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Etica de los Cuidados n12 et1201

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EDITORIAL

 

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Poliética de la gestión clínica de los servicios sanitarios

José María Rumbo Prieto
Redactor Jefe de Ética de los Cuidados. Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol (A Coruña), España

Ética de los Cuidados 2013 jul-dic; 6(12)

 

 

 

Cómo citar este documento

Rumbo Prieto, José María. Poliética de la gestión clínica de los servicios sanitarios. Ética de los Cuidados. 2013 jul-dic; 6(12). Disponible en <https://www.index-f.com/eticuidado/n12/et1201.php> Consultado el

 

 

 

     Hace unos meses en esta misma revista, a través del comentario de una reseña bibliografía,1 introducíamos al lector en el término "poliética" definido como una fusión entre la política y la ética, que surge como un pensamiento innovador y modernista con el cual se quiere destacar el valor moral que tiene la "democracia", debiendo por ello conservarla libre de corrupciones y maquinaciones.

Originariamente, el vocablo "poliética", entendido como pluralismo ético o conjunto de éticas que fusiona la conciencia política (libertad), con lo moral (justicia), fue acuñado por autores como Maurensig e Illy en su obra "Poliética. Una promessa";2 así como por Ródenas en su conferencia "Una política como guerra, una crítica poli(é)tica",3 pero sobre todo, hay que destacar la aportación de Fernández Buey con su obra "Poliética",4 el cual históricamente, nos introduce en las causas de este movimiento por lograr una conciencia ético-política (poliética) que tiene sus comienzos y evolución hacia mediados del siglo XX en Europa occidental, con la idea de hacer surgir una nueva vía de pensamiento que lograse contrarrestar la grave irresponsabilidad moral y apocalíptica de los sistemas sociales y políticos basados en la revolución, la explotación, la opresión, el exterminio, la crueldad y el totalitarismo que imperaban en los estados que gobernaban Europa entre los años 30 y 40.

En esta editorial, en un acto de reflexión moral, trataré de abordar la poliética ligada al ámbito sanitario, y cómo la manipulación política, puede generar insatisfacción moral por imposición o dominación de las masas sociales a través del uso de argumentos utilitaristas y relativistas que muestren una doble moral o ambivalencia, en lo que por un lado se ensalza el valor moral "del bien y lo bueno" que tienen los sistemas sanitarios de gestión privatizadora; así como por otro lado, se expone un discurso moral basado en "la maldad y lo malo" que tiene la gestión tradicional de los servicios sanitarios universales o públicos que suponen un exceso de carga económica para el conjunto de la sociedad, dificultando el mantenimiento del bienestar social.

Actualmente, la gestión de los servicios públicos sanitarios de nuestro país están pasando por un proceso de "desiderata" de intenciones y propuestas con la idea de hacerlos más eficaces y eficientes, al menor coste económico posible. Este deseo de nueva gestión, se orienta hacia un modelo poliético que fusiona lo tradicional con una gestión innovadora; y esto es así, porque surge la necesidad de distinguir lo que es moral ética de lo que es moral política en la forma de gestionar los escasos recursos del sistema sanitario; sin embargo, se puede observar que esta conciencia ético-política que se quiere implantar rechaza toda consecuencia derivada de la injerencia de la gestión privada en lo público, hasta el punto de pretender generalizar que los excesos de las gestiones privadas producen virtudes públicas. Por tanto, la aplicación de nuevos modelos de gestión privatizadora compartida en el ámbito público, lo que pretende afirmar, y esto es lo innovador, es que todo este esfuerzo dice estar basado en principios morales poliéticos (justicia y equidad), razonando que la política siempre debe ser considerada la ética de lo colectivo (de lo público). En este sentido, lo que se ofrece es que, ante la actitud tradicional de que los profesionales o la sociedad traten de cuestionar y reivindicar derechos, los colectivos se vean a sí mismos como parte de un nuevo autogobierno, que les puede crear beneficios según su capacidad y liderazgo.

Todo esto sería lo ideal, si el trasfondo poliético no estuviese pervertido en la vida real (recesión, imposición, persuasión,...), ya que los principales problemas políticos de la sanidad se remiten a principios éticos incuestionables y, viceversa; pues existe constatación documental de que los asuntos relativos a comportamientos privados acaban generalmente en consideraciones políticas o jurídico-políticas, más allá de la esfera ética. Y finalmente, ya se conoce también quienes terminan pagando los platos rotos (profesionales, ciudadanos,...).

Llegados a este punto, estoy de acuerdo con las palabras del Dr. Ródenas,3 al afirmar que Kant (precursor de la poliética, a través de su ensayo "Por la Paz Perpetua"),5,6 sostenía que el estado de naturaleza de los hombres no es "un estado de paz", sino más bien "un estado de guerra", es decir, un estado en el que aun no habiendo explícitamente hostilidades, sí existe una constante amenaza; de ahí que el principio ético sea el deber de "no hacer la guerra". Por esa razón, Kant hace una reflexión crítica de la poliética (que denomina "política moral"), en la que advierte del doble rasero que tienen los políticos considerados "morales" al emplear argumentos utilitaristas para justificar las acciones a la conveniencia del hombre de Estado. Otra vez más, un claro ejemplo (de 2 siglos de antigüedad) de que actualmente existe una falta de habilidad y una tendencia a la contaminación de los valores que realmente debería ser la poliética (conveniencia y concordia, justicia e igualdad), debido al ímpetu del derecho político para subordinar al derecho moral; cuando ambos conceptos entran en conflicto de intereses.

Es un hecho aceptado que el sistema sanitario está en estado de alarma por la crisis económica y que el Estado (poder político), junto con la sociedad a la que sirve, debe tomar medidas urgentes y/o excepcionales para paliar la quiebra de todo el sistema y salvaguardar los derechos fundamentales de las personas en materia sanitaria; sin embargo, las acciones polítizadoras que se están llevando a cabo en el sistema sanitario público, entran en confrontación con el recelo de los profesionales sanitarios y con la propia sociedad, debido a la falta de confianza en el poder político para resolver el problema. Las acciones de gestión sanitaria que se están imponiendo, aunque desde un punto de vista científico-técnico, sean posiblemente correctas y necesarias para el bien colectivo (ética política), están siendo percibidas como hechos forzados por el devenir dramático de una falta de previsión de los acontecimientos (crisis), caracterizados como una tragedia secesionista (recortar, separar, reducir, eliminar), y complementadas con una retórica persuasiva (derecho y obligación), todo ello en nombre de una ética utilitarista (practicidad); y toda esta contemplación, vista desde el enfoque de un ciudadano o de un profesional de a pie, le plantea un panorama poliético poco confiable y contrario a las expectativas que el rigor y la transparencia requieren para estos casos.

Es por ello, sin pretender caer en la demagogia, que considero que cualquier medida correctora necesaria en la gestión sanitaria debería plantearse en el marco de la poliética democrática (igualdad y justicia); ya que no se puede sostener en el tiempo, ni lograr adhesión a dicha causa, si esta viene impuesta por "razón de estado"; en el cual hace uso del derecho de "autonomía" por "ley", anteponiendo este derecho reconocido en política, a los demás derechos éticos. La poliética se debería ocupar sólo de proponer y realizar acciones inmediatas que hayan sido establecidas de forma razonable e igualitaria, con libre participación.

No quería terminar esta editorial, sin hacer referencia a uno de los métodos innovadores en gestión sanitaria que parece, viene para quedarse; este es el denominado "Unidades y Áreas de Gestión Clínica", un modelo que según dicen sus creadores, apuesta por seguir avanzando en la modernización del sistema sanitario para dar una mejor respuesta a las necesidades de los/las pacientes, a través de la gestión clínica. Entendiendo por gestión clínica, la potenciación de los procesos asistenciales integrados, la continuidad asistencial, la implicación de los profesionales en la mejora de la calidad asistencial, investigadora, docente e innovadora, así como en el fomento de la gestión responsable, la evaluación y medición continua de los resultados, la corresponsabilidad en la utilización de recursos diagnósticos y/o terapéuticos, la constitución de equipos multidisciplinares, etc.

La idea, a priori, no debería ser tomada como una mala opción ya que se trata de un modelo de autogobierno que prima la eficacia profesional, la autonomía y la redistribución de los recursos; sin embargo, desde el enfoque de la democracia poliética (equidad y justicia), la implantación del modelo ya adolece de "politización" y falta de transparencia, ya que no contempla los principios de igualdad, mérito, capacidad y publicidad para la selección de sus máximos representantes (se tiende a politizar más que a profesionalizar); a la vez que la falta de participación en su redacción, ha generado el recelo profesional al constituirse en una vía de entrada a la introducción de intereses privados ajenos a la gestión pública, lo que posibilitaría que la sanidad se vea encarecida y limitadas las prestaciones, con la introducción de criterios de rentabilidad y beneficio económico.

Paralelamente a todo este "ruido" de noticias y posiciones políticas que envuelve la gestión clínica, se hace necesario preguntarse, si la gestión clínica ética y responsable es posible y necesaria. No es una pregunta retórica, en su día, la Ley General de Sanidad proponía las Áreas Sanitarias como el modelo de gestión que iba a coordinar todo el Sistema Sanitario. Posteriormente, se crearon las Gerencias Únicas de gestión integrada con el objetivo de garantizar la atención integral y equitativa y la gestión coordinada de centros, prestaciones y programas sanitarios. Con ello se descentralizaba el poder, se daba autonomía de gestión y hegemonía a los hospitales. Ahora, se pretende implantar el modelo de gestión clínica, en un sistema sanitario considerado el mejor de Europa y el 5º mejor del mundo (informe Bloomberg 2013). Es por ello que estamos obligados a ser consecuentes con la idea y con nuestra conciencia moral (¿a quién queremos engañar?), la gestión clínica sin personalidad jurídica propia (como es el caso), es complicada de conseguir e incentivar, si no existe un cambio radical en la organización, cosa que no se va a dar, porque el profesional tiene garantizado su régimen jurídico laboral. Hay que reseñar que, desde un enfoque poliético, en este caso, sí hay buena intención moral por parte de quien hace la propuesta, ya que intenta primar a la masa colectiva, dando independencia, participación e incentivos al profesional, controlando mejor los costes de cara a la gerencia y ofertando al paciente la mejor asistencia posible. La gestión clínica pretende que el propio profesional conozca el coste de lo que hace y que se implique más con el factor eficiencia y queriendo mejorarla, aunque no todos compartamos este criterio.7

En definitiva, como diría Kant, "la política racional" no puede dar un paso sin haber antes rendido pleitesía a la ética, pues ésta, será el "salvoconducto moral" que ayude a la política cuando surjan las dificultades; es decir, la ética y la política son necesarias, pero ninguna de ellas es suficiente para alcanzar los objetivos políticos en un estado democrático, porque la política democrática trata no sólo del poder, sino de cómo gestionar éste en beneficio de todos los ciudadanos.8 La ética proporciona la validación moral de una cuestión mientras que la política concede autorización para llevarla a cabo. Se trata de dos cuestiones diferentes; pertenecen a dos ámbitos distintos de la actividad humana; pero juntas pueden lograr el deseo de cambiar las formas habituales de funcionamiento; esto es, defendiendo la apertura al cambio, con un espíritu de búsqueda, sentido común, participación y voluntariedad.
 

Bibliografía

1. Rumbo-Prieto JM, Arantón-Areosa L. Bioética: De la Globalización a la Toma de Decisiones, de Benjamín Herreros Ruíz-Valdepeñas y Fernando Bandrés Moya (editores) [Comentario de texto]. Ética de los Cuidados [revista on-line]. 2013 ene-jun [Acceso el 23/11/2013]; 6(11). Disponible en https://www.index-f.com/eticuidado/n11/et1101.php.

2. Illy R, Maurensing  P. Polietica. Una promessa. Venezia: Marsilio Editore; 2003.

3. Ródenas Utray P. Una política como guerra, una crítica poli(é)tica. RevLaguna [internet]. 1998 [Acceso 23/11/2013]; 5: 87-103. Disponible en: https://publica.webs.ull.es/upload/REV%20LAGUNA/05%20-%201998/05%20%28Pablo%20R%C3%B3denas%20Utray%29.pdf.

4. Fernández Buey F. Poliética. Madrid: Editorial Losada SL; 2003. p. 9-34.

5. Kant I. Zum Ewigen Frieden, Ein Philosophischer Entwurf [Google Book]. Frankfurt unb Leipzig; 1796 [Acceso 23/11/2013]. Disponible en: https://books.google.es/books?id=4Vvx2TIe8HEC&pg=PA3&dq=kant,Zum%20ewigen%20Frieden.%20Ein%20philosophischer%20Entwurf&hl=es&sa=X&ei=3C9BU8n9OueX1AW01oH4DQ&ved=0CDcQ6AEwAA#v=onepage&q=kant%2CZum%20ewigen%20Frieden.%20Ein%20philosophischer%20Entwurf&f=false.

6. Kant I. La Paz Perpetua (Spanish Edition) [Kindle Edition]. Amazon.com; 2013 [Acceso 23/11/2013]. Disponible en: https://www.amazon.com/kindle/dp/B007PQG8O4/ref=rdr_kindle_ext_eos_detail.

7. Arenas CA. Gestión Clínica. ¿Moda o Necesidad?. Redacción Médica. Sábado, 13 de Julio de 2013 [internet] [Acceso 23/11/2013]. Disponible en: https://www.redaccionmedica.com/opinion/gestion-clinica-moda-o-necesidad-7194.

8. Martínez Urionabarrenetxea K. Bioética y Política: Poliética. En: Herreros Ruíz-Valdepeñas B, Bandrés Moya F, (editores). De la Globalización a la Toma de Decisiones [Monografía de internet]. Madrid: Fundación Tejerina, ADEMAS Comunicación gráfica SL; 2012 [Acceso el 23/11/2013]. p.46-9. Disponible en: https://admin.cpm-tejerina.com/Data/Attachment/application/monografa_biotica_2012_web.pdf

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