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TEMPERAMENTVM ISSN 169-6011

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Dignidad y utilización de la imagen. A propósito de Eluana

Miriam Vázquez Campo
Enfermera y Licenciada en Psicología. Fundación Cabaleiro Goas, Ourense, España

Manuscrito aceptado el 24.2.2009

Etica de los Cuidados 2009 ene-jun; 2(3)

 

 

 

Cómo citar este documento

Vázquez Campo, Miriam. Dignidad y utilización de la imagen. A propósito de Eluana. Etica de los Cuidados. 2009 ene-jun;2(3). Disponible en <https://www.index-f.com/eticuidado/n3/et7015.php> Consultado el

 

 

 

Sr. Director: El revuelo suscitado por el caso de Eluana Englaro me ha causado una gran inquietud tanto en lo personal como en lo profesional. Como enfermera he podido conocer otras realidades que no son las que se transmiten desde posturas intransigentes. Nadie puede negar que la vida humana tenga un inmenso valor, que cada vida sea única e irremplazable. Podríamos manejar un montón de definiciones de vida, o mejor de calidad de vida y de seguro seguiríamos sin llegar a un acuerdo. Una forma de conceptualizarla sería hablar de calidad de vida como realidad observable.

Eluana era una mujer que llevaba 17 años alimentada e hidratada de manera artificial, en un estado de coma irreversible. Son muchos años, yo diría que demasiados, en situación de coma, tiempo más que suficiente para que si su situación fuera reversible, lo hubiera hecho. Y frente a la argumentación de casos esporádicos de comas prolongados que han "despertado", la realidad es que son muchos más los casos que después de un coma largo, tienen secuelas graves, físicas y neurológicas. Y cuando el daño cerebral es severo, el deterioro de las funciones cognitivas es permanente e irreversible. El pensamiento y la voluntad, hacen posible que el ser humano sea capaz de amar, odiar, crear, razonar, decidir, y actuar, en definitiva, vivir. Tras un coma prolongado, la persona pierde la genuidad e integridad de su pensamiento y voluntad, y puede verse abocado a vivir sin sentir, vivir sin decir y sin decidir, vivir sin capacidad, vivir con una conciencia sin contenido, vivir sin racionalidad y vivir sin autonomía, siendo estos los atributos que otorgan valor biográfico a la vida.

Una de las primeras palabras que escuche desde que era estudiante de Enfermeria, fue el concepto de holístico. Bajo una concepción holística, contemplando a nuestros pacientes como seres biopsicosociales, deberiamos de guiarnos para abordar nuestro día a día como profesionales de la salud, y como dice Saunders,1 en pacientes en una situación terminal y/o irreversible, aun si cabe, con más ahínco, estas condiciones de humanidad deberán alcanzar un mayor protagonismo. ¿Por qué entonces parece, que del ser biopsicosocial, solo nos interesa lo "bio"? ¿Dónde queda el resto?

Lamentablemente la tecnología puede prolongar la vida sin posibilidad de recuperación del estado vegetativo. Según relata Singer2 Rita Greene estuvo en ese estado 39 años en el Hospital General del Distrito de Columbia en Washington. Existe una distinción sutil entre estado persistente y permanente. Persistente haría referencia a su mantenimiento en el tiempo y permanente indica la irreversibilidad.3 Ni que decir tiene que es un tiempo de obstinación extremadamente largo, y que afortunadamente cada vez se ve menos. Dice Diego Gracia que no todo lo técnicamente posible es éticamente correcto. Y el caso de Eluana es un ejemplo. Se trata en definitiva de una muerte diferida. ¿Tiene algún sentido una prolongación de vida sin sentido? ¿Qué clase de dignidad hay en una muerte retardada artificialmente?

Esa es la lucha que mantuvo durante muchos años ante los tribunales italianos, el padre de Eluana hasta conseguir una sentencia que permitiese que su hija pudiera por fin descansar en paz. El tribunal de Apelación de Milán y después el Supremo autorizaron a la familia de Eluana a suspender la alimentación y nutrición artificial.

Fue en este momento cuando los opositores a la eutanasia pusieron el grito en el cielo, y una vez más el tema tan controvertido de la eutanasia salió a debate. Pero en este caso no existe eutanasia. Para que esta se dé se requiere la voluntariedad del sujeto, de desear la muerte cosa que aquí no ocurría. Lo que la realidad objetivable mostraba era una obstinación terapéutica, manifestada en la propia actitud del hospital de prolongar a toda costa el estado vegetativo de manera desproporcionada.

El propio Papa Juan Pablo II fue coherente hasta el final de sus días. Él fue consciente de su deterioro físico y no quiso que utilizaran medios desproporcionados para mantenerle en vida. Por eso sorprende que el Gobierno italiano, presidido por Silvio Berlusconi, e impulsado por la Iglesia Católica intentara aprobar un decreto ley para que se prohibiera la suspensión de la alimentación en el caso de Eluana. Si es necesaria una ley, considero que es más prioritario legislar acerca de no prolongar más allá de lo éticamente razonable la muerte de una persona. Para intuir que es lo razonable, hay que ponerse en la piel de la familia de familia de Eluana, viendo como durante más de seis mil días, el cuerpo postrado de su hija, en un estado irreversible, deteriorándose gradualmente. Sinceramente me parece de un sufrimiento extremo intolerable, inaguantable e innecesario, y si cabe otro calificativo el de inhumano.

Recientemente tuve ocasión de poder colaborar como enfermera en una zona de Sudamérica donde la realidad me mostró, como niños se ven abocados a la muerte, y a una vida sin esperanza, por falta de medios tan básicos, como una vacuna, un antibiótico o lo que para nosotros seria una simple intervención quirúrgica. Lo contrario que utilizar recursos sin expectativa.

Me parece repugnante que el "carácter sagrado" de la vida, rara vez se invoca, excepto en aquellos casos en los que se contempla abreviar una vida lastimera y llena de sufrimiento. Seria de recibo escuchar defender el "carácter sagrado" de la vida, ante las guerras, el hambre en el mundo, la pobreza y miseria.

Otra cosa es la utilización de la imagen de Eluana por aquellos que con pancartas y grandes carteles, portaban la fotografía de Eluana cuando tenía 18 años, antes de sufrir aquel terrible accidente. Allí mostraba una imagen joven, guapa, sonriente y feliz. Pegadas a esta fotos frases de "no al asesinato, si a la vida" "detengamos la mano asesina" "Eluana debe vivir". Si alguien viera esta imagen y no supiese nada de la historia de Eluana, pensaría que quienes son los bárbaros que quieren matar a esa pobre chica tan feliz y por qué. Sin embargo las declaraciones del Padre de Eluana me permiten visualizar una realidad distinta: un ser de apenas 40 kg, brazos y piernas encogidos, anquilosados por la falta de movimiento, deformados, en posición lateral para evitar ahogarse con una nutrición forzada a la que a duras penas era capaz de asimilar un estomago atrofiado. Y estar apoyada sobre el lado derecho del cuerpo, le causaba llagas y laceraciones en la piel.

Me remito a las declaraciones del padre de Eluana, que declaraba: "Si mucha gente viese una fotografía de Eluana en la actualidad se callarían, pero no lo haré jamás".

Esa misma imagen la vemos con frecuencia en la de los pacientes terminales, donde la muerte se acerca como un "acto humano". Las convicciones religiosas o morales pueden inducir a recurrir a más medios y al recurso de la tecnología, y por extensión presionar a los profesionales.

Hasta el día de hoy me considero una persona altamente tolerante, aunque tenga una opinión bastante clara sobre el tema. Estoy a favor de respetar y escuchar las diferentes opiniones de los demás, aunque no concuerden con las mías. Pero pienso que en determinadas situaciones no es lícito ni moral juzgar a nadie.

El debate para mi quizás ya no se limite a estar a favor o en contra de la eutanasia, sino también en lo que se debe considerar vida o no vida. La vida debe de ser un derecho lo que incluye el morir dignamente. No creo que sea cosa de creencias sino mas bien de estar a lo que lo que el estado de la ciencia y el conocimiento determinan como lo que es proporcionado.

Para mí, Eluana no murió en febrero del 2009, sino hace ya 17 años, y lo único que se ha hecho es interrumpir un sufrimiento innecesario. Espero por tanto, que ninguno de los familiares de Eluana sienta nunca ningún sentimiento de culpa, a raíz de las críticas recibidas, y que perciban que muchas personas, estaríamos orgullosos de haber sido su hija.

Bibliografía

1. Saunders CM. La filosofía del cuidado terminal. Cuidados de la enfermedad maligna terminal. Barcelona: Salvat Editores, 1980.
2. Singer, P. Ética práctica. Madrid: Cambridge University Press, 2003.
3. Nogales-Gaete, J (Ed.) Tratado de Neurología Clínica. Santiago de Chile:Editorial Universitaria/Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía, 2005.

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