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Ética de la Seguridad en las organizaciones sanitarias

Ángel Alfredo Martínez Ques,1 José María Rumbo Prieto2
1Director de Ética de los Cuidados. 2Redactor Jefe de Ética de los Cuidados. España

Etica de los Cuidados 2009 jul-dic; 2(4)

 

 

 

Cómo citar este documento

Martínez Ques, Ángel Alfredo; Rumbo Prieto, José María. Ética de la Seguridad en las organizaciones sanitarias. Etica de los Cuidados. 2009 jul-dic; 2(4). Disponible en <https://www.index-f.com/eticuidado/n4/et0149.php> Consultado el

 

 

 

    La convulsa noticia de la muerte de un bebé en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid causada por una concatenación de circunstancias y el sentir de que no es un hecho aislado obliga a una reflexión sobre el papel que juegan las organizaciones en la Seguridad del Paciente.

Partimos de que la asistencia sanitaria se caracteriza por la aplicación combinada de procesos, tecnologías e interacciones humanas que la hacen efectiva y eficiente, sin embargo, también conlleva el riesgo de que se produzcan errores, accidentes y/o sucesos adversos que no pueden ser evitados en su totalidad. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS), en un informe sobre la seguridad de los pacientes, reconoce tales hechos: "las intervenciones sanitarias tienen el propósito de mejorar el estado de salud del paciente pero también cabe la posibilidad del riesgo de que ocurran acontecimientos adversos que le causen daño. Y, efectivamente, ocurren con demasiada frecuencia".1 Es por ello, que diferentes organizaciones internacionales han puesto de manifiesto la importancia y magnitud del problema, diseñando políticas encaminadas a minimizar los riesgos y mejorar la calidad asistencial. La Alianza Mundial por la Seguridad del Paciente promovida por la OMS, bajo el lema "ante todo, no hacer daño" es un claro ejemplo de institución que salvaguarda los principios de un cuidado seguro del paciente desde el enfoque ético.

El principio bioético de no maleficencia, obliga a evitar cualquier daño intencionado al paciente, lo que implica hacer uso todos los medios a nuestro alcance para evitar que éste ocurra.2 Si a pesar de todo ello, el daño se ha producido, el error humano estará determinado por dos enfoques:3 orientado hacia la persona o como un problema del sistema. Si el fallo es debido al sistema (recursos insuficientes, procesos mal sistematizados, caos organizativo, presiones laborales, etc.) el daño al paciente sería la consecuencia de una cadena causal de fallos que hacen que el profesional incurra en él. Sin embargo, si el error se produce por culpa del profesional (por la realización de acciones innecesarias, por la ejecución inadecuada de maniobras útiles, o por la omisión de intervenciones necesarias) el daño al paciente sería el resultado de la interacción de elementos y factores de la atención de cuidado con responsabilidad final del profesional. En la actualidad, el modelo que se propugna es el orientado hacia el sistema, como forma de mejora a través del aprendizaje de los errores y con un enfoque proactivo. Sin ocultar los deberes individuales, la responsabilidad de la organización es gestionar la seguridad; es ante todo, responsable del análisis proactivo de los errores (lo que lleva a tomar cartas en el asunto antes de que los errores sucedan).

Para trabajar en seguridad, se requiere por tanto, una "mentalidad" proactiva impregnada de una cultura específica en la organización. El enfoque imperante debe dirigirse hacia los fallos de los sistemas y no hacia las personas. Lo cual tiene múltiples derivaciones. Cuando esto sucede, se aprende de los errores, y se mejora en Seguridad.

Si el aforismo "primun non nocere" esta en la mente de todos como principio programático e irrenunciable, todos los esfuerzos deberían caminar en ese sentido. Primero no dañar, es la traducción de que toda la asistencia sanitaria debe ser segura. Su equivalente o principal ideario, objetivo, motivación de una organización sanitaria debe ser la de ofrecer un cuidado seguro. Esto es así, por imperativo legal y ético.4

A menudo se dice que la Seguridad del Paciente es un componente de la calidad. Pero esta aseveración sin más corre el riesgo de convertirse en un mero indicador, una cifra que por debajo de un estándar debe preocuparnos. Y esto no es así. La mera rebaja en la cifra de errores no es el objetivo último. El fin, el motivo de una organización debe ser la consecución de la Seguridad. Para ello ha de basar sus actuaciones en toda la teoría y practica demostrada en las mejores evidencias. Por que hay constancia que cuando las organizaciones han trabajado en esa dirección los resultados han acompañado. Piénsese por ejemplo en el Proyecto Bacteriemia Zero, un conjunto de medidas para reducir las infecciones derivadas de los catéteres centrales, que allí donde se han aplicado han conseguido reducir las infecciones5 de ese tipo a cifras irrisorias.

La más importante lectura de todo lo dicho es que la Seguridad no puede dejarse a que sean voluntades individuales las que lo resuelvan. Debe existir una labor coordinada de profesionales, gestores en todo el Sistema y a todos los niveles. Sin excusa, ni justificación. Lo contrario de esa acción esta causando muertes. Son muertes anónimas, pero no son invisibles a la vista, tenemos las estadísticas que lo ratifican, pero todas son injustificables, en la medida que hubieran sido prevenibles. Y aunque no todas las muertes tienen la relevancia mediática que tuvo la muerte de este bebé, sabemos que existen, las más veces, justificadas como daños colaterales de la asistencia. No es la primera vez que sucede. Son cosas que se ven venir, de las que se habla, pero que por si solas no son capaces de propiciar un cambio radical en el sistema sanitario hacia una política entregada a favor de la seguridad del paciente.

Sólo cabe pensar en un verdadero cambio asumiendo una Ética de la Seguridad. Esto supone admitir que los errores pueden ocurrir, pero los esfuerzos del Sistema van dirigidos no solo a implantar una cultura de la seguridad en los hospitales y centros de salud sino también a que todas las políticas se encaminen a ser eficaces en esta cuestión. Es decir, hay que abordar soluciones globales, allí donde están las causas de la inseguridad y no tanto de ir tapando "agujeros".

Ante estos hechos es lógico que muchos profesionales sientan una inquietud muy grande. Cualquiera puede pasar por lo mismo. Lo temible es ser el último eslabón de una cadena que se rompe. Se habla de gran presión asistencial. De plantillas ajustadas. De supervisión inadecuada. De rotación excesiva. Los medios de comunicación utilizan la primera plana y destacan el caso. Ahora, con toda esta historia, todo puede ocurrir, menos que el cuidado sea tranquilo. Y lo peor es la sensación de que cuando ocurre algo todos señalan responsables para eludir responsabilidades propias. Llama la atención que una situación similar que ya ha sucedido se vuelva a producir y no se tomen otras medidas que culpabilizar al personal.

Hace unos años Robert L. Potter, citado por Simón Lorda,6 hablaba de la ética de las organizaciones sanitarias como "el discernimiento de los valores para guiar las decisiones de gestión que afectan al cuidado del paciente". Ello supone un paso más en el desarrollo de la Bioética: el paso del nivel particular, al nivel general. O dicho de otra manera, los centros de decisión deben articular una respuesta de contenido ético, ante los retos que presenta la asistencia sanitaria. Y todo para proporcionar el mayor nivel de salud posible al paciente. Una organización, por tanto, debe asumir valores éticos, y de entre ellos, el valor de la Seguridad para guiar las decisiones de gestión.

Señalaba Borrel-Carrió7 que el objetivo de la ética de la seguridad clínica es " que cada profesional use su inteligencia para crear hábitos de trabajo seguros y analice los riesgos inherentes a su actividad tratando de minimizarlos". Objetivo que sólo tiene sentido en el seno de organizaciones que apuestan y se esfuerzan por la Seguridad. De ahí la pregunta que se deben de realizar gestores y profesionales: ¿ en esta institución concreta se usan los recursos disponibles de la mejor manera posible para evitar acontecimientos adversos?

¿En que consiste la Ética de la Seguridad? Más que dar una definición, podemos enumerar una serie de condiciones para que se desarrolle:

-La organización debe jugar un papel proactivo frente al error. Debe analizar los sistemas en busca de vulnerabilidades, antes incluso de que se cometan errores.
-Aceptar la falibilidad profesional. Frente al todos cometemos errores menos yo, reconocer que uno también se equivoca y por ello se debe aprender de los errores propios y ajenos.
-En un momento de sobresaturación de información debemos ayudarnos y compartir conocimientos. Lo más seguro es que quién sepa como actuar en determinada situación de duda, sea un compañero al que tienes cerca.
-Todos los miembros del equipo deben compartir información, sin ocultarla. Cuando alguno se equivoca, hay que decirlo, no callar, sea quién sea. Si errar puede ser vergonzoso, mucho más temible y perjudicial es errar y no reconocerlo.
-Verificar las intervenciones y los procedimientos. Son útiles las listas de comprobación. Apenas utilizan unos minutos pero sus ventajas son más evidentes.
-Impregnar la cultura de la seguridad a todos los niveles. La seguridad es cosa de todos, de los que hacen asistencia y de los que están en gestión. Significa que cuando ocurre un incidente debe ser notificado, para que sea analizado y se implanten medidas para que no vuelva a ocurrir. Esto significa aprender de los errores.
-Cuando ocurre un evento adverso, el énfasis se pone en conocer que fallos se han producido, más que en buscar responsabilidades. Interesa saber por que se ha fallado mas en quién fue quién falló. Para que no vuelva a repetirse.
-Implica que la gestión debe volcarse por la seguridad, y que las vidas humanas valen mucho más que ahorrar unos euros en recursos humanos y materiales.
-Las organizaciones trabajan mas y mejor si sus profesionales están tranquilos e implicados con la organización. Eso se consigue haciendo coincidir la ética profesional con la ética de la organización.

Todos debemos trabajar por un sistema sanitario más seguro. Solo así uno puede ejercer un cuidado de modo tranquilo. Pero las organizaciones con sus gestores a la cabeza no pueden seguir esperando. Deben asumir el cambio, promoverlo e implantarlo. Es tiempo de innovar, y en la ética de la Seguridad están algunas de las claves del cambio.

Bibliografía

1. Organización Mundial de la Salud. Informe sobre la Salud en el Mundo. Reducir lo Riesgos y Promover una Vida Sana. Ginebra: OMS, 2002. ISNB: 92-4-356207-X. Disponible en: https://www.who.int/whr/2002/en/whr02_es.pdf [consultado el 10/12/2009].
2. Simón Lorda P. Ética y Seguridad de los Pacientes. Monografías Humanitas. 2005; 8: 145-160.
3. Martín MC, Cabré L. Aspectos Éticos y Legales sobre la Seguridad del Paciente. Revista de Bioética y Derecho. 2009; 15: 6-14. ISSN 1886-5887.
4. Martínez Ques, AA. Vázquez Campo, M. El cuidado y la seguridad del paciente. Algunas consideraciones éticas y legales. Ética de los Cuidados. 2008 ene-jun; 1(1). Disponible en /eticuidado/n1/et6760.php [Consultado el 1 de diciembre de 2009].
5. Pronovost, Peter, Needham, Dale, Berenholtz, Sean, Sinopoli, David, Chu, Haitao, Cosgrove, Sara, Sexton, Bryan, Hyzy, Robert, Welsh, Robert, Roth, Gary, Bander, Joseph, Kepros, John, Goeschel, Christine. An Intervention to Decrease Catheter-Related Bloodstream Infections in the ICU. N Engl J Med 2006; 355: 2725-2732.
6. Simón Lorda, P. La ética de las organizaciones sanitarias: el segundo estadio de desarrollo de la bioética. Rev. Calidad Asistencial 2002; 17(4): 249-59.
7. Borrell-Carrió, F. Ética de la Seguridad Clínica. Contribuciones desde la práctica médica. Med Clin (Barc.) 2007; 129(5): 176-83.

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