracción del tapón de cerumen seguirá siendo una técnica realizada frecuentemente por enfermeras de Atención Primaria, es necesario buscar evidencias sobre el mejor método. El especialista del oído debería implicarse en la elaboración de recomendaciones. Quizá, debería usarse con más cautela la técnica de extracción mediante lavado a presión. Como cita Tirado, hay otras alternativas como los sistemas de aspiración. ¿Cuál es su eficacia? ¿Merece la pena su adquisición en Atención Primaria para evitar acontecimientos indeseados como la lesión timpánica?
     Es necesario aportar evidencias que clarifiquen las ventajas de las alternativas al lavado. ¿Cuántos tímpanos hemos perforado innecesariamente? ¿Es seguro el lavado? ¿Qué yatrogenia evitable produce?

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